Cuenta saldada
Conciertos / Loquillo

Cuenta saldada

8 / 10
José de Montfort — 22-05-2024
Empresa — Festival Mil·lenni
Fecha — 17 mayo, 2024
Sala — Gran Teatre del Liceo
Fotografía — Sergi Paramels (cedidas por la organización)

Cuarenta y seis años le ha costado a Loquillo recorrer los doscientos noventa metros que median entre el Tabú, garito en el que comenzó a hacer sus pinitos como futura estrella del rock y el Liceu, templo de la burguesía barcelonesa, emblema icónico de la ciudad. El cantante del Clot era muy consciente de lo que esto significaba, no solo para él, sino también para la propia ciudad, y así lo manifestó: “Soy de Barcelona y sé lo que significa estar aquí”, dijo con su innata seriedad y franqueza, ya después de haber cantando unas cuantas canciones. Y es que el cantante barcelonés, consciente de la importancia de la noche, entró en el concierto sin apenas abrir la boca. No se hubo de dirigir al público sino hasta después de haber cantando cuatro de sus temas incluidos en “Transgresiones”. Le bastó un altivo “¿Qué queréis que os diga?”. Antes se había dirigido a los palcos, con su mirada mezcla de alivio y dignidad, de respeto y reconocimiento. El público respondió con un silencio cómplice, algo solemne (y es que el Liceu impone) y respetuoso. Incluso costó que el público demandara bises. Todo el mundo parecía consciente de lo de rito que significaba el concierto, y así la noche se sintió como puñetazo sobre la mesa, de decir sigo aquí, aquí estoy y no pienso detenerme ahora.

Hubo transgresiones y poesía, pero también algo de rock (a destacar “Rusty”, con mención a Carlos Zanón, el último cronista de Barcelona). La banda estuvo solvente, envolvente y eficaz (tres guitarras, batería, bajo –y a ratos contrabajo– cello y acordeón) y acompañó a un Loquillo que se gastó en algunos tramos (sobre todo al principio, con “Los gatos lo sabrán”, “Con elegancia” o “De tripas corazón”) una inusitada dulzura, diciendo más los versos por momentos que cantándolos y disfrutando de sí mismo y de sus canciones en el tramo final del concierto.

Una hora y cincuenta minutos duró la puesta en escena de su más reciente trabajo, “Transgresiones (Antología poética 1994-2024)”, que antologa sus tres discos de poemas musicados, dividida en dos partes, más energética la segunda y más enrabiada la primera, con una fiereza contenida, siempre a punto de estallar. Quizá consciente de ello, al público le costó dejarse llevar. Con “El encuentro” y “Cuando vivías en la Castellana”, abriéndose ya al segundo tramo del concierto, a Loquillo se le comienza a ver disfrutón. Prosigue con “Los buscadores” y ya atisbamos al Loquillo más potente, bailongo y con su carisma a toda potencia. Se contagia la banda y el Loco empieza a darle más marcha al concierto: “El hombre de negro” (el público aplaude y sigue el ritmo de la canción por vez primera), “Political Incorrectness” y “Rusty”, sin olvidar a su querido Sabino Méndez, a quien hubo de homenajear. Y de reconocimientos la noche estuvo llena: especialmente a Gabriel Sopeña, con cuyo tema “Brillar y brillar” (que sonó también en el Liceu) comenzó el camino que se cerraba en la noche del viernes, pero también se destacó la importancia de Luis Alberto de Cuenca (a quien Loquillo dedicó todo un disco) o Luis Eduardo Arte. También, y como dijimos antes, hubo reconocimiento de sí mismo, de su forma de ver la vida y la música. “Este proyecto no ha mendigado nada”, espetó un soberbio Loquillo al público barcelonés. Y añadió: “Por eso puedo decir lo que quiera, donde quiera y como quiera”, para acabar advirtiendo que “no les debo nada”.

De entre todas las interpretaciones de la noche cabe destacar “No volveré a ser joven”, con unos arreglos mucho más sofisticados que en su grabación original y con un Loquillo asegurando (y a fe que es verdad) que ahora canta mejor esa canción, con sesenta y tres años, y no con treinta y tres años, que fue cuando la grabó por primera vez. Y a destacar también la sobria, pero contundente (y con un cierto toque de fantasía lumínica) arquitectura escénica que le respalda en esta gira. Loquillo tuvo tiempo para desaparecer del escenario y dejar a la banda lucirse, pero también para pasearse por la platea y saludar de cerca, de bien cerca, a su público.

Resume la noche el comentario final de Loquillo, ya entregado completamente a su público, al asegurar que “Me pasaría todo el día aquí” (y eso es lo mismo que sentía el público: Loco, haz lo que quieras, porque estamos aquí para acompañarte). Y es que justo eso es lo que se sintió el viernes en el Liceu, que sí, que el concierto muy bien, que la banda muy bien, que Loquillo muy bien; por supuesto. Lo importante, sin embargo, y por encima de todo, era estar allí. Había que estar allí. Porque era una cuenta pendiente que tenía la ciudad con el Loco. Y se saldó. Y su público quería participar de ello. Y se ha de agradecer al Festival Mil.lenni que lo hiciese posible. De cojones.

José de Montfort

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