Llaman a la puerta
Cine - Series / M. Night Shyamalan

Llaman a la puerta

6 / 10
Jordi Picatoste Verdejo — 04-02-2023
Fotografía — Frame de la película

Unos individuos con aspecto desalentador, palabras graves y herramientas sospechosas aparecen repentinamente para perturbar las tranquilas vacaciones de una familia feliz. Lo que estos individuos, capitaneados por el hercúleo Dave Bautista, les explicarán a los protagonistas suena disparatado, terrorífico y sangriento. Sin embargo, en una sugerente paradoja, está garantizada la supervivencia de la familia. Esta subversión de la trama habitual de secuestros en el hogar –“Horas desesperadas”, “Funny Games”... - es una excentricidad que le da atractivo a la propuesta. Lo que Bautista y los suyos (entre ellos el potteriano Ruper Grint) les contarán requerirá mucha confianza por parte de ellos. Y también –ese es el problema– por parte de los espectadores.

Los tres puntales argumentales del film son familia –cualquier tipo de ella: la de la película la componen una pareja blanca homosexual y su hija asiática–, religión y sacrificio. El film esconde referencias bíblicas, pero en el fondo a M. Night Shyamalan la religión que le interesa es la imaginación. Shyamalan ha demostrado ser, a través de sus películas, el evangelizador del fantástico que pide a los espectadores que le crean a él y a sus personajes. Ya sea para hablar de niños que ven muertos, de señales alienígenas, de superhéroes cotidianos o de terribles profecías. Así, en el caso de “Llaman a la puerta”, las sillas en que están inmovilizados los dos padres en la casa son también las butacas ocupadas por los espectadores.

Sin embargo, la premisa de la cinta –adaptación de una novela de Paul Tremblay– es demasiado arriesgada incluso para permitir una pequeña grieta en el raciocinio que la haga verosímil. Tampoco ayuda el desarrollo de la trama, con ambigüedades ad hoc y un crescendo que funciona a medias. El creador de “El sexto sentido” mantiene intacta la elegancia de su dirección, la sugerencia de la amenaza, pero equivoca el marco en el que la plasma. En definitiva, un film solo para creyentes en Shyamalan.

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