La voz del extremo
Conciertos / Niño De Elche

La voz del extremo

8 / 10
Joan S. Luna — 12-03-2018
Empresa — Festival Guitar Bcn
Fecha — 09 marzo, 2018
Sala — Músiques en Paral.lel (Antiga sala Barts), Barcelona
Fotografía — Fernando Ramírez

Entiendo que, a estas alturas de su trayectoria, Francisco Contreras, más conocido como Niño de Elche, pueda tener detractores que no encajen demasiado bien que se haya convertido en un artista omnipresente. Si me apuran, puedo entender que los puristas del flamenco le rehúyan y le consideren un perro verde alejado de su mundo. Y para terminar, puedo entender con suma facilidad que no guste, así a secas, como si su música tuviese solamente un camino y no existiera la posibilidad de que nos guste uno de sus proyectos y nada otro. Llegados a este punto, solamente me queda añadir como aquel "peor para ellos" que algunos utilizamos en infinidad de ocasiones para resumir que nosotros salimos ganando con nuestra apuesta. Porque si algo me queda claro es que Niño de Elche está aquí para quedarse. Porque sí, ahora está en boca de todos, pero ya desarrolló buena parte de su carrera y de su experimentación cuando la gente apenas le prestaba atención y, no lo dudo, la seguirá desarrollando cuando los focos se hayan alejado de él y de su arte.

Niño de Elche podría haber tomado otro camino infinitamente más sencillo después del éxito conseguido entre públicos parecidos a nosotros con "Voces del extremo", su disco junto a buena parte de Pony Bravo. Y no lo ha hecho. En su lugar ha publicado un complejo y complicado álbum de veintisiete canciones en las que expone su particular punto de vista sobre lo que para él es el flamenco. Ya saben, su nombre es "Antología del cante flamenco heterodoxo" (Sony, 18). Se intuía, por tanto, que no iba a ser fácil llevar algo tan diverso –que no disperso- al escenario, pero resulta que la cosa funcionó. Y además sin necesidad de hinchar la formación demasiado. A lo largo del nuevo material, escuchamos a Contreras pasar del blues rasposo y aflamencado al ambient más asfixiante, del fandango minimalista al martinete más experimental que hayamos escuchado hasta ahora, y podría seguir hablando de ese totum revolutum en el que nos sumerge el artista, con claras intenciones de que nadie –y mucho menos nosotros- le encasille más de lo necesario. Y eso se refleja perfectamente en un directo totalmente distinto a cualquiera de las restantes encarnaciones en la que le hayamos visto. En el escenario, le acompañan Susana Hernández a los teclados y la electrónica y su casi inseparable Raúl Cantinazo –un tipo con múltiples caras como también demuestra su reciente disco "Guitar Surprise: Mito y geología del Canti"-, ambos en perfecta sintonía con el cantaor en todo momento y arropados los tres por un excelente trabajo de ilumación que recalca y subraya todos los logros del directo. Y ya solamente verle cambiándose de atuendo al aparecer en escena (de su look reivindicativo a lo "Voces del extremo" a su otro look no menos reivindicativo tipo "Antología del cante flamenco heterodoxo", desnudo prácticamente integral de por medio) te pone en situación frente a lo que está por llegar. ¿Y qué fue eso? Pues la interpretación de trece cortes de su doble disco y uno más como epílogo final ("Caracoles y malagueñas, granaina y cartagenera de Valcárcel Medina") a modo de declaración de intenciones. Esa docena larga de canciones fueron suficientes para reflejar todo lo que pretende el artista y todo lo que se expone en su nuevo trabajo. Como era de esperar, no faltaron sus monólogos, certeros y graciosos como de costumbre, clarificadores y diría que muy sinceros. Pero lo que hubo esta vez y que no solía haber en otros espectáculos de Contreras son momentos de clímax vocal de lo más impactante. No me refiero a las habituales piruetas a lo Diamanda Galás a las que ya estamos acostumbrados quienes le seguimos, sino a exultantes demostraciones de poderío como no le recuerdo. Contreras exprime su chorro de voz por primera vez hasta dónde le apetece, llevando sus pulmones al máximo y, obviamente, generando aplausos exaltados y entregados. Y eso sin contar la emocionante interpretación de "Fandango cubista de Pepe Marchena" entre la audiencia, entre el susurro y la confesión.

A mi modo de ver, el concierto –enmarcado dentro del ciclo Guitar BCN- solamente sufrió un bajón a mitad de recorrido, cuando la carga más experimental se despliega durante unos diez minutos seguidos ("Petenera de Shostakóvich" y "Canción de cuna de Crumb") y a uno le da la fugaz impresión de que Contreras se ha pasado de frenada. Lo obvio, a más experimental, menos cercano. Pero fíjense que he dicho fugaz, porque, en cierta manera, el espíritu del show entendido en su conjunto se mantiene y la cosa vuelve a remontar ("Deep Song de Tim Buckley") y nosotros nos elevamos con los tres músicos para no volver a sentirnos desubicados durante el resto del concierto. Podría hablar mucho más sobre la actuación, pero no creo que sea necesario. Lo expuesto hasta aquí deja ya claro que Niño de Elche, con el apoyo o no del público del flamenco, es un tipo al que debemos rendir homenaje tanto por sus intensas actuaciones como por el papel que desempeña y por los riesgos que toma. Y para que quede claro que nunca se toma demasiado en serio, ahí estuvo cerrando esa desenfadada y en cierta manera psicotrónica "Rumba y bomba de Dolores Flores".

Llegará el día en el que, una vez olvidado el supuesto hype que sobrevuela constantemente a Contreras, a la gente ya no le quedarán dudas sobre el valor y la riqueza de la propuesta de Niño de Elche. Y ese día está más cerca de lo que imaginamos.

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