Nueva edición del festival Womad en Cáceres y de nuevo la organización puede estar bien orgullosa de mantener el éxito de convocatoria y la calidad artística de este festival único en su género. Se cifra en más de 160.000 asistentes en todo el entorno Womad en los tres días de festival, lo cual es un record sin precedentes.
Además de las históricas 31 ediciones anteriores, el equilibrio entre grandes artistas, grupos emergentes y una buena representación de artistas nacionales y locales fue parte de su éxito. Hay que reconocer que en esa cantidad de asistentes tuvieron mucho que ver las propuestas locales. En total veintiún grupo de quince países, nueve de ellos de las dos provincias extremeñas. Un encuentro de culturas excepcional. En la presentación oficial del festival las entidades organizadoras (Junta de Extremadura, Ayuntamiento y Diputación de Cáceres) proclamaron el orgullo de sentirse ciudad Womad, resaltando que pocas ciudades en el mundo tienen tanta conexión con los fundamentos del festival y sentían que compartían el mismo ADN. Por parte de la dirección y producción del festival (Womad y Sonde3) lo mismo, o sea plena satisfacción de seguir en Cáceres. Y no sabemos si esas declaraciones tenían un doble sentido por los problemas que ha tenido el Festival con la ciudad de Las Palmas donde extrañamente, después de muchos años, no se celebró el pasado noviembre.
Recalcamos que es un festival único (no macrofestival), totalmente gratuito y en el que puedes ver todos los conciertos porque se suceden de forma alterna en sus dos escenarios principales. Situados estos en la bonita Ciudad Monumental de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad.
Además de los conciertos hay diversas actividades paralelas dentro del festival. Talleres infantiles y de adultos, el Mercado Global con propuestas de artesanía y gastronomía, el Mundo de Palabras con cuentacuentos o los documentales musicales. Pero vamos a ver que dio de sí la parte musical, que adelantamos que fue mucha y muy interesante.
Jueves 8 de mayo
Llevo unos cuantos años viniendo a este festival y nunca había visto una apertura en jueves con la Plaza Mayor tan súper llena y tan cómplice con lo que había en el escenario. Niños, jóvenes y adultos, todos cantando cada una de las canciones que El Gato con Jotas (Sergio Gómez) presentaba.
Pero antes de seguir déjenme hacer un inciso. Justo hace unas semanas nuestro compañero Fernando Neira escribía en el diario “El País” un muy interesante artículo titulado “El folk español hace añicos el armario”. En él resaltaba el trabajo que están haciendo artistas como Mondra, Dulzaro, Davide Salgado, Juanjo Bona o Rodrigo Cuevas. Todos cuidando la estética y mostrando su amor por la tradición y la modernidad, pero sobre todo reivindicando la visibilidad del colectivo LGTBIQ+. Le faltó mencionar a El Gato con Jotas que seguro se une orgulloso a esa lista.
Nada más salir Sergio exclamó: “¿Quién quiere Jotas?”, reivindicando esas jotas extremeñas tradicionales, y empezó el espectáculo. En el escenario eran casi una veintena, entre coristas, bailarines y bailarinas, guitarras, bajo, violín, acordeón, percusiones, etc. y Sergio dirigiendo esa festiva ceremonia. Su repertorio son canciones populares, pero bajo su propio universo musical que se nutre de la instrumentación más básica hasta el desenfreno electrónico. Folktronica lo han etiquetado algunos, pero él lo llama Electrojota y es un desvergonzado y muy visual cabaret abierto a la celebración. Todo con un conocimiento del folclore importante. Cerró con la versión de Jotas Extremeñas de León Rubio (“y si no se le quitan bailando los colores a la molinera”) cantada por todo el público. No se olvido de lanzar un mensaje de apoyo a la población palestina. Triunfó como pocos en este Womad.
Ángeles Toledano - Foto de Hara Amorós
Tras ese torbellino Ángeles Toledano entró algo fría. La temperatura era baja y aguantó a la intemperie un inusual retraso de su actuación. Pero ese helor apenas duró un par de canciones. Tras las delicadas “Araora” y “Soleá”, las dos canciones con las que abre su brillante disco de debut, “Sangre Sucia”, entró el calor con la bulería “Nocturna Manzana” y la conmovedora taranta “Eres guapa”. Nuestro también compañero David Pérez Marín hablaba recientemente de su disco diciendo que la joven jienense ha combinado sabiamente sus raíces con un espíritu totalmente contemporáneo. Pues añadiremos que en directo, además, su presencia es magnética, poderosa y su voz limpia y emotiva. Ya fuera ella cantando sola, acompañada por la esplendida guitarra de Benito Bernal, o escoltada por dos voces femeninas (con las que cantó las alegrías de “X las niñas”), se aprecia que siente lo que canta y se nota la pasión que le pone. Se despidió contenta con esa especial versión de Las Grecas “Qué bonita aquella noche” y las bulerías de “Nada ha pasado pero todo ha sucedido”.
Cambio total de estilo con el belga-congoleño Baloji. Cantante, director de cine y artista multidisciplinar que el pasado año ganó el premio Nouvelle Voix en el festival de Cannes con su película “Omen” (Augure). De hecho su concierto fue un repaso al disco que le inspiró la película (pero que apenas aparece en ella). Diremos que en el filme los protagonistas son cuatro y en el concierto se cambió de vestuario para representar a cada uno/a de ellos/as. Aunque él solo se basta para llenar el escenario, cantando, moviéndose de un lado a otro, animando al público, con esos casi dos metros de altura y una elegancia y colorido brutal.
A pesar de su pasado rapero, Baloji compone desde el ritmo, ya sea batería o percusión y eso se nota en todas sus composiciones que animan a moverte. Temas como “King Kong”, “Maggi” o “Prima Dona” son difíciles de escuchar inmóvil. Acabó con “L’hiver indien”, “Spoiler” y “Le Secours Populaire” con los invitó a viajar a su país de origen y seducirnos con esa insuperable rumba congoleña. Se metió al público en el bolsillo y su concierto quedó para la memoria de está edición del Womad Cáceres.
Viernes 9 de mayo
De nuevo otra banda extremeña para empezar la jornada, Asina Önde. Esta con la particularidad de ser una banda de reggae liderada por un dúo de mujeres y que recientemente editaba su primer disco “Entre la encina y la jara”. “Somos fuerza y reivindicación de esta tierra que es Extremadura” dijeron e hicieron balancear con sus ritmos humeantes a la buena audiencia que acudió a primera hora. Un reggae de raíz extremeña por sus letras costumbristas, pero con conciencia social.
El relevo lo tomó Muerdo. Esta actuación le ha pillado en plena gira de presentación de su sexto disco “Sinvergüenza” con un show rodado y con una experta y virtuosa banda apoyándole. El murciano ha sabido nutrirse de la riqueza que le ha dado viajar (sobre todo a Sudamérica) e impregnarse de las músicas y músicos que se ha encontrado en el camino. Parte de su originalidad se lo da esa voz rasgada con aires flamencos y unas letras sociales, pero que también miran para dentro de forma poética. Abrió su concierto con “Como es”, que también abre su disco y donde canta “yo no quiero ser famoso, yo quería ser artista” a ritmo de son cubano. Después hizo un repaso a ese último trabajo, espaciado por temas de sus otros discos, como “Lejos de la ciudad” donde invitó al artista Santi Senso a bailar. También en la cumbia “Llegas tú” (dedicada a esas personas que son capaces de cambiar nuestros días grises) le acompañó el cacereño Niño Índigo. Todo eso sin forzar los ritmos, aunque tuviera unas 15000 personas con ganas de fiesta. Sus últimos temas fueron la bonita “Mamita linda”, dedicada a su madre y a todas esas mujeres cuidadoras que sostienen a la familia, y “Llegué hasta ti” que plasma su espíritu viajero. Seguro que ya ha aumentado su número de seguidores/as.
Traslado a la acogedora Plaza San Jorge para ver a Dowdelin, quinteto francés con sede en Lyon y raíces en Guadalupe, Martinica y Armenia. Ellos exploran un camino que recorre el jazz criollo, las pistas de baile y las percusiones antillanas creando lo que ellos han definido como “afrofuturismo criollo”. Una mezcla que en directo le costó arrancar, pero que poco a poco atrapó al numeroso público que llenaba la plaza. Canciones adictivas como “Simé Love”, “Tan Nou” o la vibrante versión del “I Like To Move It”, funcionaron a la perfección ante ese público que siempre responde con entusiasmo ante los ritmos que invitan a bailar.
Angélique Kidjo - Foto de Hara Amorós
Para cuando acabaron Dowdelin, la Plaza Mayor ya estaba a rebosar esperando a la beninesa Angélique Kidjo. A pesar de que ella no quiere que la nombren así, pero por su historia (5 premios Grammy), por su música (16 discos editados) y por su compromiso con causas sociales, se le considera la nueva Mamá África. De hecho, a la que antes llamaban así, la gran Miriam Makeba, le transfirió “el cargo”. Fue una pena poder disfrutarla solo durante una hora, así que sus más de cuarenta años de carrera estuvieron resumidos en apenas trece canciones con una mezcla de estilos. Hizo un repaso a su último disco de título explícito “Mother Nature”, pero no faltaron esas versiones de Talking Heads, “Crosseyed and Painless” y “Once in a Lifetime”, que ella ha devuelto a África. La clásica y dinámica “Agolo”, con más de 30 años y que ya hablaba de la necesidad de cuidar el planeta. Su homenaje a Celia Cruz, “Bemba Colorá” que enlaza los ritmos africanos y los caribeños. La inevitable “Afirika” declarando su panafricanismo. Y no podía irse sin el “Pata Pata” de su querida Miriam Makeba. Demostró que su voz sigue igual de poderosa, que mantiene una energía desbordante, bailando y moviéndose por todo el escenario y además conectando totalmente con el público. Otra triunfadora.
Vuelta a la Plaza San Jorge donde nos esperaban Rust. Dúo musical formado por la vocalista libanesa Petra Hawi y el productor sirio-checo Hany Manja, ambos viviendo en República Checa. Ellos definen su estilo como “electro-tarab”, explicando que tarab es el principio fundamental de la música clásica árabe. La voz calida de Petra cabalga entre las melodías arabescas y electrónicas de Manja y consiguen redefinir ese patrimonio musical, aunque respetándolo. Si bien en su reciente disco “Masar” suenan más atmosféricos, en directo fue una agradable sorpresa ver como esos ritmos árabes subían y bajaban de intensidad hasta explotar y conseguir que todo el público se pusiera a botar extasiado. Agradable sorpresa.
Para acabar de rematar a los más bailongos de día, ahí estaban Kumbia Boruka. Numerosa banda franco-mexicana fundada por Hernán Cortés, ex integrante de Celso Piña y su Ronda Bogotá. El malogrado Celso elevó con su acordeón el estandarte de la cumbia vallenata que se vive entre México y Colombia y también la contaminó con rock, reggae, pop o ritmos tropicales. Kumbia Boruka sigue su ejemplo y con solo tres discos ya son reconocidos internacionalmente. Y aunque ahora la cumbia se escucha por todos lados y nos parece algo cotidiano, es conveniente saber que hasta casi 2010 la cumbia no era reconocida. Actualmente grupos como Chico Trujillo, Los Mirlos o el mismo Celso Piña han ayudado a popularizarla. Cierto que puede resultar algo repetitiva, pero eso al público no le importó, más bien al contrario, estaban encantados con ese ritmo que permite bailar libremente sin tener que seguir los pasos. Acabaron con el clásico “Reina de Cumbias” que fue imposible de aguantar quieto.
Sábado 10 de mayo
De nuevo representación extremeña para inaugurar el día, Canchalera. Marta Jiménez, originaria de Plasencia, es la que está detrás de proyecto. Mezcla de rap de los 90, con música urbana y flamenco, pero con orgullo extremeño. En sus barras habla de la familia, de las “chonis” de verdad, de los que son capaces de tirar hacia delante con todo y de sus amigos raperos. Algunos y algunas de ellas estuvieron respaldándola, como Fran Pizarro, su hermana Raquel “Morena” o la rapera de Sabadell Lil Aiden. Fue una buena sesión, con bajos contundentes, que contentó a los miles que ya estaban en la Plaza Mayor. Ellas salieron encantadas de haber podido mostrar su trabajo.
Pero la plaza aún se llenó hasta los topes para recibir a otra banda extremeña que en poco tiempo han elevado su popularidad de forma exponencial, Sanguijuelas del Guadiana. Aún no han editado su primer disco y no paran de tocar en salas y festivales. El grupo lo formaron tres chavales procedentes de la Siberia extremeña, una zona montañosa al noreste de Badajoz, que querían hacer música. Eso les llevó a desplazarse a Cáceres o Madrid, pero al final regresaron al pueblo para consolidar su proyecto. Y esto es lo que cuentan en las letras de sus canciones, ese viaje de ida y vuelta y que han ido publicando poco a poco. Inevitable ver parecidos con Los Delinqúentes, sobre todo por la voz de su cantante, pero ellos no ocultan haber escuchado mucho a su paisano Robe, Estopa o Triana. Aunque en directo ellos sonaron mucho más rockeros, potentes y con algún apunte de electrónica. De piel de gallina su final cantando con toda la plaza “Llevadme a mi Extremadura” de Los Cabales, agrupación legendaria de la región. Hay que saber que detrás de la grabación de disco y apoyándoles en sus conciertos está el buen hacer de Jorge González (percusionista de Vetusta Morla) que seguro que les aconseja en estos momento de explosión de popularidad. ¡Que bien que Womad muestre grupos emergentes que seguro que van a ser grandes!.
Salto estilístico para ver a The Zawose Queens. Ellas son Pendo y Leah Zawose, hija y nieta del difunto Hukwe Zawose, carismático cantante y músico de habilidades singulares que dio a conocer la música de su pueblo (los wagogo, de la árida región de Dodoma, en el centro de Tanzania), a un público internacional a través del sello Real World y de la mano de Peter Gabriel. Ahora ellas honran su legado con su primer disco “Maisha” y, por primera vez en su amplia familia, cantan y componen sus propias canciones, donde el papel de las mujeres del clan seguía siendo secundario. Aunque estaban apoyadas por un trío, guitarra, teclados y batería, ellas fueron el centro del espectáculo cantando, bailando y tocando instrumentos tradicionales como el illimba (piano de pulgar) o los tambores ngoma. Sus cantos polifónicos, en los que hablan de la pasión por la música, de las maravillas de la vida o de sus raíces africanas, y sus constantes polirritmos, atraparon a ese público fan del Womad que disfruta cuando le muestran cosas que no conocen.
Esos mismos “womeros” llenaban la Plaza San Jorge para ver a la portuguesa Ana Lua Caiano. Ella cuenta que su proyecto nació en tiempos de pandemia “influenciada por los cantautores portugueses, la música tradicional y su obsesión por Portishead y Björk”. De la combinación de estas piezas resultó un estilo singular de electrónica-tradicional. En directo se presentó sola rodeada con teclados, samplers y algunos instrumentos. Con ellos iba grabando ritmos, voces y melodías que va moldeando para acompañar a su expresiva voz. Su valentía se demostró cuando simplemente con una pandereta consiguió que toda la plaza pusiera coros a su canción “Ando em círculos”. Actualmente es una de las artistas más solicitadas de la música portuguesa y viéndola se entiende.
Revuelta de tuerca porque en la Plaza Mayor siguieron Nusantara Beat. Otra sorpresa, sobre todo por lo poco conocido de su música. Este sexteto holandés está formado por componentes de otras bandas (Jungle By Night, POM, The Mysterons, Altin Gün, Surf Aid-Kit y EUT y esto dice mucho de la efervescente escena holandesa con grupos de múltiples estilos y su envidiable promiscuidad musical), todos ellos indonesios-holandeses de primera, segunda y tercera generación que redescubrieron sus raíces a través de la música. Dicen que lo suyo es folk psicodélico porque está inspirado en canciones tradicionales indonesias, pero interpretado desde su visión occidental y moderna. De nuevo el público cacereño respondió con complicidad a esas melodías desconocidas pero atrayentes.
Ácido Pantera - Foto de Arturo de Lucas
Más cercana sonó la propuesta de Acido Pantera. Y también más conocida, porque hubo mucho público que no pudo acceder a la Plaza San Jorge porque estaba totalmente repleta. Tanto, que hacía hasta difícil bailar la música salvaje que este trío bogotano disparaban desde el escenario. Justo dijeron que su principal objetivo era hacer bailar al público y con esa fusión de electrónica y ritmos tropicales de sabor colombiano, ¡vaya si lo consiguieron!. En directo disparan bases, tocan percusiones, flauta colombiana, bajo y con una voz cantante. Para ellos ese hibrido entre música house, cumbia, vallenato, salsa, champeta, etc. es lo más natural y no tienen problema en orientarse más hacia uno u otro. Con canciones como esa tecno cumbia de “Sonido Campechano” o ese merengue acelerado de “Pantera ponte a bailar” formaron auténticos revoltijos humanos. Se fueron con “Carnavaliao” haciendo corear “Ale ale ale” al más puro estilo hooligang. Se les recordará también.
Para cerrar ese día de músicas para no parar de bailar, otra banda con vistas a las pistas de baile, pero en una línea bastante distinta, Arp Frique & The Perpetual Singers. Bajos y guitarras funk, teclados disco ochentenos y unas impresionantes voces soul, todo con un ritmo que te cautiva. El culpable el neerlandés multiinstrumentista, compositor y productor Niels Nieuborg a.k.a. Arp Frique. Si antes combinó ese funk con sonidos caboverdianos, caribeños y africanos, en esta nueva encarnación fusiona el P-funk (véase George Clinton y sus Parliament/Funkadelic) con gospel-disco. Algo así como si entraras en una ceremonia en pleno Bronx y predicaran con un nuevo evangelio funky-disco. De hecho mostraron su nuevo disco The Gospel of Jesamy. Arp Frique reconoce que sus directos están muy influenciados por Prince. Así que la puesta en escena también está cuidada, cinco voces negras principales con una presencia y elegancia espectacular, con mucho colorido. La autopresentación que hizo cada una de ellas fue impresionante. En directo esas composiciones son pegadizas y conmovedoras a la vez. A destacar de nuevo esas interpretaciones vocales que se mantienen fieles a las raíces polifónicas del gospel y que resultaron totalmente hipnóticas. De esta manera el público asistió a la última ceremonia musical de este Womad exitoso y multitudinario.
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