Cantes libres y jondos. Alhambra Monkey Week 15 aniversario
Conciertos / Alhambra Monkey Week

Cantes libres y jondos. Alhambra Monkey Week 15 aniversario

8 / 10
David Pérez — 30-11-2023
Empresa — Monkey Week
Fecha — 25 noviembre, 2023
Sala — Varios Escenarios
Fotografía — David Pérez

Éxito rotundo en este cumpleaños total del Monkey Week con más de 3000 asistentes y superando los 300 músicos en sus tres jornadas. 90 actuaciones en directo que ya quedan para el recuerdo personal y colectivo del año en el que, las monetas y monetes volvieron a tomar las calles y las salas de Sevilla.

Jueves 23 de noviembre

Nada más aterrizar en Sevilla, nos chocamos con la verdad de esos versos lorquianos que hizo suyos Camarón, como nadie, escritos en un muro interior de azahar y naranjos: “¡Ay, qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero”. Y es que, aunque la vida apriete, no podíamos faltar al 15 aniversario de unos de nuestros festivales fetiche, en el que, además, Lorca (siempre presente), estaba destinado a dejar una marca muy jonda.

Así comenzamos esta celebración espacial y sonora sin igual, con la estela del vaporcito del Puerto de Santa María en el cielo estrellado de Sevilla, cruzando el Guadalquivir para inaugurar, con la Granada de Federico por partida doble, un nuevo escenario que es pura fantasía, una carpa de circo; y a su lado, ya iluminada la emblemática y recuperada pista de coches de choque. Ambos escenarios situados en los aparcamientos del Teatro Central.

Antes, la vida se abre paso y llegamos con el mítico mercadillo del jueves de calle Feria en plena ebullición y sus bares dándonos los buenos días. Los interesantes encuentros profesionales ya están en marcha (durante toda la mañana y a lo largo de las tres jornadas) en las diferentes ubicaciones del Espacio Santa Clara y sumando establecimientos con personalidad propia, como La Bicicletería, La Fábrica de Sombreros y El Garlochí. Y aunque cada vez que pasamos por la Alameda de Hércules echamos de menos los escenarios gratuitos, se respira a pleno pulmón la alegría en el ambiente de haber vuelto (con más de una decena de ubicaciones) a la esencia libre y callejera del Monkey de antaño.

Ahora sí, cae la noche y nos adentramos en la carpa blanquirroja de circo (escenario Alhambra), donde inaugura este Alhambra Monkey Week 2023 el camaleónico y omnipresente Alonso Díaz Carmona, para presentarnos, en primicia, las canciones de su nuevo proyecto en solitario. Alonso, además de estar al frente de la banda granaina Napoleón Solo, es compositor, arreglista y productor, y ha trabajado asiduamente con artistas como Soleá Morente, Los Planetas, Lorena Álvarez y Dellafuente. Sale a escena y abre la función circense con el único adelanto que habíamos podido escuchar hasta la fecha, “Soy un humano”, bien flanqueado por una gran banda, entre la que se encontraba David Montañés al piano y hasta dos coristas con un extra de rumba en muchos momentos. El sonido no acompaña y cuesta seguir su voz en la primera parte del show, con la instrumentación más potente y nítida, pero nos regala cinco temas más del disco que se viene y nos dejan muy buen sabor de boca y muchas ganas de hincarle el diente. Desvela que se trata de una obra conceptual que cuenta una historia de principio a fin. Nos quedamos con “Basta ya de drama” y la melodía de un “Juan Salvador Gaviota” que nos hace levantar el vuelo, con aparición estelar de Lorena Álvarez incluida como otro momento álgido del show.

Alonso se va, pero no tarda en volver a las tablas como bajista y cuarto componente de Los Planetas en formato “esencial”, con J y Florent al frente como únicos miembros originales, más David Montañés al piano. Imposible no echar de menos el empuje interestelar de Eric Jiménez a las baquetas, pero hay que reconocer que Montañés quema las naves al piano y cada vez suenan mejor en directo con esta estelar formación eventual, alcanzando cumbres desde esa dolorosa espera de un “Segundo premio” que nos estruja tempranamente el corazón, o en ese “juramento de quererte noche y día” de “Colombiana”, haciéndonos levitar, con Florent y J tejiendo atmósferas planetarias a las seis cuerdas, Alonso marcando el pulso de la noche y Montañés fundiéndose en un todo, flamenco y psicodélico, a cada embestida de teclas.

Si antes Alonso no pudo disfrutar de un buen sonido, ahora todo ha sido reconducido por la organización y Los Planetas disfrutan de una calidad sonora casi perfecta, con J (cascos toda la velada) cantando con claridad y arañándonos por dentro en cada clásico planetario. Treinta años siendo la envolvente banda sonora sentimental de varias generaciones y claro, no es ninguna sorpresa, la noche era de celebración, pero mejor no tener heridas frescas o sentimientos desencontrados… Dulce veneno y seguimos por la senda del mal de amores con masterpieces incontestables a quemarropa y directas al lado izquierdo del pecho, sembrando instantáneamente de ojos brillantitos la carpa de circo, con el público desgañitándose en cada letra: de “Santos que yo te pinté” a “Nunca me entero de nada”, pasando por la morfínica“Línea 1” o la fulminante belleza de una “Corrientes circulares en el tiempo” que nos centrifuga recuerdos más que nunca. Mercurio líquido y resplandeciente oscuridad en nuestras venas. Un poco de luz y soltamos lastre con la traca final, “Se quiere venir” y el fin de fiesta con la combustión instantánea de “Alegrías del incendio”. Tres décadas de historia y referentes totales de todo lo que vino después… Puede que alguna banda de las que tocan en el Monkey no lo sepa, pero sin Los Planetas, posiblemente no existiría como tal.

Tras la intensidad sideral pop y el viaje sentimental con Los Planetas, toca desmadre y fiesta sonora mutante con Za! & La TransMegaCobla, el combo capitaneado por Edi Pou y Pau Rodríguez (Za!), más el dúo vocal de “folk tronado y gregoriano progresivo” Tarta Relena (Marta Torrella y Helena Ros), y un cuarteto de vientos de cobla tradicional completando este artefacto incendiario único, formado por Pep Moliner (fiscornio), Jordi Casas (chirimía/tible), Xavi Molina (chirimía tenora) y Xavi Torrent (flautín). Imposible prepararse para lo que nos viene y el tsunami sónico nos lleva por delante de principio a fin, bajo una tormenta de ritmos ancestrales y distorsiones sin parangón, free-jazz, hiriente noise y psicodelia empapada de capas y capas de post-rock y lisérgica electrónica… Todo filtrado con raíces populares y el embrujo de un rave sin fin en la que manda el espíritu de Frank Zappa y los Monty Python. De “La Sardana de Baal Hammon” inicial a los arabescos hipnóticos de una “Ela Tho” cantada en fenicio por Tarta Relena con la que nos zarandean a sus anchas, pasando por la calma inicial de los “Fandangos d’Aruj Yamim” y su espasmódica mascletá final, o la frenética “La Kopanitza d ‘Aruj Yamim”, también con venenosos y afilados ritmos de anatolia que harían babear a los King Gizzard & The Lizard Wizard en su totalidad. Sones del desierto más blusero en la mántrica “La Gnaoua de Yshma Qalà!”, con aroma a Tinariwen y una sobredosis del John Zorn más frenético y luciferino. Nos retiramos con quemaduras por todo el cuerpo y con la cabeza a punto de estallar y soltar confeti multicolor en una primera jornada inolvidable. Nuestro espíritu hace acto de presencia en Sala X, donde la fiesta tropicalista del sello Maracuyeah! rompe caderas con dos de sus bandas más afiladas y sabrosas, Cosmic Wacho y Los 300, para después rematar la madrugá sevillana con Tony Moreno (Eskorzo) en formato DJ. Siga el baile y nos teletransportamos, no recuerdo cómo, a casa.

Viernes 24 de noviembre

Nuestra segunda jornada comienza con ibuprofeno bajo la lengua, gafas de sol y cerveza en mano, reencontrándonos con viejos amigos en el bellísimo claustro interior de Santa Clara, donde está ubicado nuestro escenario MondoSonoro, con Sanisidro desplegando su buena nueva en solitario, guitarra en mano. La banda con la que venía se quedó a medio camino por problemas de trenes. Desgrana su aún humeante debut “Sambori” (23) y hechiza a todos los presentes que escuchan con solemne atención piezas ganadoras como “Puente de plata” o la definitiva “Los pies de Cristo”, con una guitarra acústica que nos eleva en un despertar de arabescos y mística que el claustro recibe con los brazos abiertos. Y aquí hago un necesario paréntesis que hasta me duele hacer, pero no queda otra, tras referirme antes a la “solemne atención” del público… Hacía bastante tiempo que no me cruzaba y sufría con gente (minoría, sí, pero bastante minoría…) tan irrespetuosa y maleducada, sobre todo en la carpa de circo del escenario Alhambra, desde el primer día al último. Vale que no estamos en la Ópera y es normal, entre copas y cervezas, charlar y comentar “la vida” con los y las colegas, pero estar hablando en medio de la sala como un papagayo sin parar y molestar hasta a los propios artistas es de juzgado de guardia… Y no estoy hablando de adolescentes, sino de cuarentones y cuarentonas, abajo o arriba, que dieron la brasa infinita desde que salió Alonso y les siguieron Los Planetas, e incluso no pararon, por ejemplo, en los momentos más delicados del mágico e irrepetible debut de Ángeles, Víctor, Gloria y Javier, alcanzando la irrespetuosidad máxima en una maravillosa “Y después” que no se cargaron de milagro por la cháchara compulsiva… “Querido amigo y querida amiga”, si quieres hablar, salte de la sala o vete al final (también te puedes quedar en tu casa o irte de bares y seguir con la verborrea). Lo digo con amor y cariñoso odio.

Nico Roig

El festival comienza a alcanzar velocidad de crucero y hay que estar mirando el manual de supervivencia para no perderte demasiadas cosas interesantes que teníamos apuntadas. Así, toca picotear de aquí y de allá: estrenamos el escenario Fundación SGAE con una Torre Don Fadrique que se contonea al ritmo de las argentinas Fin del mundo, con su flamante disco “Todo va hacia el mar” (23) bajo el brazo y sumergiéndonos en espirales atmosféricas de shoegaze y afilados loops de guitarras marca de la casa. Les cogemos la matrícula y, pasando primero por el escenario Mondo y disfrutando con un par de corridos mexicanos y urbanos de mano del joven Vatocholo, volamos al Bar Mutante para la recta final de uno de esos bolos sudorosos y de primigenio espíritu Monkey con Memocracia. Los burgaleses (ganadores del Mad Cool Talent de este año) hacen temblar los cimientos de la sala a base de una balacera continua de punk-rock directo a la yugular, formando un pogo tras otro y el disfrute de muchos fans y nuevos e instantáneos seguidores. Pisamos la mítica Fun Club y “Si sobrevivo, nos vemos mañana”, flecha de fuego que nos clava Aka Matador nada más cruzar la puerta, hit que para el tiempo y hace que nos olvidemos de todo por un momento… Un poco de futurista cumbia electrónica en el escenario Mondo con el DJ Ima Fellini, bajo el nombre de Amantes del Futuro, y acudimos a la Torre Don Fadrique para disfrutar de la sensibilidad máxima y magia de Adriano Galante, que embelesa a todos lo presentes desgranando el sobresaliente “Toda una alegría(23), uno de los discos más bonitos editados este año. Nos mece con “En los mares por los aires” y caemos en sus redes con “Ser que sí” y “O dos”, o en una “Andan preguntando” a flor de piel y belleza máxima. Nos quedaríamos hasta el final, pero tenemos que cruzar el Guadalquivir para llegar a la segunda parte del festín de raíces y electrónica de Lorenzo Soria & Sebastián Orellana, rodeados por una banda de relumbrón (Pablo Jara a la guitarra, Danilo Donoso a la batería, Martín Benavides al bajo y el theremín, y Alberto Álvarez y Javiera de la Fuente a las palmas, coros y taconeo), con “Caleuche” (22) por bandera. Nos cuentan que Pilar G. Angulo, teclista y cantante de All La Glory, se apunta (como en el disco) y bordan “Tus Ojitos Moros”, que aún rebota en la carpa de circo, pero justo entramos cuando se suma a escena otro de los invitados estelares, el gran Miguelito García (DMBK) que, con el poderío que le caracteriza, hace suya “Dos cruces”. El relevo a Dandy Piranha se lo da María José Luna (ahora en Califato ¾), que se hace dueña del escenario, quejío a quejío, con la banda al ritmo de Soria y Orellana, fundiéndose en tres infalibles: “La zarzamora”, “Un ramito de violetas” y “Todo tiene su fin”. La vida mata y vuelvo a cruzar el puente para disfrutar de otro de mis discos favoritos del año en el escenario de la Torre Don Fadrique, con Nico Roig y su Esto frío no vale nada (23). Vale la pena la carrera y volvemos a pausar los problemas con delicias sonoras como “Si la vida fuero sólo esto”, la bellísima, sentida y, ay, dolorosa “De cara blanca”, o una “Soy esa tonta canción” en la que se balancea de la primera a la última estrella del cielo sevillano. Saltamos antes al trabajo anterior con la adictiva “Yo siempre sueño que sí” y nos termina de conquistar con la intensidad guitarrera e interpretativa de “Quiero que veas”. Mientras volvemos a cruzar el río (no es broma), silbamos para quitarnos el frío y cantamos ese penúltimo y esperanzador estribillo, “No tengas miedo, que sólo es tiempo y el porvenir está medio ciego”.

Camellos y la carpa de circo boca abajo con su arsenal de hit, haciendo que suban las temperaturas y formando pogos mil: “Becaria”, “Café para muy cafeteros”, la versión rock de “Mi fábrica de baile” o la siempre esperada y coreada “Arroz con cosas”. Nunca fallan y por eso firman el concierto más multitudinario (junto a La Paloma) del sábado.

Baby Volcano dispara su ardiente fraseo, en español y francés, rezumando sensualidad y vibrante hip-hop con un extra de electrónica y ritmos latinos, echando más madera en el escenario Alhambra, donde, poco después, hará lo propio la rapera barcelonesa Lablackie, para terminar por noquearnos con esta doble sesión de aguijonazos urbanos y flow por los cuatro costaos. Entre medias, le sacan todo el brillo al escenario Jägermusic (una pista de coches de choque llena a reventar) los madrileños La Paloma, engrasados a la perfección y a por todas, repasando gran parte de su LP debut, “Todavía no” (23); sellando otro de los conciertos más enérgicos y adictivos de principio a fin, con un cancionero cargado de hits que se suceden sin tregua, entre luminosos huracanes guitarreros que no nos permiten tocar el pegajoso suelo ni un instante: Del “Sigo aquí” inicial coreado al unísono, a temas envolventes que siguen la senda del desamor y que cada vez suenan mejor en directo (con aroma a Él Mato), como “Algo ha cambiado” o “Quejas célebres”. Y claro, “con la esperanza casi perdida, esperamos a la muerte en una terraza de Bravo Murillo”, himno primigenio de la banda que casi revienta las bombillas multicolores de la pista de coches de choque, con remate final de una desbocada “Palos” a tumba abierta.

La Paloma

Me queda poca vida, pero hacemos la heroica de volver a cruzar el río en busca de las salas, con parada obligada en Sala Even para que el dúo Doblecapa nos haga implosionar a base de una batería que golpea el centro de la Tierra en cada embestida y una cigar box que es puro fuego. Blues abrasivos y punk instrumental en constante colisión. Y cuando creíamos que la madrugada no nos depararía más sorpresas, nos llevan por delante Los Sara Fontan con una espectacular y marciana propuesta que nos hace saltar por lo aires, con Edi Pou (mitad de Za!) a la batería y la violinista Sara Fontan en un viaje de mutación y experimentación continua, a medio camino del noise, el post-hardcore, el pop más lisérgico y nuevas galaxias por explorar. Otra marca/quemadura en la piel que nos llevamos, made in Monkey.

Sábado 25 de noviembre

Jornada final, estamos vivos de milagro y toca quemar las naves, así que, como mandan los cánones, tras nuestro primer cruce de río del sábado, vermut en mano, nos plantamos desde el inicio bajo la carpa de circo (si fuera descapotable para disfrutar del solecito sería perfecto) en la Batalla de Bandas de Radio 3, con Dani Llamas como padrino de esta edición y regalándonos su ya clásico revisitado “Fui piedra”. 16 canciones por 16 bandas distintas en dos horas sin interrupción, en la que salen ganadoras las argentinas Fin del mundo, alzando la codiciada Botella de Anís del Mono de este Monkey 2023. Además de las Fin del mundo, nos encandilan especialmente las interpretaciones de Adriano Galante, la explosividad de Nueve Desconocidos y la tralla sin tregua de los portugueses Maquina, con los que cerraremos muy de madrugada nuestro periplo festivalero este año.

La mecha está ya en marcha y ni parpadear puedes para no perderte nada. Aterrizamos en la Alameda y en la Torre Don Fadrique nos espera uno de los artistas más auténticos de esta edición, José de los Camarones, con su cesta de camarones sobre el escenario y el “Pregón de los Camarones” como presentación. Acompañado por una banda de rock, no tarda en dejar al público boquiabierto con su flamencura, arte y pellizco en cada cante. Del poema de Neruda que interpreta junto a María del Tango, a ese “Anclé mi alma” titular, para terminar por todo lo alto con los “Tangos de la libertad”, sentenciando a capella: “Mi vida es tan sólo mía, y es la uniquita que tengo. Yo vendo los camarones, mi tiempo no lo vendo”. Genio y figura.

José de los Camarones

Y mención especial para la especial velada que, días antes del festival, como cada año, organizó Alhambra Monkey Week para los presos de Sevilla 1, con José de los Camarones como encargado este año de llevar la música a la prisión.

Nos tomamos un mini respiro y volvemos al escenario Fundación SGAE con Juárez, que, una vez más, con un arsenal de hits cada vez más importante, hacen saltar chispas en cada tema y a un público totalmente entregado. Nos tiramos al “Mar” sin pensarlo y hasta la Torre Don Fadrique cree ver la playa a ritmo de Juárez.

Llega la hora más esperada para un servidor en esta 15ª edición de Alhambra Monkey Week, la puesta de largo del recién salido del horno (y desde ya uno de los mejores discos del año) “Tengo tres estrellas y veinte cruces” (23) de Ángeles, Víctor, Gloria y Javier, diez piezas fraguadas con versos del Poema del Cante Jondo de Federico García Lorca. Cabe recordar que la creación de estos poemas escritos por Lorca en 1921, fue paralela a la preparación del Concurso de Cante Jondo de 1922, capitaneada por él mismo y Manuel de Falla.

Aunque estamos ante el primer concierto tras la salida del disco el pasado 22 de noviembre, es cierto que esta vanguardista interpretación musical de los Poemas del Cante Jondo por Ángeles Toledano (voz), Víctor Cabezuelo (sintetizadores), Gloria Maurel (batería) y Javier Martín (electrónica y programación), tuvieron su estreno absoluto el 15 de marzo del pasado año en la Sala Roja de los Teatros del Canal, por encargo del Festival Internacional de Arte Sacro (FIAS 22).

La carpa de circo está llena y comienzan con esas “serpientes amarillas enroscadas en su cabeza, soñando” con el “Baile”, por tientos tangos, templados en el fuego de la garganta de Ángeles, y espectrales, flotantes y expansivos por los paisajes envolventes que no paran de tejer, tema a tema, Víctor, Gloria y Javier. Siguen cambiando el orden del álbum y nos sumergen en la soleá “Suspiro tierno”, con Ángeles cincelando cada estrofa, Víctor y Javier creando pequeños universos y Gloria desbordando compás a la batería. La tercera del disco sí coincide con la tercera de la noche, “Clamor”, con el recitado de estudio (¿Miguelito García?) lanzado por Javier, poema “En la torre”, seguida de una atmosférica parte instrumental y versos de los “Cuatro muleros” acariciados por Ángeles.

La electrónica más resplandeciente crece como enredaderas de neón en la noche oscura de “Paisaje”, una hipnótica y futurista instrumental con latido de compás flamenco que, en su parte final, acelera y toma el vuelo intergaláctico a lo Rufus T Firefly más lisérgicos.

“Y el puñal entra en el corazón como un rayo de sol”, así nos llega y entra la voz de una Ángeles Toledano doliente y estelar en “Puñal”, para proseguir por granaínas en un aterciopelado soniquete que nos hace flotar en esa fina línea de la madrugada en la que se confunde el sueño y la realidad.

Solemne y fantasmagórica en “La muerte de la petenera”, derrochando sentimiento y poderío, para adentrarse, poco a poco, en la seguiriya que nos abre en canal y corta la respiración, “Y después”, con Víctor acompañando al teclado los versos más tristes, bellos y desgarradores que recuerdo haber escuchado en mucho tiempo, con una interpretación que rezuma sensibilidad y dolorosa verdad en cada quejío: “Y la ilusión de la aurora / y los besos se desvanecen… / Y el corazón se desvanece / y sólo queda el desierto, / un ondulado desierto”. La ovación es tan grande que tienen que parar varias veces el inicio del siguiente y último tema.

Por bulerías, con Ángeles por primera vez en pie, echando el resto y fundiéndose con toda la banda, terminando con la pieza inicial del disco, “Balcón / Madrugada”, esos “saeteros ciegos de amor” que Morente hizo suyos. Aún se me hace un nudo en la garganta cuando escribo estás líneas. Se despiden agradecidos y de fondo suena, como no podía ser de otra manera, el vals del “te quiero siempre” en voz de Enrique.

Sherry Fino

Tras este inolvidable zarpazo en el pecho, pienso en mi enésima retirada, pero hay que cumplir y, con las primeras embestidas rebosantes de virtuosismo y conexión total de Rosin de Palo en el boquiabierto escenario Jäggermusic, volvemos a cruzar el Guadalquivir para visitas express y casi imposibles: bajamos la escalera de espejos de la Sala Holiday y Sherry Fino tienen montada la fiesta madre, a medio camino de rave flamenca y caño roto en vena. De “Satangos” a “Hijos del sol”, pasando por el último adelanto de la vuelta de Quentin Gas & Los Zíngaros, “El mundo se quema” y nosotros, y hasta la bola de espejos de la Holiday en llamas, hipnotizada por tal animal de escenario. Volamos y vemos a la letona Elizabete Balkus en el tramo final de su performance electrónica y psicodélica en el escenario MondoSonoro, con cierto regusto a Björk por momentos; y pillamos un “After destruction” de los mexicanos Descartes a Kant que nos deja con ganas de muchísimo más.

Y sí, de nuevo cruzamos el río y entramos en la carpa de circo con las últimas canciones de Imán y Ana, Adiós Amores, muy bien acompañadas por banda, pero con un sonido que no deja apreciar con claridad sus voces. Aun así, el público se contonea y disfruta de “Noche iluminada” y de la esperada dulce amargura de “Canción de despedida”.

Dharmacide suben la apuesta y, con Joy Division y My Bloody Valentine bajo las alas, despliega potencia y magnetismo noventero en nuestro penúltimo round en la pista de coches de choque, para pasar luego al aquelarre de raíces y radicalismo sonoro, ancestral y vanguardista, de Crudo Pimento, con Paco Frutos abriendo a la guitarra flamenca y arrancándose por soleá, uniéndose Inma Gómez y Raúl Frutos con su alquímica y letal cacharrería habitual, desgranado gran parte de su abrasivo y notabilísimo último trabajo, “El Carmen 13:7” (23). De “Trono” a “Verdiales Carmelitanos”, pasando por una “Tomorrow is a Monster” con la que nos trituran, para terminar cerrando con el maestro Kiko Veneno como invitado, atreviéndose con unos aguilandos murcianos. Únicos en su especie.

Un par de temas de pop-punk desde Bruselas con amor, de Ada Oda, y toca última excursión a la Sala Even para dejarnos llevar por la amalgama de shoegaze, ambient y post rock a la que nos someten La Ciencia Simple, de “Aphex” a “Un río interminable” y, por nombrarlo, decidimos volvemos a cruzar el Guadalquivir, esta vez en taxi, para un último baile en la carpa de circo con el esperado ugandés Faizal Mostrixx, que, con casco/máscara de estrella que sólo se quitará al finalizar el show, despliega todo su power con afrofuturismo en los mandos de la nave y al baile, hechizándonos e introduciéndonos en una rave africana de la que no queremos despertar. El tiro de gracia nos lo dan los lisboetas Maquina con un huracán sonoro final de kraut rock en la pista de coches de choque, a base de fuzz y distorsiones afiladas que no dejan títere con cabeza.

Un Monkey libre y jondo que deja muesca vital, como ese puñal lorquiano, real y sonoro, que sigue atravesándonos el pecho como un rayo de sol.

 

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