Felices y sudados
Conciertos / Le Réparateur ...

Felices y sudados

7 / 10
Holden Fiasco — 02-06-2023
Fecha — 27 mayo, 2023
Sala — Nave 9, Bilbao
Fotografía — Mikel Fer

Yo me quedé un poco desorientado. Llegamos a la terraza del Itsasmuseum y en la explanada estaban celebrando el Afrika Eguna. Había aroma a romería y multiculturalidad. Dentro, en la Nave 9, sonaba reggae y hacía más bochorno que en Jamaica por el mes de julio. En la terraza, se oía hablar en inglés y francés. Cuando empezó el bolo, salieron primero Txakurrak, que creo que son de Arrasate y alrededores, y saludaron así: “Gabon, Portu”. Después, le tocó el turno a los otros, que se llamaban Le Réparateur, y con acento francés dijeron en un más que aceptable castellano que eran “una banda de Barakaldo”. ¿Me lo puede explicar alguien? Me perdí. Qué más da. Las líneas se cruzan, la música pervierte las fronteras, te sientas en la terraza con una cerveza fría y buena compañía… Que alguien me diga si hay un sitio mejor al que llamar patria.

Txakurrak, ya lo he dicho, son los primeros en subir. Son cuatro: bajista en el centro, dos guitarristas en cada esquina y el batería al fondo. No, espera, hay un quinto para sale de repente, de la nada, agarra el micro y empieza a tensar las venas del cuello. Ahí dentro, aún hace un calor que te cagas. En su esquina, el guitarrista de la camiseta de Gluecifer, también esmerado en los coros y en la labor de portavoz, resopla tanto como exuda y llegará a imitar a Andrés Calamaro en Los Rodríguez cuando canta el estribillo de “Mucho mejor”. Si te la sabes, ya sabrás que procede. Luego, a gritos, le pedirán a Haritza, dueño del bar, que se encienda un ventilador. El calor no cede en todo el concierto. El cantante se guarda el micro en el bolsillo trasero y se pone y se quita su camiseta de The 4 Skins. En una canción, se echa agua por encima de la cabeza y luego lanza la botella al infinito, que es justo el sitio por donde llega Ana de echarse un cigarro y por poco esquiva el plástico. Acaban de empezar, como quien dice, y ya están pidiendo más cerveza para refrescarse. Al pobre cantante, se le ocurre gritar “nik, ura” y una a una caen las risas de sus compañeros. Al final, uno murmura con sorna: “straight edge”. Pues bien, beban a o beban b, algo de eso se les ve. Van del street punk al hardcore punk sin que les tiemblen las canillas, nunca de puntillas, siempre hundidos hasta el lodo con el ritmo, las gargantas en tensión y un volumen tan alto que hacía mucho que no veía a tanta peña con tapones, los de alguno, incluso, socorridamente improvisados.

Cantan en inglés, euskera y castellano. Tienen hasta una con título en alemán, “Raus”, que nos explican lo que significa. Vive la calle!, trabajo que sacaron el año pasado, protagoniza el repertorio. Empiezan, de hecho, con la que abre el disco, con el mismo título. Es como una demostración de principios. Y de finales: “Detrás del cristal” y “Sombras”, también en ese disco, cerrarán su actuación. De hecho, se tocan casi todas, y con ellas será que les da por la poliglotía. En euskera, cantan “Zatoz”, por ejemplo; y, en inglés, “Don’t Try” o “New Generation”. En primera fila, la peña se las sabe, incluso la última, que nos la ofrecen de homenaje, porque se hacen una de MCD y alguien roba el micro para cantarla a gusto. Antes, ya hicieron otra versión. Jawer, también guitarrista de Crap, cantó el “Do Anything You Wanna Do” de Eddie and the Hot Rods, pero quizás me confundo, porque, insisto, a esas alturas, ya estaba un tanto desorientado, y solo llevábamos la mitad.

Con la última le dan las gracias a Le Réparateur, así, con la boquita de piñón, porque intentan pronunciarlo bien. Los franceses tienen sus problemas con las rocosas consonantes del español, con el acento tónico y con la conjugación, pero se presentan en un fluido castellano e incluso confiesan que les gustaría decir algo en “vasco”. Y es que son medio vascos. El día antes tocaron un concierto casi diría que privado en Barakaldo. Estaba anunciado en el cartel de su gira, pero no ponía dónde iba a ser. Ya tocaron antes en el pueblo, en el añorado El Tubo, y hubo un año en el que hicieron doblete el mismo fin de semana. Son tan del pueblo que la primera fila está llena de vecinos. Al final del bolo, cuando están discutiendo cuántas y cuáles tocar para terminar, tienen que interrumpirse para despedirse de Animal y su mujer que se van ya. Ciudadanía fabril, ya. Cuando viajan lejos en su discografía, hasta el Sortir la Tete de la Poubelle para cantar a toda ostia y con mucha rabia su “T’es malade”, se presentan así: “¿Qué tal amigos? Somos Le Réparateur. Somos una banda de Barakaldo”.

Son dos, que no lo he dicho: batería y guitarrista. Así que tienen sitio en el escenario. El guitarrista canta y le mete viajes a su cincha, y se pone sobre una sola pierna, como un flamenco descansando sobre el agua. Ocupa mucho espacio. Arrancan fuerte, enseñado los dientes: punk incisivo y acerado, sin ornato ni conatos, como radiografiando el esqueleto del género. Siempre tienden a un mismo patrón, pero defienden bien su apuesta. La tercera ya te altera porque es “Tout ce que je croise”, que es una vieja conocida porque el Hereux et Gros se disfrutó mucho. Vuelven a ese para recuperar otras, como “Pas d’avis” o la titulante, “Heureux et Gros”, con ese riff que te tapiza la memoria. También cantan esa canción convertida en algo más, casi un himno, que es “Pas la Meme Merde”, donde el cantante mezcla francés y castellano.

Al contrario de lo que pasó con Txakurrak, al batería de Le Réparateur no le sobraría una rebequita y pide tímidamente y con educación que bajen un poco el aire acondicionado, pero tiene que echarse a reír cuando, a mi vera, Ana lo dice alto y lo deja claro: “Nooooo”, que no se nos olvida el verano sofocante en Arrasate. Gran parte del resto del repertorio lo sacan de su último disco, Super, merci. A mí me parece que dicen txakoli, pero creo que cantan “Oh, Caroline”. Y no sé si cuando dicen que en su próxima canción van a hablar de la policía en Francia, “que es un problema”, la que tocan es “Police partout”. La que sí reconozco es “Etiquette”, porque bajan un tono antes de volver a explotar y porque la letra es tan franca y espontánea como su música. Y lo apreciamos mejor porque se la cantó en castellano. Del bolsillo trasero, se sacó una chuleta, la extendió en el suelo, y demostró que no tiene problemas de refracción porque desde lo alto de su micrófono leyó mientras cantaba. Llana y llena.

Y la traca final no fue tal porque, en realidad, el nivel estuvo arriba desde el principio. Terminan con “Besoin d’amour”, creo, donde vuelve el hardcore y oigo "ce soir”. Yo, como soy así de tonto, no puedo evitar acordarme de “Lady Marmalade” y esbozar una sonrisa que, por suerte, no vio nadie, porque cualquiera explica cómo y por qué pasó esa boba asociación por mi cabeza (y ¿cómo se queda aquí para siempre, Holden?). Y, más, que tú ni te acordabas: no, no cantaron la de Plastic Bertrand. Alguien preguntó que por qué no. Pues porque ya no les hace falta. Al final, lo que van a necesitar es tocar una de Putakaska cuando vuelvan a Lyon. La música pervierte las fronteras, las líneas se cruzan, nosotros volvemos a la terraza y que viva la desorientación.

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