Entrevistamos a Rodrigo Sorogoyen y Olivier Arson por el estreno de “As Bestas”
Especiales / Rodrigo Sorogoyen, Olivier Arson

Entrevistamos a Rodrigo Sorogoyen y Olivier Arson por el estreno de “As Bestas”

Luis de la Iglesia — 10-11-2022
Empresa — Arcadia Motion Pictures, Caballo Films, Cronos Entertainment AIE, Le Pacte, RTVE, Movistar Plus+, Canal+, Ciné+
Fotografía — Lucia Faraig

Por fin se estrena en salas “As Bestas”, un nuevo acierto cinematográfico en la carrera de Rodrigo Sorogoyen. En ella ha vuelto a contar con el francés Olivier Arson para darle forma a la banda sonora. Con ambos charlamos sobre la que es, sin duda, una de las películas españolas de la temporada.

Rodrigo, comentaste en otra entrevista que la película nació de una noticia que os sorprendió a Isabel Peña y a ti. ¿Os servisteis de la distancia que tienen algunos españoles con los franceses para fortalecer el mensaje?
[Rodrigo] Estuvimos pensando en varias nacionalidades. Necesitábamos que los personajes fueran extranjeros para dar esa sensación del extranjero que llega a una tierra y la considera su casa. De hecho, pensamos en que fuesen actores holandeses, como la historia original, pero luego nos decantamos por franceses. Sí que hay cierta creencia de que por ser nuestros vecinos nos miran por encima del hombro. Pensamos que sumaba y aportaba a lo que queríamos contar y cómo lo queríamos contar.

¿Y tú, Olivier, lo has vivido de esta forma?
[Olivier] No, yo no miro a nadie por encima del hombro [ríen]. Aunque sí que me sentí identificado. Ha sido uno de los proyectos más personales que he hecho. He intentado poner algo de mí y, sobre todo, en la segunda parte. Al ser un expatriado aquí, hay elementos que me emocionan bastante como la escena de los tres cuando están en el bar. Me hace pensar mucho sobre mi condición. Llevo quince años en España, me siento muy francés, pero España es mi casa, sin duda, y creo que había algo subjetivo que yo quise meter en la música. Esa relación a la tierra está muy presente durante toda la película.

"Quiero contar historias porque me interesan a mí, pero lo que quiero es seducir al público, que se emocione, que se interese, que vibre y no pueda respirar"

Rodrigo, en el Festival de Sitges definiste la película como terror de lo cotidiano. ¿Consideras que has hecho una película de terror?
[Rodrigo] Hay terror, pero tampoco es una película de terror específicamente. Tiene algo de drama rural, de thriller. No nos sentamos a definir el género de la película antes de hacer la historia. Más bien es la historia que surge y te acaba pidiendo ir por un camino u otro. No creo que ayude encerrarse en un género. Para Isabel Peña y para mí se trata de una historia de amor.

A los dos tercios de la película, nos encontramos con un riesgo narrativo cuando la tensión disminuye y la película cambia de género. ¿Cómo planteasteis este cambio para que la narrativa no sufriese? ¿En cuanto a música? ¿Qué pretendías expresar o comprender con ese cambio?
[Rodrigo] Sí, fue un riesgo, porque la película es muy intensa. Lo que sucede es que creíamos que era necesaria esa segunda parte. La noticia de donde sacamos la película era brutal. Queríamos representar el qué pasa después, cómo evoluciona alguien si se queda tras una tragedia. Entiendo las historias como una manera de intentar conocer. Sobre todo, el verbo es intentar. Son aprendizajes que van calando durante un tiempo y que, a lo mejor, años después te vas dando cuenta de cosas. Haces películas porque te preguntas sobre temas, sobre comportamientos humanos, pero no es “Ay, espero encontrar esta respuesta”. En esta película nos interesó muchísimo la decisión del personaje de Olga, que es una decisión muy sorprendente que sucedió en la historia real. Quisimos escribir una película para intentar aproximarnos a ella. Y sí, te diría que la acabamos entendiendo.
[Olivier] También fue un reto para mí, dos tipos de música y de trabajo, diferentes planteamientos. La primera parte la tuvimos bastante clara desde el principio. La escena de la rapa fue de las primeras escenas que compuse y no cambió casi nada. Tenía muy claro el ensamble de cuerdas un poco sucio, lo que sí que evolucionó fue la percusión. Me imaginaba que la presencia sería más pequeña, pero nos dimos cuenta que funcionaba bien y le daba ese toque tribal. Algo más primario. Al principio no quería que hubiera notas, solo quería lo mínimo. A nivel armónico no hay casi nada. Los sonidos percutivos en ese sentido te ayudan mucho. Son secos, muy primitivos. En la segunda parte sí que quería un desarrollo musical que se adaptará a la situación.

Cuando te proponen una historia, ¿cómo escoges qué tipo de música vas a utilizar? ¿Partes del texto, de una idea o del instinto? ¿Cómo funcionó en “As Bestas”?
[Olivier] Pueden ser todas esas cosas a la vez, no son excluyentes. Es cierto que siempre comienzo desde el guion, porque sin guion no hay música y no hay nada. Me gusta conceptualizar a partir de él. Suelo hacer un trabajo de investigación que se vuelve bastante racional y me ayuda a tener pistas para componer, pero luego y, cada vez más, estoy intentando guiarme más por la intuición. En “As Bestas”, daba el caso de que me apetecía hacer ese experimento para mí, de ver qué pasa si me llevo solo un piano y me meto en una casa aislado de todo el mundo, me levanto a las cinco de la mañana y compongo en soledad. Fue una intuición que venía del placer. Siempre he intentado que todo esto no se vuelva profesional del todo. Hay algo tan bonito en lo que hacemos que me gusta encontrar mecanismos que me permitan disfrutar, que se haga especial.

¿Cómo has vivido el cambio de la electrónica a la que estabas acostumbrado a lo instrumental? ¿Por qué esta elección?
[Olivier] Necesitaba una música más auténtica, algo más natural, que se pudiese hacer con las manos. Buscar siempre lo humano desde lo primitivo. Había una cuestión del hogar y la tierra y el barro, la elección de la instrumentación está basada en eso. Usar música electrónica hubiese sido tramposo. Hemos intentado meternos entre las emociones, incluso para aportar un poco de oxígeno dentro de ese ambiente tan duro.

¿Teníais hablado este proceso entre composición y creación de la historia?
[Rodrigo] Más bien surgió. Cuando llevas trabajando con alguien tanto tiempo ya te conoces, ya sabes lo que quiere el otro. Hablamos menos entre nosotros porque entendemos cómo funcionamos. No fue algo que preparásemos de antemano. Hay un cariño brutal, un entendimiento enorme, hay un respeto gigante y, sobre todo, ganas de superarnos. Siempre que hago una película intento aportarle al espectador algo más y aprender yo algo también. Me tengo que ayudar de mis colaboradores. En el caso de la música y de Olivier hay algo de “No hagamos la misma banda sonora, por favor, hagamos algo que no hemos ofrecido antes”. Evidentemente, con un sentido dentro de lo que queremos contar. En “As Bestas”, Olivier ha hecho una música totalmente distinta a lo que habíamos escuchado antes de él. Eso es fruto de mucho trabajo juntos, de exprimirnos los sesos, de ser exigentes con nosotros mismos. Mis colaboradores lo son por muchas otras cosas, pero también porque coinciden en eso: en ser exigentes.
[Olivier] Para mí no fue fácil, ya que tardamos bastante en encontrar el tono de la película. Incluso cuando lo teníamos más claro costó encontrar la fórmula. Con Rodrigo son idas y venidas, y muchas peleas graciosas, que pierdo todas [ríe]. Vamos más al grano y nos entendemos mejor. Fue bastante clave ir al rodaje, vivíamos todos juntos en el mismo piso. Rodrigo llegaba por la noche y le enseñaba lo que habíamos hecho e intentábamos encontrar la vía por la que seguir. Eso sí que fue raro porque los rodajes normalmente tampoco me aportan mucho, voy más para saludar, pero no lo suelo usar como inspiración. En el caso de “As Bestas” sí que funcionó como inspiración porque el entorno era tan fuerte... Quizás suene un poco cliché decirlo, pero es un personaje más en esta película.

Es una película de contrastes que se notan, sobre todo en los silencios. ¿Cómo lo planteasteis a nivel de guion? ¿Sabíais en qué momento acudir a los silencios?
[Rodrigo] Se trata de cómo surge la historia. A veces, te pide ciertos silencios, mientras que otros momentos son mejores acompañados con música. Queríamos reforzar aquellas escenas más tensas con silencios y jugar con la percusión para que se notasen más. No se trata de plantearlo antes, cuando estás cámara en mano sientes las cosas de una forma y luego lo intentas plasmar. Con Olivier hablamos de cómo combinar la música para que se notasen estos cambios. La tensión se crea con muchos elementos, evidentemente, el primero es el guion. Lo que intentas, aparte de contar una historia con sus personajes, es crear situaciones interesantes, ya sean verosímiles u originales, pero, sobre todo, interesantes. El guion de “As Bestas” tiene bastantes escenas con esas posibles reacciones de “Buah y ahora ¿qué va a pasar? ¿Qué haría yo en esa situación? No querría yo verme en esa situación”. Evidentemente, hay que darle vida y eso se hace con los actores y con todos los mecanismos audiovisuales como la fotografía y la luz y, por supuesto, el sonido, la ambientación, el vestuario. No hay una biblia reglamentaria, pero intentas que el espectador se lo crea. En la escena del bar sucede esto, el espectador se cree que Luis Zahera es Xan y que Denis Ménochet es un francés al que le están haciendo la vida imposible. No hay una fórmula, se trata de darle vida.
[Olivier] Al final los silencios forman parte de la música. Tuvimos cuidado de darles valor. Estuvimos eligiendo momentos muy claros para que la música crease una especie de vacío que permitiese escuchar ese silencio. No son silencios en sí, pueden ser el viento o el sonido de una estufa. Lo que no nos gusta es tener música de relleno, música que intente ayudar a la película en lugar de formar parte de ella. La llamo música de falta de confianza en tu película. Con Rodrigo tenemos la suerte de que el material es tan bueno siempre, que no tenemos por qué preocuparnos de si una escena funciona o no. Tratamos de poner música donde creemos que tiene sentido. Así dejamos margen al espectador para que pueda estar viviendo la película a su manera. Por eso, fui muy cauto en la segunda parte en no caer en el melodrama y la grandilocuencia.

En varios de esos silencios durante la proyección, cuando Xan molestaba de forma hostil a Antoine, la gente se reía. ¿Tienes en mente cómo va a reaccionar el público a la hora de escribir? ¿Intentas sorprenderlo?
[Rodrigo] Al final es una manera de destender la tensión, además que entiendo que muchas de las ocurrencias del personaje puedan ser graciosas para el público y sorprende porque no has puesto ese momento de humor con un propósito, pero se lo encuentras por cómo reacciona el público. Me pasó algo similar en “Que Dios nos perdone”, que me parece una película muy violenta y, aun así, la gente se reía. Evidentemente, siempre intento imaginar de manera positiva la reacción del público. Quiero contar historias porque me interesan a mí, pero lo que quiero es seducir al público, que se emocione, que se interese, que vibre y no pueda respirar, pero con lo que yo quiero contar. Estamos contando esta película no porque al público le vaya a gustar, estamos contando esta película porque creemos que al público le va a interesar. A partir de ahí, ¿sorprenderle? Claro, si no lo hiciésemos perderíamos adeptos. Es verdad que es más arriesgado. Es un cliché, pero quien no arriesga no gana. Creo sinceramente que el público lo agradece.

Tengo la sensación de que esas dos partes están tratadas desde la mirada femenina y la masculina.
[Rodrigo] Sí, la primera parte está más centrada en Antoine, en ese conflicto más violento, más animal. Se nota en la violencia casi física que tienen los enfrentamientos, como en la escena del bar. Las cámaras son más estáticas, muchos de los movimientos están grabados con raíles. En cambio, la segunda pretendíamos mostrar ese enfrentamiento entre la madre de los hermanos y el de Olga, que, durante toda la primera parte se había mantenido en un segundo plano. Decidimos utilizar steady cams para hacer más personales las escenas. Pretendíamos que la transición de las dos partes también lo fuese en técnica. Un dato curioso fue que la escena en la que ellas conversan la estuvimos reescribiendo hasta el día antes. Nos salía un diálogo más brusco, más cercano al de la primera parte, pero no era lo buscábamos para este momento hasta que dimos con lo que se puede ver en pantalla.
[Olivier] Con la música pasó algo similar. La batalla de los hombres era violenta, la de la mujer era más silenciosa. Por eso la percusión en la primera y el tono más melodioso en la segunda. La masculina tenía que golpear, la femenina la concebí como si flotase. Hay algún momento en el que se acercan, como en la escena de la compra de las ovejas, porque los dos enfrentamientos estaban próximos, pero el tratamiento fue diferente para darle su propia identidad.

Sentí que había cierta similitud con “La caza” de Thomas Vinterberg. ¿La tuvisteis como referencia? ¿O fueron otras películas las que os inspiraron?
[Rodrigo] Ostras, pues no la había tenido en cuenta. Aunque ahora que lo dices… Es diferente. Sí que se suelen tener referentes, a nivel de fotografía, de música, de guion. Pero intento alejarme de ellos para que la película sea lo más mía posible. No tengo una película o escena en la cabeza, pero no puedo evitar tener referencias inconscientemente. Quizás, podríamos decir que “Perros de paja”, aunque tampoco creo que la haya tenido en la mente durante la escritura y el rodaje. Una vez alguien me dijo que iba a copiar un plano exactamente igual como en otra película, luego me dijo que eso era lo que hacíamos los cineastas [ríen]. Pienso que no, que yo no hago eso, intento separarme lo máximo de otras historias para poder crear la mía.
[Olivier] No queda casi nada de lo que me inspiró, pero está ahí. Es cierto que tomé en cuenta ciertas melodías con instrumentos de viento, sobre todo, en la segunda parte. Han sufrido tantos cambios que serían casi irreconocibles. Quizás alguna nota o tonalidad.

¿Estáis contentos con vuestro el trabajo que habéis hecho?
[Rodrigo] La película me ha entusiasmado. Ha sido divertido hacerla. Habrá público al que no le guste y a otro que sí, pero ahí no puedo hacer nada, yo estoy contento y he contado lo que sentía.
[Olivier] Ha sido un reto enorme del que estoy orgulloso y creo que es de los mejores trabajos que he hecho y de los que más me han tocado a nivel personal.

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