Trocitos de vida y cromo
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Trocitos de vida y cromo

8 / 10
Reuben Weedianaut — 29-06-2022
Fecha — 23 junio, 2022
Sala — Jimmy Jazz Gasteiz, Vitoria-Gasteiz
Fotografía — Dos Por Dos

En la Aste Nagusia de 2006 se dio un cisma en muchas cuadrillas bilbaínas. El programa de fiestas anunciaba la actuación de Su Ta Gar y Berri Txarrak en el escenario principal de Botica Vieja. ¿Quiénes serían los primeros en tocar aquella noche? Mi hermano pequeño todavía saca a colación el tema cuando se juntan amistades de la infancia y alcohol. ¿A quién quieres más? ¿A aita o a ama? Lo que sientes tuyo siempre duele más. Somos recuerdos de lo que fuimos. Cada persona construye su relato, y ninguno es menos válido frente al de las demás. Solamente diferente. Como le dijo Lola Flores a Clemente: ni mejores, ni peores. Diferentes. Diversos como la música que los/nos acompaña, personal e intransferible.

Medio año después de lo previsto, nos vemos en una dicotomía similar, al encarar tres fechas consecutivas (una en cada capital de la CAV, cada una de ellas en su sala más emblemática) de una dupla que ha cincelado de maneras muy distintas memorias cimentadas en el hardcore y variantes. Albert dirimía el debate tajantemente mientras calentaba haciendo caja sobre un taburete del backstage. “Quienes más necesitan un tacataca, abren la velada”. Así las cosas, Nueva Vulcano subían a las tablas de la Jimmy Jazz ante una audiencia dispar. ¿Arconada o Iribar? ¿A quién le importa un bledo? Disfrutemos del encuentro. A falta del titular Wences Aparicio, ausente por asuntos personales, sería Marcel Pujols de los barceloneses Power Burkas quien tomase el escenario al bajo, encarando (y a la postre, solventando con nota) su primer concierto con los Nueva con apenas diez días desde su primer ensayo juntos. Un día tan señalado da comienzo con “Predominio de Sol” (y buen tiempo) para un setlist quizá demasiado centrado en su último lanzamiento. No olvidemos que, al fin y al cabo, se trata de la gira de presentación de “Ensayo” (La Castanya / BCore, 2020), y su primer single a continuación empieza a ablandar nuestros pétreos corazones con sus historias. “Qué desmadre (...) encima voy a emocionarme”. Las primeras emociones se desatan sin miedo a la resaca del día laboral siguiente. Con un poder de convocatoria menor de lo esperado (en Dabadaba la gira haría sold-out y en el Kafe Antzokia metería más de 400 personas), lo importante es participar y Artur lo hace con una perenne sonrisa durante todo el recital, gustándose en los arpegios finales de “El Sueño Europeo” en un día en que dejamos de creer en él definitivamente. Nos hemos hecho mayores a fuerza de disimular, pero “Fluorescente” nos transporta al esplendor de otros techos con la firmeza de Albert a las baquetas y el bajo post-punk de Marcel, como unos The Smiths alegres o unos Pulp sin snobismo. Delante los graves se acumulan, pero un paso atrás y es “Reversible”. “Está ocurriendo otra vez, como nunca, como siempre”. Disonancia con D de DC, recuerdos a hardcore, punk y emo. A BCore, en definitiva, un sello indisociable de nuestro crecimiento musical (y personal) que toma presencia física en forma de un Santi García (a los mandos de la mesa de sonido durante todo el tour) que sustituye a Marcel a las cuatro cuerdas para el combo “Mercurio Retrógrado, etc.” y “Una Observación” en una suerte de crossover old-school con No More Lies. Incontables los discos producidos por Santi que pueblan nuestras colecciones, todas las coordenadas apuntaban aquí. Luz blanca fija como Fugazi. O como Lisabö, decimos en EH. “El Eucalipto” desata puños al aire por los que dejamos escapar memorias de otros tiempos, pero el trío de BCN ha conseguido que sus canciones sean tan atemporales, nuevo y viejo repertorio se confunden como uno solo. “Te Debo Un Baile” es el HIT, con esas letras que han creado escuela en Cala Vento y en toda una generación que no pudo conocer a los míticos Aina. Canción Rock Espontánea desde Barcelona, se autodenominan. “Nunca te voy a pedir que confíes en mí”, pero tenemos confianza ciega en ellos y “El Ataque” trae un hardcore-punk exento de pit. No hay pogos en tacataca, y pausamos para celebrar la amistad en “La Pedra Oscil·lant”, porque es todo lo que tenemos. College rock escuela Hüsker Dü porque siempre hay motivos para la celebración. “Norte y Sur se abrazan”, o deberían. “Líbrame de la violencia y las rotondas” suena en Gasteiz como podría hacerlo en NY o Minnesota, pero viene de San Felíu de Guixols, de gran pulimento y difíciles de oxidar como Shellac para terminar con brillo semejante al de la plata. Como dicen más allá de los Pirineos: c'est nickel!!

Viva Belgrado debutaban en la plaza más importante de la capital de Euskadi tras la quimera que han supuesto estas fechas pendientes desde enero. Prueba de la fidelidad de su público es que, en su gran mayoría, ha conservado las entradas durante meses para poder presenciar en directo las canciones de “Bellavista” (Aloud Music / Walking Is Still Honest, 2020), un disco que ha aliviado durante los dos últimos años los corazones de muchas de las personas en la Jimmy. “Una Soga” marca, como ya es costumbre, el camino a seguir. “Me subo al escenario, saludo a la afición”, y la satisfacción empieza a hacerse presente. Sobre el escenario se transforman, más ahora que Jaime (de los sevillanos Catorce, con un fan portando camiseta entre el respetable) y su fisicidad a la guitarra ya se hallan plenamente integrados en el círculo que forman sobre las tablas para condensar esa energía que Santi se esfuerza en controlar desde el sonido. “Cerecita Blues” confirma que, aunque piensen en dejarlo a menudo, nunca lo harán. Porque nadie dijo que vivir fuera fácil, pero caminar la vida con la mirada limpia de quien ve el mundo por primera vez facilita las cosas. “Erida” es Berri Txarrak en mi memoria, pero cada una tendrá la suya, y sus partes que intentar esconder. Esta noche todas quedarán al descubierto, escurriéndose por nuestras gargantas para vencer “Annapurnas” y escribir la historia de quien vive permanentemente en la derrota. “Recogeremos los restos de nuestras derrotas, y venceremos”, cantaban Elle Belga una noche que compartí hace años con los cordobeses viendo a Lisabö en el Antzoki. Recuerdos vestidos como “Un Collar” para reafirmar que merece la pena pelear por tus principios, y nos dejamos llevar por el chantaje emocional. Los ojos se humedecen mientras mantenemos “Vicios” que nos mantienen vivas. “Tengo preguntas porque no tengo respuestas”. Nos permitimos la sinceridad para responder, coherentes con nuestras contradicciones, “si es tan obvio ¿por qué es tan difícil de entender?”. Con el público ya rendido, nos dan un respiro y dasanudan el “Shibari Emocional”. Esta es la casa vacía en la que nos queremos instalar. Cambiamos de paralelo y meridiano para madurar, para dejar constancia de que estuvimos aquí, y aquí seguiremos. Somos testigos. Demos testimonio con “Un Relato”. O varios. Porque siempre hay algo que relatar y son muchas las voces.

Parón antes de volver la vista atrás y acometer la marea “Báltica” con el cansancio de quien no pertenece a ningún sitio, si no a todos a la vez. Somos “De Carne y Flor” y el dolor nos sienta bien, pero esta no es una noche para sufrir, de algún modo nos levantaremos y nos derramaremos a corte limpio. “Es el precio a pagar por estas canciones”. El tridente se completa con “Madreselva” y desde nuestros pulmones y los de Cándido elevamos la intensidad del crepúsculo para amanecer “Por la mañana, temprano”. ¿Screamo, hardcore, rock, punk, trap? Todo eso y algo más. EMO. Eso es lo que siempre fuimos. Un puñado de recuerdos y emociones tratando de sobrevivir. “Amapolita Blues” se ha convertido en una de las canciones preferidas en los conciertos precisamente por eso. Porque apela a vivencias comunes que nos importan lo suficiente. Álvaro y Ángel sostienen los cambios de tensión del tema que da paso a nuevas coordenadas, y sorprenden con “Pena Sobre Pena” para dejar la sala oliendo a canelita y clavo, su composición “más andaluza” hasta la fecha y muy celebrada entre la asistencia. Si esta era la sorpresa en el setlist, “El Gran Danés” supone un retorno esperado a la fosa abisal de “El Invierno” (un pequeño premio para quienes estamos ahí desde los inicios, ¿para cuándo “La Doulou”?) y ni siquiera el sol puede competir con ellos cuando abren sus fauces. “Nadie muere bajo el sol”. Podemos partir en paz. “Ravenala” pone punto final a la odisea de “Ulises” y a la velada, y no se me ocurre manera mejor de despedirnos. Un repaso a esos momentos que nos han llevado ahí, siendo las personas que somos, sin saber las que seremos pero con la certeza de que volveremos a encontrarnos para comprobarlo. “A las buenas vistas. A los reencuentros. Y la vida, que es movimiento”.

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