De lo bueno lo mejor
Conciertos / Barcelona Rock Fest

De lo bueno lo mejor

9 / 10
David Sabaté y Edu Tuset — 04-08-2015
Empresa — Rock´N´Rock
Fecha — 25 julio, 2015
Sala — Parc de Can Zam de Sta Coloma de Gramenet
Fotografía — Edu Tuset

En plena temporada veraniega y coincidiendo con el inicio de festivales de heavy metal por toda Europa, Barcelona no podía ser menos y ha albergado la segunda edición del Rock Fest Bcn en Santa Coloma; una nueva edición con dos escenarios grandes y bandas del nivel de Scorpions, Twisted Sister, Judas Priest o Venom.

Jueves 23 de julio

Con un calor imperativo que nos acompañaría durante todo el primer día y tras las lógicas colas de entrada a primera hora de la tarde, abrieron el festival los locales Asphyxion, que con su recién editado EP, “Onwards to Extinction”, ofrecieron un solvente estreno ante los más valientes que desafiaron el ardiente sol. Tras verles, podemos afirmar que prometen dar no pocas alegrías a todos los fans del thrash old school más crudo y rudo. Por su parte, los fans incunables del rock urbano de Rosendo disfrutaron intensamente de su actuación y, sobre todo, de su último tema, “Maneras de vivir”, donde el ex Leño demostró que también ha sido una leyenda rockera en su propio país.

Bajo un sofocante calor, repitieron en el festival los suecos Sabaton, una de las bandas con las que la gente más disfrutó en la primera jornada. Su cantante Joakim Brodén volvió a defender su último disco, “Heroes”, frente a un público entregado que cantaba todos los temas, entre ellos el notable “Primo Victoria”, y que reían sus gracias cuando se enfundaba la guitarra y nos contaba cómo podría haber sido músico de la última y malograda gira de Michael Jackson. Un curioso fenómeno. Por el contrario, Dream Theater, con un setlist especial donde interpretaron temas de sus distintas épocas, se fueron desinflando poco a poco y acabaron siendo algo repetitivos y faltos de ganas; aún así, sus mayores devotos celebraron especialmente los temas de su clásico “Metropolis”, que llevaban tiempo sin escuchar en directo.

A continuación, Rick Parfit y Francis Rossi de Status Quo dieron una lección de rock ’n' roll que estamos seguros que sorprendió a muchos que nunca habían prestado demasiada atención a la banda o bien nunca los habían visto en directo. Su setlist no solo se basa en greatest hits como “Whatever you Want” o su version más dura del "Rockin' All Over the World” de John Fogerty, sino también canciones que te hacen enmudecer como “Caroline” o “Roll Over Lay Down”, que dejarían muy alto un listón que solo una banda como Scorpions podía superar.

Los alemanes se encuentran inmersos en su 50 aniversario y en su "enésima gira de despedida”, tal como nos recalcó irónicamente Dee Snider de Twisted Sister el día siguiente. Rudolf Schenker controló, una vez más, el ritmo del concierto desde el inicio con “Going Out With a Bang”, uno de los tres temas del nuevo disco “Return to Forever” que sonaron esa noche. La conexión del público con la banda fue intermitente; una lástima, ya que, por ejemplo, el medley de canciones de los 70 que se marcaron fue espectacular, pero el público esperaba temas como “Still Loving You”, “Wind of Change” o las más rockeras “Big City Nights”, “Black Out” o su corte final, “Rock You Like a Hurricane” para pasárselo bien y hasta esos precisos momentos no pudimos ver cómo fluía la magia del show. La polémica en “The Zoo”, con el grupo arropado por una enorme bandera “rojigualda” en su enorme pantalla de fondo, la dejamos para los medios sensacionalistas sin suficientes conocimientos musicales.

Pero aún faltaban tres bandas para rematar la noche: Nightwish, Saxon y Wasp. Los finlandeses liderados actualmente por la vocalista Floor Jansen hicieron el segundo show más espectacular de la noche, con pirotecnia que dejo casi chamuscados a algunos fotógrafos y mucha actitud sobre el escenario. Floor sinceramente les da un punto de agresividad que nunca antes habían tenido y, sinceramente, para un servidor se adecúa mucho más a una banda que mezcla el metal sinfónico y con el más poderoso. Saxon, en cambio, salieron poniendo desde el principio todas las cartas sobre la mesa, con un tema como “Motorcycle Man” que revivió por una hora en Santa Coloma el espíritu de la N.W.O.B.H.M. Biff Byfford es la voz (con el permiso de Bruce Dickinson) que ha reivindicado sin interrupción durante más de 30 años este subgénero musical, y temas como “Princess of the Night”, “Crusader”, “Wheels of Steel” o ese final con “Denim and Leather” son sencillamente himnos generacionales que seguirán sonando dentro de tres décadas.

Un digno final que pasó el relevo a Blackie Lawless de WASP. Las camisetas del grupo entre el público asistente fueron de las más vistas, al menos en esta primera fecha, algo sorprendente tras ver en estos últimos años la cancelación de numerosos conciertos suyos por falta de afluencia o, en el mejor de los casos, sus medios aforos en salas pequeñas. Me alegra que las melodías de WASP vuelvan a tener vigencia, ya que en directo suenan a la perfección y la voz de Blackie ruge como nunca. Temas como “Blind in Texas”, “I Wanna Be Somebody” o “Chainsaw Charlie (Murders in the New Morgue)” son completamente atemporales y deben seguir sonando por todo lo alto.  Texto por Eduard Tuset.

Viernes 24 de julio

El viernes tocaba volver pronto al recinto. A la una de la tarde arrancaban con ganas y desafiando, de nuevo, el apretón del sol, los madrileños Hamlet, quienes, como siempre, facturaron una descarga intachable de metal directo, engrasado y sin fisuras. Tras ellos, Entombed A.D. volvían a dejar patente que, si bien en su último trabajo de estudio no lucen como de costumbre, en directo siguen manteniendo encendida la llama del death metal sueco con más groove y mala uva. Abrieron con “Pandemic Rage”, de lo mejor de “Back to the Front”, aunque lo mejor vino con sus temas menos recientes: la virulenta “Stranger Aeons”; el infalible death-rock de “Eyemaster” y “Wolverine Blues”; el punch de “I for an Eye” o las lejanas y vertiginosas “Chaos Breed”, “Left Hand Path” y “Supposed to Rot”.

Con ello dimos por inaugurado el tramo más extremo del festival (a excepción de Venom, que cerrarían el evento al día siguiente), al que se sumaron Brujería. La formación liderada por Juan Brujo, machete en mano y pañuelo tapando la cara, como el resto de músicos, ofreció lo que se esperaba de ellos: un destructivo cóctel de grindcore y death metal lacerante con las reconocibles siluetas de Shane Embury (Napalm Death), Jeff Walker (Carcass) a la guitarra y Nick Barker (Lock Up, Benediction) a la batería. Un line-up de lujo para una banda macarra como pocas que escupió uno tras otro auténticos trallazos de mala ostia concentrada: “Brujerizmo”, “Colas de rata”, “Hechando chingasos”, “Marcha de odio”, “La ley de plomo”, la coreada “Matando güeros” -improbable hit popular- y la outro enlatada “Marijuana”, su pachanga versión de la Macarena, para oxigenar un poco al personal tras semejante vendaval sonoro. Preparan disco para este 2015; agárrense fuerte.

El nivel de brutalidad se rebajó solo ligeramente con los norteamericanos Nuclear Assault, referentes de la rama del thrash metal reivindicada actualmente por bandas como Municipal Waste o Iron Reagan, con muchos puntos en común con el hardcore y una apuesta sónica a prueba de bombas. Por momentos tiraron un poco de marcha automática, pero su sello brilló en cortes como “Butt Fuck”, “Sin”, “Trail of Tears" o "Hang the Pope”. Una buena despedida tras tres décadas de trayectoria. Les siguieron los alemanes Destruction, una de las formaciones de thrash metal más en forma de la actualidad, a pesar de figurar, como los últimos en tocar esa noche, Annihilator, en una segunda división para nada obviable. Los germanos aprovecharon a conciencia su tiempo, encadenando sin apenas respiro ni piedad trallazos del calibre de “Thrash till Death”, “Nailed to the Cross”, “Death Trap” o “Bestial Invasion". Marcel Schmier tuvo algún momento divertido -“dedicamos esta canción a las chicas: porque os amamos… y os odiamos"- lideró el trío con aplomo, aunque se le vio ligeramente apurado y bastante enrojecido por el sol y el calor. Con todo, un muy buen show que culminaron con “The Butcher Strikes Back".

Powerwolf sorprendieron a muchos con su teatral puesta en escena -se nos ocurren muchas referencias, de King Diamond a Ghost- y su power metal bien diseñado que potencia las melodías y estribillos adhesivos. Si a ello le suman los decorados, el maquillaje y el atuendo de su cantante Attila Dorn y unos títulos de canción que no esconden un saludable sentido del humor (“Amen & Attack”, “Resurrection by Erection”) darán con una propuesta que otros podrían haber convertido en autoparodia y que ellos logran llevar a buen puerto mediante el equilibrio de todos los elementos citados.

Por el contrario, lo de Ángeles del Infierno fue un verdadero despropósito, principalmente por los problemas de sonido, que diezmaron una interpretación, por lo general, correcta. No sabemos cuánto tuvo que ver en ello la ejecución de la banda, tal fue la confusión sonora, aunque en el tramo final resucitaron gracias a cortes ampliamente coreados como “A cara o cruz” o “Maldito sea tu nombre”.

Fuimos muchos los que nos reencontramos con Helloween gracias a uno de los mejores conciertos que han ofrecido recientemente por aquí. Mentiríamos si os dijéramos que seguimos con atención sus últimos pasos; lo cierto es que, escuchados un par de veces, sus últimos discos no consiguen despertan demasiado nuestro interés. Pero lo de esta noche fue distinto. Arrancando con las imparables “Eagle Fly Free” y “Dr. Stein”, la banda, secundada por una enorme calabaza con la corona de la estatua de la libertad, ofreció un show sin apenas parones ni solos innecesarios, articulado por un repertorio notable. Sobraron, quizás, algunos temas recientes, pero su medley de "Halloween/Sole Survivor/I Can/Are You Metal?/Keeper of the Seven Keys” y las finales “Future World” y “I Want Out” supieron a gloria.

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Y tras ellos, uno de los mejores shows del festival: con todos ustedes, ¡Twisted fuckin’ Sister! Así es como se refirió a la banda su propio líder, el carismático, incombustible y hablador Dee Snider, sin duda, en una posición de honor en el hipotético top de los tops de frontmans clásicos más en forma que lidera Bruce Dickinson, con quien compartieron cartel -y sin titubear- en el madrileño Sonisphere de 2011. El derroche de energía destilado por la banda y, en especial, por Snider, es difícil de describir. Su pericia y su expansiva performance -bronca incluída al técnico de sonido del escenario contiguo por molestarle con las pruebas de sonido de la siguiente banda- evitaron que sus largos parlamentos aburrieran en ningún momento, y sus temas se sucedieron como lo que son, grandes e indiscutibles hits del hard rock, de “The Kids Are Back” o “Stay Hungary” a “We’re Not Gonna Take It”, “Burn in Hell”, "I Wanna Rock” o “S.F.M”. Material de hace más de tres décadas que sigue vigente e inflamando miles de gargantas. Mención aparte al recuerdo a su recientemente fallecido batería A.J. Pero, a quien rindieron tributo durante todo el concierto, y que sustituyó Mike Portnoy, como siempre, con algo más que oficio.

Tras ellos, poco podían hacer Europe por mantener el nivel. Por comparación, se vió a una banda apagada y carente de garra. Le hubiera pasado lo mismo al 80% de bandas del planeta. Joey Tempest se esforzó, incluso con alguna salida de tono como un gritado “de puta madre”, antinatural en él. Su dentadura deslumbrante y su media melena a lo Raphael pesaron, aunque no tanto con la selección de temas, con demasiadas incorporaciones recientes desconocidas por el gran público. Con todo, funcionaron bien en "Scream of Anger” y "Sign of the Times”, y lograron subir de nuevo la temperatura con "Rock the Night" y la ultra-popular “The Final Countdown”, coreada incluso fuera del recinto.

El mayor contraste posible entre dos bandas seguidas llegó con las bestias pardas de Hatebreed, única banda hardcore del line-up, que se llevaron por delante todo lo que hallaron a su paso. Es un decir, nadie sufrió daño, pero el moshpit que se formó a punto estuvo de generar un huracán. Consciente de ser casi un rara avis en un festival eminentemente heavy metal, su líder James Jasta, casi un estudioso del género, se mostró orgulloso de pisar el mismo escenario que tantas leyendas. "Heavy metal, hardcore, death metal, power metal... Todos vienen de aquí”, dijo señalándose el corazón, muy cercano al logo de Kreator de su camiseta. Dispararon ráfagas de metralla como “To the Treshold", “Last Breath”, "Smash Your Enemies” o su versión del “Ghost of War” de Slayer, que dedicaron al recuerdo de Jeff Hanneman. Y, para terminar, dos simples palabras: “Destroy Everything". Repetimos: nadie sufrió daño. O casi.

Annihilator, con el siempre correcto Jeff Waters al frente, cerraron la noche acompañados por una ligera lluvia que refrescó algo el ambiente y que nos ayudó a atender como se merecen cortes de thrash metal rítmico y trabajado como “No Way Out”, “King of the Kill”, "Set the World on Fire” o el clásico del género "Alison Hell”.   Texto por David Sabaté.

Sábado 25 de julio

Tras sacar fuerzas de no sabemos dónde, nos desplazamos por tercer día consecutivo a Can Zam para afrontar la tercera y última jornada de festival. Un evento de estas características sin Angelus Apatrida empieza a ser algo extraño y, tras su última descarga, recordamos perfectamente el por qué. Siguiente paso: tocar en prime time. Lo merecen.

Los fineses Battle Beast fueron recibidos casi como héroes, y a muchos les dieron el empuje necesario a las tres de la tarde -un servidor prefirió tomar un café bien cargado viéndolos desde la carpa-. Su revigorizante power metal les hizo ganar la batalla de bandas del festival Wacken y, aunque tres discos de estudio después se muestran bastante inmobilistas, su propuesta se beneficia muchos enteros en directo, principalmente por la labor de la vocalista Noora Louhimo.

Refuge, los Rage del periodo 1987-1993, se dedicaron a repasar el repertorio de esa época para deleite de sus fans, y, vista la euforia y la química de la banda, auguramos gira. Por su parte, Primal Fear ofrecieron lo que se esperaba de ellos: power metal en su máxima expresión, con las cuerdas vocales de hierro de Ralph Scheepers intactas y una incesante retahíla de gemas del género. Feliz reencuentro.

LGP, es decir, Los Guardians del Pont, o mejor dicho, la reencarnación de Sangtraït, congregaron a no pocos nostálgicos de la mejor banda de heavy metal que ha dado Catalunya. Arrancaron con dos cañonazos, “La fortadora d’ànimes” y “El guerrer”, tal y como se abría “L’últim segell”, probablemente su mejor disco; y les siguieron hitos de la memoria colectiva del aficionado como la balada “Somnis entre boires”, la más cruda y guitarrera “Les creus vermelles”, “Els senyors de les pedres” o la muy coreada “El vol de l’home ocell”. Se echaron de menos la segunda guitarra y la sección de viento, pero no cabe duda que sus temas siguen funcionando a la perfección. Lástima que las nuevas composiciones de LGP palidecieran tanto junto al legado de Sangtraït, algo, por otra parte, de esperar.

Muy esperada era también la actuación de los veteranos suizos Krokus, que no defraudaron, aunque abusaron de versiones (“American Woman” de The Guess Who; “Pinball Wizard” de The Who). Warcry deleitaron a su legión y captaron la atención del resto con un concierto sin altibajos y muy profesional en el que se dejaron notaron sus sobradas tablas. El escenario no les quedó para nada grande, al contrario, y para cuando sonó la última “Hoy gano yo” contaban, seguro, con numeroso nuevos fans extranjeros. Lo de Loudness fue espectacular. Los nipones, que pisaban por vez primera nuestro país tras más de 30 años de historia, sonaron impecables y su retahíla de cortes hard rock nos electrizó. Sus punteos de guitarra imposibles, el impecable sonido y piezas como “Crazy Night” o “In the Mirror" hicieron el resto. Toda una sopresa.

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Como si de una competición se tratara, Accept subieron la apuesta de Loudness para entregarnos un set equilibrado coronado por las imbatibles "Restless & Wild” y "Balls to the Wall”. A pesar de la buenísima labor del cantante Mark Tornillo, como suele pasar con los también alemanes Scorpions, quien se comió el escenario fue el guitarrista Wol Hoffman.

Tras semejante doble preámbulo de altísimo nivel, por fin llegó el turno de Judas Priest, los autoproclamados (con razón) Metal Gods. Sorprende ver cómo bandas tan veteranas logran mejorar con los años. La salud actual de los Priest es realmente impresionante y suenan mucho mejor que hace unos años. Parte de ello se debe a la casi completa recuperación vocal de Rob Halford y a la perfecta integración en la banda del joven pero experimentado guitarrista Richie Faulkner -no confundir con el músico y productor local-, una auténtica máquina a las seis cuerdas que nos hizo olvidar la ausencia de K.K. Downing. El repertorio, precedido por la habitual intro con el “War Pigs” de Black Sabbath, fue sencillamente espectacular, combinando pedazos de la historia del heavy metal con inspiradas piezas de su reciente “Redeemer of Souls”, que encajaron a la perfección dando lugar a un show superior. No hubo rellenos y el público se fundió con la banda para cantar hasta la afonía, alzar los brazos al aire y practicar los mejores air guitars de sus vidas. La calidad del repertorio asusta: “Metal Gods”, “Devil’s Child”, “Victim of Changes”, “Turbo Lover”, “Beyond the Realms of Death”, “Breaking the Law”, “Hell Bent for Leather”, “Electric Eye”, “You’ve Got Another Thing Comin'” (con Halford apareciendo en escena montado en una Harley) y los bises: una “Painkiller” demoledora (siempre he pensado que si un extraterrestre preguntara qué es el heavy metal, le pondría este tema) y la popular y lúdica “Living After Midnight”, el mejor fin de fiesta posible. Incluso “Dragonaut” y "Redeemer of Souls” sonaron clásicas. Pocos artificios, salvo el constante cambio de vestuario de Halford, y una poderosa demostración de clase, fuerza y savoir faire. Genuflexión.

Riot V salieron con oficio, entrega y temas que su nuevo cantante Todd Michael Hall defendió con convicción y aplomo. Lejos del efecto Europe de la noche anterior, entraron y salieron del escenario con la cabeza bien alta, dejando atrás un buen puñado de piezas maestras, de “Thundersteel” a “Swords and Tequila” y “Warrior”. Encomiable dúo de guitarras y soprendente “Land of the Rising Sun” conjunta con Loudness.

Muchos de los asistentes simplemente esperaban que llegara el mejor colofón a tres jornadas intensas de guitarras y decibelios; un broche negro, estruendoso y soberbio. Era el turno de Venom, muy difíciles de ver por aquí y con el aura de Cronos intacta. El líder de la mítica banda, que hoy en día completan dos eficientes músicos (Rage y Danté) aunque sin la magia de su época dorada, marcó el tono y el tempo de una descarga intimidante. Pioneros del metal extremo, su embrutido discurso sonoro no busca la definición, sino el impacto y la brutalidad. Lo consiguieron. Cortes como “Welcome to Hell”, “One Thousand Days in Sodom”, “Warhead”, “Black Metal” o la final “Witching Hour” nos dejaron sin habla, o más bien con la justa para corear la frase “lay down your souls to the gods rock’n roll!". ¡Hasta el año que viene!. Texto por David Sabaté.

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