El misticismo de lo cotidiano
Conciertos / Lambchop

El misticismo de lo cotidiano

8 / 10
David Pérez Marín — 08-11-2016
Empresa — Eventísimo
Fecha — 03 noviembre, 2016
Sala — Auditorio BOX, Sevilla

Sevilla, una vez más, con olor a incienso. Nos cuentan que el Gran Poder salió de la basílica y miles de fieles lo acompañan a la catedral… Pero si de verdad quieres tener una experiencia mística esta noche de jueves, hay que dejar atrás cirios, cornetas y tambores y acudir a la cita con Kurt Wagner en el Auditorio Box. Eso hacemos y no tardamos en rozar el cielo. El líder de Lambchop llega a la capital andaluza horas antes de que vea la luz su nuevo LP, “FLOTUS”, en número doce de su carrera, y lo hace en formato trío, acompañado de Tony Crow al piano y Matt Swanson marcando el pulso al bajo.

Salen a escena y nos hipnotizan en pocos segundos, tejiendo una atmósfera que se expande lentamente por cada rincón de la sala. No, Kurt Wagner no hace distinciones entre año de la Misericordia o cualquier otro Jubileo, cada vez que canta nos arrastra con una facilidad abrumadora al misticismo de lo cotidiano.

Rasga su guitarra y juega con el vocoder para adentrarse en su último álbum, utilizando su voz como un instrumento más, que aunque se codifica y pregraba una y otra vez en temas como “NIV”, “In Care of 8675309” o “Directions to the Can”, nunca pierde el resplandor de su verdadero latido, que hiere y sana al mismo tiempo.

En los asientos cada rostro desprende luz en la oscuridad compartida, la música de Lambchop contagia la sonrisa y la mirada vidriosa de las grandes ocasiones. El disfrute desborda todas las predicciones y la banda de Nashville se lo pasa en grande sobre las tablas, Kurt bromea con los asistentes que abarrotan el auditorio e interactúa con sus músicos, sobretodo con Tony Crow, que acaricia las teclas de su piano con la elegancia y maestría del que se sabe ganador antes de comenzar la batalla.

Kurt Wagner dispara clásicos y rescata joyas de su anterior disco “Mr M” (12), dolorosa y emocionante obra que dedicó a la memoria de Vic Chesnutt. Precisamente, con “If Not I’ll Just Die”, pieza que abre ese melancólico homenaje al amigo perdido, alcanzamos la cumbre de una velada imborrable en la que el tiempo se vuelve a parar al son de su canto.

Ya en la calle, que huele a tierra mojada, las manecillas del reloj vuelven a retomar sus pasos. Da igual que nos pille la tormenta, Wagner nos ha regalado una vida extra y cantaremos bajo la lluvia  camino a casa.

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