Descalzos sobre la hojarasca
Conciertos / Band Of Rascals

Descalzos sobre la hojarasca

7 / 10
Holden Fiasco — 14-01-2019
Empresa — The Walk On Project
Fecha — 13 enero, 2019
Sala — Nave 9, Bilbao
Fotografía — David Mars

Salen descalzos, que es un detalle que no se le escaparía a nadie, y empiezan de buen rollo. El bajista, en castellano: “Bilbao, qué tal, cómo están”. Armónica para empezar. Y todos mirando al batería para arrancar y encender la electricidad. ¿Sabes eso que decía Rosendo Mercado sobre que lo demás es hojarasca? Pues se podía aplicar aquí, porque se les veía así: una banda de colegas compartiendo la energía y mirándose a los ojos, y eso que el cantante se pasa la mayor parte del concierto con ellos cerrados, que, a veces, a medio abrir, se le ponían en blanco cuando cantaba las partes más altas y casi daba hasta yuyu.

Vamos a hacerlo bien: hablamos del concierto matinal de Band of Rascals en la sala multiusos de la Nave 9, en el mismo Bilbao, dentro de una nueva temporada que debemos agradecerle a la peña de The Walk On Project o WOP, que woops, no se me podía olvidar, porque de buena persona es ser agradecido. Ya llevan unos años uniendo el rock and roll con una buena causa y nadie se cansa de participar en lo que proponen. En esta ocasión, invitaban a asistir a la primera ocasión en Europa, si me confundo que me lluevan las tobas, de una joven banda de Canadá a la que se presentaba como alineada dentro de la nueva hornada de rock norteamericano (por el continente, claro) con regusto sureño y blusero. Es lo que tiene cuando nos empeñamos en definir (creemos que) mejor lo que es simplemente rock and roll.

Entre The Delta Saints y Okkervil River cabrían una barbaridad de grupos con los que emparentarles, pero siempre hemos pensado que ese es un ejercicio un poco fútil para explicarlo. Útil es fijarlo, fijarse en el sonido repujado del bajo Rickenbacker, en las melodías precisas, el juego consciente que se traen con los ritmos, cómo juegan con la tensión, la contención y la embestida, las capas de distorsión, el sonido combinado de dos guitarras opuestas, una más expresiva, con tendencia a los filtros de la pedalera, otra más reposada y narrativa. Todo esto, a nuestro entender, lo incrustan en canciones de aire más moderno que clásico, con un sonido limpio y sostenido por la efusividad épica de la voz. El cantante se permitió dos alardes acústicos, aunque tuviéramos que imaginárnoslo, como nos pidió, en la primera ocasión, cuando atacó el “Held in Thought”, de su primer disco, homónimo y de 2014, una canción compleja, con vetas, donde el batería arranca con escobilla para luego abandonarla, y el bajista cincela la emoción. En la segunda, abrieron el bis ellos dos, precisamente, cantante y bajista. El primero a palo, con su guitarra simplemente, y el bajista haciéndole coros, para tocar una “Fell into the Love of You” que, esta vez, provenía de su segundo disco, "Tempest", que publicaron hace ya año y pico o así. También se arrebató la lírica cuando ejecutaron una versión curiosa, y bien traída a su terreno, del “Fat Bottomed Girls” de Queen, y creo no equivocarme con ello porque ando a tientas, apostándome los ahorros. No parecían estar muy convencidos, o eso pareció, porque primero preguntaron a ver si nos gustaban los británicos. Aún y cuando la respuesta del público no estuvo muy clara, se lanzaron a por ella, acercándose más a John Denver, quien también tenía un clásico en el que pedía que las carreteras comarcales le llevaran de vuelta a casa que al Freddy Mercury que pregunta en ésta si alguien le va a acompañar a la suya. Antes de esta versión, a mi entender, llegó el clímax del concierto cuando encadenaron “Down to You” y “Little Longer Now”. En la segunda, el cantante dejó abandonado su instrumento y se concentró en la melodía, poniéndose de puntillas cuando la emoción crecía. “Holler”, single de su último disco, llegó después de Queen; y, al principio, según nuestro humilde parecer, destacaron una “The Key” que sonó más cañera que en plástico, y “Altitude”, más pesada y jugando bien con los contrastes.

Y así se encendieron las luces. De bruces, nos dimos con la realidad: era domingo fuera y dentro todo había terminado. Los barcos seguían varados ahí fuera y la ciudad, a su bola, con el ritmo lento, apaciguado. Había que volver a la rutina y luego al papel en blanco para ejercer la memoria selectiva. Se nos da mal esto de venir aquí a apostar, a intentar averiguar si las canciones que creemos que tocaron fueron realmente las que tocaron. A alguno no le gustará ni que lo confesemos, pero también amamos ese riesgo: tengo que ponerme las pilas y hacer esto bien, aunque sea por lo civil, aunque sea por lo criminal; agenciarme la lista de canciones que ellos tengan y dejar de hacer parapente sin parapente. Si he cometido algún error en los títulos del repertorio, que no se detenga la tormenta de collejas, presto mi nuca pelada para recibirlas. Eso sí, no tenemos dudas con el resto, lo expuesto más allá, con el renglón fino y el oído grueso, por supuesto, subjetivo como no puede ser de otra manera. Band of Rascals ofrecieron un concierto aseado y noble, donde quizás faltó ese algo indefinible que recorre lo bueno de lo excepcional. Tampoco están tan lejos, más lejos está Canadá y llegaron y seguro que volverán. Además, es todo hojarasca, de verdad.

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