Del susurro al desgarro

Al piano y con una versión del “Mother” de John Lennon. Así terminó Jeremy Enigk su concierto en Madrid. Tras una descarga de intensidad de algo más de una hora, rodeando en círculos todas las aristas posibles del rock (dramatismo, intensidad, catarsis), el que fuera líder de una de las mejores bandas de los noventa, Sunny Day Real Estate, empujó con su voz (la voz), las estrofas de la primera canción del primer álbum en solitario del ilustre músico británico. El bis anterior, “How It Feels To Be Something On”, fue su única concesión a los cuatro álbumes (cinco, contando el alucinante “Live”), que publicó con sus compañeros de SDRE. Poco después, en el camerino, sentado sobre una silla, con el rostro sereno y amable, respondía humilde a la típica pregunta de fan: por qué no había tocando “Pillars” o “Circles”. “Son cosas que pasan, no es tan importante”, -dijo. Y tiene razón. Lo importante es lo que sí sucedió. Solo con su guitarra, al piano o acompañado por los miembros de los barceloneses Madee, Jeremy dio una lección de cómo entender el rock épico sin empalagar. Sonaron casi todos los temas de su primer disco en solitario del año 1996, el crudo y más pop “Return Of The Frog Queen”, y bastantes del último, “World Waits” editado diez años después, distinto a aquel, con más teclados y arreglos de cuerdas. Momentos de sencillez e intimidad sucedieron a auténticas descargas contundentes y explosivas. Como la voz de Enigk, pasando del susurro al desgarro. Y no desgarradores, pero sí perfectos estuvieron Madee actuando de teloneros. Sonando mejor que nunca (“Clumsy” dejó a muchos alucinados), demostraron el por qué ellos, y solo ellos, eran la banda perfecta para acompañar a un mito como Jeremy en su gira española.