And I Have Been
Discos / Benjamin Clementine

And I Have Been

8 / 10
David Pérez Marín — 10-11-2022
Empresa — Preserve Artists
Género — Canción

Al deslumbrante y aclamado debut At Least For Now(14), con el que su garganta tardó medio parpadeo en hechizarnos, desplegando un personalísimo y enigmático magnetismo que recordaba a la Nina Simone con más fuerza y enérgica sensibilidad, le siguió el espíritu artístico y reivindicativo de “I Tell A Fly” (17), un disco conceptual que giraba sobre dos moscas enamoradas en un contexto de reinantes conflictos geopolíticos, con la crisis de refugiados como ojo del huracán. Cinco años hemos tenido que esperar para escuchar su tercer trabajo en solitario y, entre medio, una pandemia mundial y “Calm Down” en 2020, primer single como The Clementines, dúo formado junto a su pareja Flo Morrissey. Ella y el amor creciente después de aquel mal sueño global son el latido central de este flamante “And I Have Been”, primera parte de una ambiciosa trilogía que Benjamin Clementine lleva tres años gestando.

La genuina voz de Clementine se sigue elevando más allá de las nubes, como una estrella de fuego que, surco a surco, ilumina y calienta más que el sol. Así luce en “And I Have Been”, central y poderosa, desde el emocionante y descarnado amanecer inicial de “Residue”, a la pegadiza tristeza de “Difference”, pasando por la morfínica belleza a las teclas de la instrumental “Last Movement Of Hope” o en el alma imparable de “Copening”, una balada al piano que crece sobre una envolvente sesión de cuerdas en la que no nos importaría seguir flotando hasta el fin de los días.

Doce temas que fluyen bajo una elegante producción (firmada por Clementine, al igual que todas las letras e interpretaciones) y una cuidadísima combinación de elementos orquestales y electrónicos, entrecruzándose y danzando entre sí con la naturalidad que marca el demiúrgico respirar de su canto, abriendo océanos al piano o despertando volcanes dormidos a cada fraseo y con la misma facilidad.

Del eterno retorno de “Delighted”, con Benjamin Clementine resurgiendo como un ser mitológico entre coros y un hermoso mar de violines, al vals que le corre por las venas en “Genesis”, acelerando las pulsaciones con aquella palpitante esencia primigenia intacta, eco inextinguible que sembró en las calles y galerías de metro parisinas que lo vieron brotar como artista y hoy, como una brisa mágica, hace que renazcan a su paso flores muertas.

 

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