Sexy Sadie
Conciertos / Sexy Sadie

Sexy Sadie

1 / 10
Redacción — 12-12-2006
Empresa — Spanish Bombs
Fotografía — Archivo

Seis discos de estudio, uno de remezclas, otro de rarezas, un grandes éxitos, un álbum en directo y uno de versiones. Los mallorquines Sexy Sadie dejan un variado y completo legado después de catorce años de carrera. Tocar en tugurios, cerrar festivales ante veinte mil personas, sonar en los 40 Principales, poner sintonía a anuncios de coches o hacer en 1998 uno de los discos fundamentales del pop nacional (su obra maesta, “It’s Beautiful, It’s Love”). Una biografía que refleja a la perfección la ondulada vida de las bandas indies de los noventa. Y para poner punto y final a todo esto, un concierto de más de dos horas de duración radiografiando toda su carrera con todos los músicos que han ido pasando por el grupo. Desde Miqui Serra (lo más fresco del concierto tuvo lugar con él sobre el escenario, entonando las míticas “Plastic Face”, “Attitude”, “Rock’n’Roll Fear” o la coreadísima “In The Water”), hasta el guitarrista Carlos Pilón, con quien los Sexy Sadie dieron sus mejores directos (quedaron muy bonitas las muy Beatles ”Charlie Jones” y “He Said, I’m Sorry”), o el bajista José Luis Sampol. Emotivo de principio a fin, con un Jaime García entregado a sus numerosos fans y un Toni Toledo contundente a la batería, sonaron más de treinta canciones que reflejaron lo mejor (y lo peor), de la banda. Por eso fue un interesante y sincero. Desde el estribillo de pop perfecto que es “A Brand New World” (cerraron con ella tras dos bises), hasta el empalagoso sonido ochentero de sus últimas canciones. Globos, pompas de jabón, espectáculo de luces digno de una sesión dance, una sala llena hasta la bandera, interesante versión del, claro, “Sexy Sadie” de los Beatles y un aparato gaseador (insufrible) a pleno rendimiento. Todos los elementos necesarios para hacer una noche inolvidable, tanto para ellos como la sus seguidores. Adiós a Sexy Sadie en definitiva, una banda que, sin complejos y tanto para lo bueno como para lo malo, ha trabajado su sonido por encima del sentimiento de inferioridad típico del indie nacional.

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