Desde abril de 1938, cuando, en un mundo que se abocaba inexorablemente hacia la peor guerra que ha conocido la humanidad, dos jóvenes judíos norteamericanos, Jerry Siegel y Joe Shuster escribieron y dibujaron una historieta de trece páginas sobre las aventuras de “Superman”, esta historia no ha dejado de contarse una y otra vez. ¿Qué ocurriría si alguien tuviera capacidades, poderes, que exceden las capacidades físicas del resto de la humanidad? ¿Si pudiera volar, si obtuviera una superfuerza, si…? Desde finales del siglo XX, en un arco que va, por así decirlo de “Watchmen” a “The Boys”, predominan las respuestas pesimistas, oscuras. Digamos que nos cuesta creer en alguien como el bondadoso y noble kriptoniano Kar-El, que lucha por “the truth, the justice and the american way of life”.
Ha habido muchas respuestas, como decíamos. Pero tal vez nos faltaba los que nos propone en esta brillantísima obra el mangaka Atsushi Kaneko: una versión punk. Autor indie en su país natal y de culto en varios europeos, como Francia, lo habíamos conocido gracias a títulos como “Wet Moon” y “Deathco”, en las que ya mostraba algunas de sus signos de identidad autorales –la imaginería surrealista, los personajes ambiguos, una visión no demasiado positiva, como mínimo, de la sociedad- pero, sin duda, con “Evol” merecería ser descubierto por un número mayor de lectores.
Es uno de los grandes cómics, con independencia de su procedencia, que nos han llegado este año. Se ha anunciado para septiembre su cuarto volumen, en una estupenda edición de Panini, con un tamaño mayor que el habitual en el manga (lo que agradecemos, dada la espectacularidad del trazo del autor). En una entrevista concedida a un medio francés, Kaneko confesaba que no planificaba demasiado sus creaciones, pero que tenía en la cabeza la idea de completarla en unos ocho tomos.
“Evol”, cuyo título es un obvio homenaje al álbum homónimo de Sonic Youth (uno de los grupos favoritos del autor), nos sitúa en el presente en una ciudad costera de Japón. Estamos en un centro psiquiátrico, donde han sido recluidos tres adolescentes que no se conocían entre sí antes, pero que han tratado de suicidarse durante la misma noche… por motivos que averiguaremos más adelante: un muchacho, Nozomi, y dos chicas, Akari y Sakura. Pronto nos damos cuenta que ninguno está muy conforme con su lugar en el mundo. De hecho, tienen fundadas razones para sentirse asqueados y decepcionados por todo lo que les rodea.
Cuando intentan fugarse, se dan cuenta de que, a partir de su intento de suicidio, han adquirido ciertos poderes. Quizás no resulten demasiado impresionantes, en un primer momento: Nozomi puede perforar pequeños agujeros con su dedo índice; Akari puede generar una pequeña chispa de fuego en la palma de su mano derecha; y Sakura vuela… pero sólo a unos pocos centímetros sobre el suelo. Pero en ningún caso hay que minusvalorar la imaginación de unos chavales hartos de los abusos de una sociedad podrida hasta la médula. Y desde luego, la ciudad que los acoge no puede esperar que se conviertan en sus protectores. Como punks instintivos, su intención inicial es arrasar con todo.
En las historias personales de estos tres superhéroes (o supervillanos, así es como no tardarán en verlos las autoridades), distinguimos algunos guiños del autor a algunos clásicos del cómic occidental… Por ejemplo, las terribles visiones de Akari nos recuerdan, inevitablemente, a “La saga del oso místico”, uno de los episodios fundamentales de “Los nuevos mutantes” de Chris Claremont y Bill Sienkiewicz. Aunque también a la mítica “Donnie Darko” (2001), la película de Richard Kelly.
En “Evol” tenemos lo que nos había ofrecido las obras anteriores de Kaneko, pero llevado a un grado mayor de depuración y eficacia: un dibujo de líneas gruesas y marcados contrastes entre el blanco y el negro, con una combinación de naturalismo y paisajes fuertemente oníricos, que lo emparenta con autores norteamericanos como Charles Burns o Daniel Clowes; una trama que se mueve incesantemente hacia adelante, casi sin respiro, sin dejar de ir profundizando en la dañada psique de nuestros tres protagonistas; y una crítica implícita, pero visceral, de nuestra época. Kaneko no sermonea al lector, pero nos entrega una historia violentísima y perturbadora en la que está presente el racismo, la homofobia, la corrupción política la crisis ecológica y los abusos sexuales.
No faltan, sin embargo, pequeños toques de humor –un humor, a menudo, negrísimo- y de ternura, sobre todo en la relación entre Sakura, Akari y Nozomi, en el modo, a pesar de no tener casi nada en común, establecen una cierta complicidad, terminan empatizando. No hay que olvidar que, después de todo, EVOL al revés es LOVE.
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