Élite (Temporada 4)
Cine - Series / Carlos Montero Y Jaime Vaca

Élite (Temporada 4)

5 / 10
Pablo Tocino — 09-08-2021
Empresa — Netflix
Fotografía — Imagen de la serie

“Élite” se enfrentaba en esta temporada a su primer cambio generacional, algo que siempre llega a todas las series adolescentes salvo que cambien el escenario del instituto a la universidad. Carlos Montero y Jaime Vaca tienen mucha experiencia en adolescentes y en sacarles todo el jugo a sus historias, pero precisamente por su labor en “Física o Química” saben lo complicado que puede ser ese recambio de alumnos: aquella serie inició una progresiva caída de audiencia que derivó en su precipitado final un par de temporadas después. Quizás aprendiendo de lo ocurrido, Montero y Vaca han decidido aquí hacer el cambio más gradual, y siempre relacionando a los personajes nuevos con los antiguos, y asegurándose de que los nuevos sean lo suficientemente potentes (esto último lo consiguen a medias). De momento el fenómeno fan de “Élite” parece no haberse resentido a pesar de irse grandes pilares como Ester Expósito, Danna Paola o Álvaro Rico –habrá que ver qué ocurre con la partida de Miguel Bernardeu y Arón Piper (y las rumoreadas de Itzan Escamilla y Omar Ayuso).

Montero comentaba en una entrevista que “Élite” podría continuar más de diez temporadas, y yo quizá no lo llevaría a ese extremo, pero sí estoy seguro de que la serie puede seguir funcionando mientras Claudia Salas y su Rebeka sigan en ella. Ya en serio, considero que puede seguir y seguir mientras se tenga claro cuáles son sus puntos fuertes, y cuáles sobran. Esta temporada ha sido muy criticado el giro de las escenas sexuales a un punto más explícito, pero lo cierto es que cuando mejor funciona “Élite” es cuando abandona lo light y se entrega al desfase, al lujo, a las intrigas locas, al petardeo y, claro que sí, a esa espiral gratuita de desnudos, softcore e interacciones sexuales con la misma sutileza que unas bragas de esparto. Por eso chirrían especialmente momentos en los que parece venir otra persona a reescribir y filtrar, como con eso de “muy chulo tu paquete/muy chulo tu culo”, que por otro lado tiene su punto como absoluto cuadro.

La cuarta temporada aumenta también el lujo, incluyendo hasta a un príncipe entre sus personajes, y lo cierto es que funciona mucho mejor esa batalla entre lujo y megalujo que el presentarnos a personajes de supuestos orígenes humildes que nadie se creía. Pero también en esto, de nuevo, “Élite” parece no tener muy claro qué es, y aburre cuando intenta colar aquí reivindicaciones y hacer saltos woke con triple tirabuzón: la serie ni es un ejemplo de activismo LGBTI ni lo es para la lucha de clases (muy recomendable el artículo al respecto de Elizabeth Duval en Vozpópuli, donde analiza el discurso individualista de la serie). Si sus creadores se centrasen en lo que sí que funciona (y muy bien) de la serie y en su potencial adictivo; si, hablando en plata, se dejasen de hostias, la quinta temporada podría ser una bomba, porque ficciones como “Revenge” demostraron lo eficaz que puede ser esa autoconciencia (en este sentido, el Benjamín de Diego Martín funciona de maravilla; el actor parece saber perfectamente qué es su personaje y qué se espera de él). Hasta entonces, “Élite” es, si acaso, una bomba que no se atreve a explotar.

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