Con retraso, llega a Europa el segundo disco del dúo de Brooklyn formado por Rick Brown (percusión) y Che Chen (guitarras), es decir, 75 Dollar Bill. El sustrato de blues eléctrico cavernícola, folk-rock minimalista, improvisación y arabismos (cortesía del guitarrista y sus influencias de la rica tradición musical de Mali), desplegado sobre todo en sus estupendos bolos, atrajo la atención de un oyente cansado de productos prefabricados y cautivado por la crudeza primaria y engañosa simplicidad del combo.
Aunque, como es natural, continúan las constantes de su debut “Wooden Bag”, en su segundo lanzamiento hay, entre otras cosas, una deliberada mayor complejidad rítmica. Además, en este nuevo trabajo incorporan abundantes colaboraciones de músicos amigos de la escena jazzística o de vanguardia (saxo barítono, violonchelo, contrabajo), lo cual repercute en un álbum de sonido más rico e intrincado, hipnótico en el mejor sentido.
Son cuatro cortes grabados básicamente en directo entre 2013 y 2015. “Earth Saw”, con su riff mantra arcano, pondrá la cara colorada a prestigiosos dúos de presunto blues rock auténtico, que se dedican fundamentalmente a llenar estadios y la caja. En “Beni Said”, sin que sepamos cómo, nos transportan en una nube de brumas eléctricas del Sur de Estados Unidos al norte de África, donde nos encontramos con los Tuaregs. En “Cummins Falls” un ritmo de big band lleva el peso del blues de guitarra, que de repente se impregna de densidad postrockera y sonidos africanos milenarios. Y en “I´m Not Trying To Wake Up” se inventan un estupendo híbrido entre unos Stones (esos saxos...) y Zeppelin minimalistas y juguetones, que se prolonga casi quince minutos. No es casual que para algunos sean la banda norteamericana del momento.
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