En Enero de 2011 tuvo lugar un recital en el Winter NAMM de Anaheim en el que músicos invitados iban a exhibir productos musicales de la mejor manera posible: probándolos. Tras acabar el show, los tres músicos encargados de improvisar se dieron cuenta del potencial que tenía la propuesta musical que se acababa de generar: habían nacido The Aristocrats. Y es que cuando juntamos en una misma habitación a tres músicos de la talla de Marco Minemann, Guthrie Govan y Bryan Beller, desde luego queda claro que hay una alta probabilidad de que se dé un despliegue de genialidad técnica superior a lo que estamos acostumbrados.
Tratándose de un concierto que transcurría un lunes, y con un coste de entrada un tanto elevado, era de esperar que la sala se fuera a encontrar medio vacía, pero fue una agradable sorpresa comprobar que aún hay gente interesada en la experimentación y el virtuosismo que nos ofrecía esta noche The Aristocrats. Presentaban en esta ocasión su último trabajo “You know what?...” y la gente se juntaba en el Kafe Antzoki con cierta impaciencia, deseosos de que los tres músicos salieran a las tablas. Y con una puntualidad británica, dio comienzo el espectáculo. Con una intro country de fondo, aparecieron en el escenario los tres genios. Bryan Beller como maestro de ceremonias hacia las veces de mediador entre la banda y los asistentes, en tono de comedia para ayudar a dinamizar un poco y relajar la densidad de la propuesta musical que este trío nos presenta. Guthrie se limitaba a coger la guitarra y saludar de manera humilde y Minemann asentía y se colocaba tras el inmenso kit percusivo.
Y en un segundo, un tornado de timbales y notas nos golpeó. Empezaba el tema "Blues Fuckers" con ese acelerado tempo en el que los tres músicos nos introducían en su espiral vertiginosa y aprovechaban para ya de paso presentarse, aunque todo el mundo ya lo supiera perfectamente. Con matices de intensidad y dinámicas muy sugerentes, se movían entre el clásico blues, llevado a un extremo técnico y moderno que nos hacía agitar la cabeza y sugetarnos las mandíbulas al mismo tiempo. Y es que aunque ya fuera sabido, tan solo en los primeros 5 minutos, quedó confirmada ya la valía de estos tres titanes.
Tras finalizar, Beller volvió a coger la voz cantante para empezar a explicar la historia de la siguiente canción, y así hicieron en cada una de las piezas que interpretaron: una charla previa explicativa sobre el origen o estilo del que emergió, seguida de música música y más música.
Así, " D-grade fuck movie Jam" se inspiraba en una mala crítica en la que se referían a ellos como los creadores de una banda sonora en una película pornográfica, evidenciado por el uso excesivo del wah-wah, "The Ballad of Bonnie and Clyde" en la aventura que vivió Bryan Beller cuando en una ocasión le robaron sus instrumentos y así con todas las demas obras. En "Spanish Eddie" pudimos ver como Govan tomaba el liderazgo con ese toque ibérico que caracteriza a la canción, siguiendo con "When we all come together", pieza en la que recuperaramos de nuevo el sonido desértico, y en el que juguetearon con un cerdo y una gallina de plástico, haciendo compases de 5/8 y divirtiendo como alucinando a todos los asistentes. En "Get it Like that" volvió a dejarse ver la raíz jazz que marca uno de los tres ejes de la música de "The aristocrats", y tuvimos el placer de presenciar un solo de batería de Marco Minemann quien transmitía con su alegría y sonrisa una calma que hacía parecer fácil cualquier complicación técnica, buceando entre ritmos locos e imposibles y llegando a hacer un tributo al fallecido Neil Peart interpretando la parte más característica de la estrofa de Tom Sawyer.
Ya hacia el final del show, Guthrie cogió el micrófono, para sincerarse con el público, agradecer y reír, sobre lo pronto que cerraban los bares en Inglaterra e interpretar "Last Order", primera canción de un tempo más lento y emotiva. Esta pieza nos hizo cerrar los ojos y viajar, y también reflexionar si a veces no habría que prescindir un poco de tanta habilidad técnica para llegar más a la gente con momentos como este. Le siguieron "The Kentucky Meatshower" y "Desert Tornado" volviendo a otro de los pilares de su música y para finalmente interpretar "Flatlands", pieza de su primer álbum en el que vuelven a ponerse emotivos y nos demuestran que son capaces de tocar lo que les apetezca. Tras un amago de abandono del escenario, se despidieron del público, no sin antes tocar "Smugglers Corridor" en la que el público coreó una melodía digna de un clásico western, mientras estos tres caballeros se alejaban finalmente hacia un imaginario paisaje árido, dejándonos con un vacío que ni la mejor zarzaparrilla podría llenar.
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