A-ha: La película

El grupo de música como matrimonio longevo. En “A-ha: La película”, los documentalistas Holm y Robsahm tuvieron acceso a los tres miembros de esta banda pop-rock, imprescindible en los ochenta y que puso en el mapa internacional de la música pop a Noruega. Alternando el relato cronológico de los cuarenta años de historia de la formación con el momento actual del rodaje, la cinta se distingue del relato hagiográfico del sueño americano de unos jóvenes músicos europeos por la franqueza con la que hablan los componentes (el exitoso vocalista Morten Harcket, el dominante guitarrista Paul Waakstar-Savoy y el teclista descontento Magne Furuholmen). Las tensiones y las frustraciones se ponen de manifiesto sin paliativos, así como el relato de las interrupciones del grupo o las carreras en solitario de los miembros.

Sin embargo, no hay atisbo en los realizadores de buscar la polémica, hurgar en las heridas o adentrarse en el amarillismo. No hay la sensación tampoco de que las declaraciones de ellos, especialmente las de Furuholmen, vayan a suponer un cisma en el seno del grupo. Se conocen desde hace casi medio siglo, saben de qué pie cojean y lo que tenían que decirse ya ha sido dicho. Como una familia, como un matrimonio que decide salir adelante pese a los defectos de los demás.

Es en ese contraste entre el qué y el cómo donde el documental sale victorioso. Más que en la crónica irregular (por ritmo: ahí la duración de casi dos horas resulta excesiva) de la trayectoria de un grupo que, a partir de cierto momento, dejó de interesar a las masas como antes lo había hecho, exceptuando a sus fans irredentos.

Para compensar, Holm y Robsahm emulan hábilmente y por momentos la estética del celebérrimo videoclip “Take On Me” o incluyen jugosas anécdotas como el enfrentamiento en la cima de su éxito ochentero con el compositor de cine John Barry al ser designados para interpretar la canción de “Alta tensión”, la primera película con Timothy Dalton como James Bond.