Nacho Vegas en los íntimos del Botánico
Conciertos / Nacho Vegas

Nacho Vegas en los íntimos del Botánico

8 / 10
Paula Fernández — 13-07-2015
Empresa — two Monkeys
Fecha — 09 julio, 2015
Fotografía — Paula Fernández, Pelayo García

Se puso el sol poco a poco, y nosotros estábamos sentados en el suelo, en La Pradera de la Aliseda, en el primer concierto de Los Íntimos del Botánico, esperábamos a Nacho Vegas, que esta vez tocaba con banda y acompañado por el Coro “L’Altu la lleva”, (gestado al calor de La Caja de Músicos), inaugurando sesiones especiales en el Jardín Botánico de Gijón.

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Abraham Boba al teclado, Manu Molina a la percusión, Luis Rodríguez con el bajo, y Nacho Vegas con la voz, la guitarra, el ukelele y el corazón que se desparrama.
Un poco más tarde de lo esperado, y con trescientas personas sentadas, fumando y hablando, la banda, el coro y Nacho subieron al escenario. Con su voz grave y tímida, rasgó el ukelele, y entre aplausos "Polvorado" se llevó la sonrisa del público. Un sonriente muchas gracias, sirvió de comienzo para el himno "Ciudad vampira". Se ganó a la gente nada más empezar, pero es que con las letras que hablan de esta ciudad, acierta. Acierta en cada esquina. Siguió con "Runrún", y apelando a lo colectivo contra los de arriba, reenganchó con "Canción para la PAH", tema creado expresamente para la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, y basado en un poema de Gloria Fuertes de 1954.

 

Con los pelos de punta y el alma cogido con pinzas, "La vida manca" arrebató otra vez el silencio a los que allí estábamos, y aplausos y gritos de apoyo ante algunas frases con las que Nacho Vegas nos mata un poco cada vez. "Taberneros" nos puso tiernos una vez más, precediendo al nuevo tema bilingüe, en español y asturiano, que formará parte de su nuevo material que lanzará en septiembre: "Vinu, cantares y amor", tema escrito para Ramón Bilbao. Tras "Perplejidad", el coro deja el escenario y tras afinar la guitarra, y ponerse Abraham Boba al acordeón, nos atacan con "Luz de Agosto en Gijón", y nos dejan sin armas. La noche está cerrada casi al completo, y las luces del Botánico son mágicas. Hacemos crac, nos contagia el sentimiento de ira por recortar lo bonito del día a día, de la vida rutinaria, y casi se despide, pese a que la gente grita un rotundo no. La gran broma final pone punto y seguido a la noche, ya que tras un pequeño amago de irse, Nacho regresa al escenario fumando, con un bis y acompañado del Coro. La versión de Vainica Doble como alegato anticolonialista nos sabe bien, y nos anuncia que volverá a Gijón en el mes de octubre.

Pone punto final y bordado de oro susurrando "El hombre que casi conoció a Michi Panero", con un hasta lueguín que nos enamoró. Sin duda, una inmejorable resituación de la música en tiempos sucios.

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