La Fiesta Demoscópica de MondoSonoro en Cantabria
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La Fiesta Demoscópica de MondoSonoro en Cantabria

8 / 10
Roberto Palacios — 19-02-2017
Empresa — Mondosonoro
Fecha — 17 febrero, 2017
Sala — Sala Niágara, Santander
Fotografía — Carlos Caneda

Las cosas buenas se celebran con buena música. Un año más tocó festejar -y ya van unas cuantas temporadas- con buenas bandas los buenos momentos que tuvo el año anterior en el panorama musical de Cantabria. No nos podemos quejar de 2016 y por eso desde la edición Asturias-Cantabria de MondoSonoro se organizó una buena timba con dos de los grupos locales más en forma y que más y mejor han dado que hablar a lo largo del año.

"Fiction non fiction" de The Pulsebeats es probablemente el disco que más nos hizo agitar las melenas y subir las pulsaciones en 2016, y esta noche no iba a ser menos en una Sala Niágara que tuvo que colgar el cartel de aforo completo. El cuarteto nos ofreció de nuevo un directo desenfadado y desenfrenado marca de la casa. Batidora de rock’n’roll y pop, nos deleitaron con un jugoso menú de trece platillos altamente disfrutables. Desde la urgencia post adolescente de Wanna Make You Mine, al macarrismo freak british de Everybody Wants Some hasta el loloismo de aire western gamberro en The Man withouth a Head, sus directos se han convertido a base de caderazos en todo un fiestón ROCK que no te debes perder. Con una sonrisa en los labios y cierto caloret, tras un cierre reverenciando a Radio Birdman llegó el turno de la segunda banda protagonista de la noche: Medussa.

demoscopica santander

Medussa

Su trabajo 100 millones de años ha sido otra de las claves musicales de la región el pasado año, un 2016 en el que el post rock ha recobrado nuevas fuerzas y se ha erigido como uno de los estilos que más alegrías nos ha deparado. Cambio de tercio total en la noche -desarrollos larguísimos instrumentales, pasajes descriptivos y acercamiento al metal - con unos Medussa renovados gracias a la incorporación de Alfonso Borbolla (Korzo, ex-Noesis) al bajo, una circunstancia que aporta matices diferentes a la formación. El cuarteto colocó un muro de sonido sobre la tarima de la Sala Niágara, una pared que ha ganado en densidad. Atronadores como siempre, la capacidad de arrastre y derribo de esta gélida lengua glaciar parece que no ha llegado a su máximo, y que todavía tenemos mucho por descubrir. De hecho no hay que ir demasiado lejos, ya que en marzo podremos ver su otra faceta, asociada a la danza contemporánea. Deseando conocer estas nuevas vías.

Y es que por cosas como estas por las que nunca nos aburriremos de la música en directo. Brindemos por un 2017 bien cargado de música.

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