El cielo en la cabeza

La referencia de “El cielo en la cabeza” sólo puede ser una obra epopeya del calibre de “Odisea” de Homero, pero ambientada en el África actual. Nivek, el protagonista, es un niño congoleño que malvive esclavizado en una mina de coltán, luego pasa a ser un niño soldado y entonces llega a la conclusión que en África no tiene ningún futuro y que debe buscarlo en Europa. Para alcanzar las costas europeas debe cruzar la selva, la sabana y el desierto. Luego llega a Libia, atraviesa el Mediterráneo y acaba en España. Se enfrentará a mil peligros no tanto por los territorios que atraviesa, que también tienen sus riesgos, sino principalmente por la crueldad de los hombres que se aprovechan de él.

Aunque es un cómic de un aspecto colorido, fresco y vital, “El cielo en la cabeza” está lleno de escenas que revuelven el estómago y causan estragos en la conciencia moral del lector. Hay una parte positiva ya que Nivek conocerá también a algunos compañeros de viaje que le ayudarán y de los que aprenderá en su búsqueda de la Ítaca europea. Altarriba traza con Nivek una parábola de la (des)esperanza de la juventud africana y de la relación desigual y abusiva de Occidente con el continente africano. El hilo conductor es la necesidad de las personas de emigrar no sólo para tener una vida mejor, sino simplemente para tener una vida digna. Por supuesto, aquí no hay ni inicios, ni desarrollos, ni finales felices, sólo trágicos. Altarriba ha armado un cómic de denuncia que se sostiene gracias a un conocimiento sólido de la realidad sociopolítica de África, a un protagonista con mimbres de gran personaje y a un compromiso cívico y moral de gran altura. La parte central de El cielo en la cabeza resulta algo extraña, ya que son dos relatos del tipo de las mil y una noches (la chica que debe escoger marido entre los cazadores de la tribu, y el curandero que debe sanar a un rey moribundo) que no encajan con todo el horror del principio y del final. Esta parte central tiene un tono más distendido, como de cuento oriental tradicional, que contrasta y le permite al lector coger algo de aire para lo que le espera en el desenlace. Podemos considerarla parte del aprendizaje de Nivek a lo largo de su peripecia vital.

Sergio García ha cogido este guión y con sus dibujos lo ha mejorado, lo ha llevado unos pasos más allá de lo que la propia historia demandaba. García es un narrador gráfico que convierte la página en un cruce de caminos físicos, temporales o argumentales. Es un experimentador de las posibilidades narrativas de la página de cómic. Y también es un mago ya que transforma los carriles en miles de cosas: en desierto, en mar, en serpientes, etcétera. Lola Moral, a cargo del color, cobra estatus de autora y con el color pone de relieve la humanidad de sus protagonistas.

“El cielo en la cabeza” es un puñetazo en el mentón de Occidente propiciado por el guante de seda de la narración gráfica. Es una novela gráfica, aunque al tratarse de un álbum de gran formato magníficamente editado por Norma pudiera no parecerlo, que incomoda, desazona, y angustia. Nos hace abrir los ojos ante unos héroes migrantes a los que la desigual relación entre occidente y África obliga a actos de valentía sobrehumanos.