Encuentros: Mikel Erentxun (Duncan Dhu) vs Mikel Aguirre (La Buena Vida)
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Encuentros: Mikel Erentxun (Duncan Dhu) vs Mikel Aguirre (La Buena Vida)

Javier Escorzo — 22-05-2017
Fotografía — Javier Escorzo

 

Pero yo creo que se tiene la idea de que los grupos de los noventa queríais distanciaros de los de los ochenta. La Buena Vida cantabais en castellano, pero la mayoría de grupos de vuestra generación lo hacía en inglés, y se dice que era para distinguirse de los grupos anteriores.
MA: Nosotros siempre consideramos que eso era un punto a nuestro favor. Yo, supongo que como Mikel y como muchos otros, hemos compuesto muchas canciones en spanglish. Y cuando la haces medio en inglés, es jodidísimo darle la vuelta y pasarla a castellano.

ME: Es muy difícil, sí.

MA: Porque te metes en un cliché mental del que te resulta difícil salir.

ME: Sí, y te cuesta encontrar fonemas que encajen.

MA: Yo por eso renuncié a hacerlas en spanglish. Luego, las letras que funcionan son las que salen del tirón. Y aunque les hemos dado mucha importancia a las letras, no son poemas, son canciones. La poesía está por un lado y las letras por otro. Al final las palabras tienen que funcionar con la música. Tú oyes las letras de los Beatles o de Elvis, y muchas veces no son como las de Rafa Berrio, no es un lirismo espectacular, no es literatura. Y no lo estoy criticando, al revés, soy muy fan de Rafa Berrio. Pero su fórmula no me vale para mis canciones.

ME: De todas formas, en San Sebastián siempre ha habido una tradición de grupos cantando en castellano. Toda la hornada de Family, Le Mans, La Buena Vida… No había grupos cantando en inglés. Ni antes tampoco. Puskarra, UHF, Mogollón… Todos cantaban en castellano. Y en mi generación lo mismo: nosotros, 21 Japonesas, La Dama Se Esconde… todos en castellano. No ha habido una tradición en San Sebastián de cantar en inglés.

MA: Sí lo hacían otros grupos como Australian Blonde, El Inquilino Comunista

ME: Sí, pero fuera. En Donosti no.

MA: A mí me gusta mucho la chanson francesa, pero no sé francés, y hay algo que falta, porque no entiendo los textos. Yo comprendo a la gente que me dice que no le gusta Dylan porque no entiende las letras. Yo a Dylan lo leo y lo entiendo, y la conexión es mayor. Y escribir en castellano es un reto, no es fácil. También he hecho alguna cosita en euskera, y eso sí que es difícil.

Hablando de euskera, ambos coincidisteis con dos momentos del Rock Radical Vasco, que estaba muy fuerte, pero os quedasteis al margen de esa corriente, que tenía mucho tirón por aquí.
MA: Pero Donosti era un oasis, y la actitud de los grupos era muy diferente.

ME: Sí, aquí no salpicó tanto.

MA: Todos esos grupos, Baldin Bada, Hertzainak y tal, funcionaban muy bien en la provincia, en gaztetxes y demás, pero no solían tocar en las salas de la ciudad, tipo Komplot o Txuribeltz. Pero hay cosas buenas ahí también, Kortatu por ejemplo creo que tuvo su momento y que hicieron su aportación, con Kaki (Arkarazo) y compañía. Pero nunca he tenido un interés en ese punk rock vasco.

Vosotros nunca habéis metido política en vuestras canciones, y eso os diferenciaba de ellos. ¿No surgió? ¿Os autocensurabais?
MA: No sé en el caso de Mikel, en el nuestro desde luego nunca nos autocensuramos.

ME: En nuestro caso tampoco, sencillamente no nos interesaba. No nos interesaba mezclar nuestras ideas políticas con el grupo, luego cada uno teníamos nuestro interés. Mira Juanra (Viles, batería de la formación original de Duncan Dhu, NdR), que ahora es concejal. Pero nunca quisimos trasladarlo a las canciones.

MA: Las ideas políticas son personales, entonces trasladarlas a un colectivo, a un grupo de música… Es complicado que coincidan todos. A nosotros nos pasaba como a Mikel. No es que no nos interesase la política, lo que no nos interesaba era mezclarla con la música. Cuando nos juntábamos teníamos interés en componer, en hacer canciones… Igual queríamos huir de esa realidad tan sórdida que se estaba viviendo a través de la música. Sí que es cierto que si analizas la obra de La Buena Vida no hay ni una canción política. Yo soy de los que piensan que hemos vivido contaminados por un exceso de política, desgraciadamente por lo que ha sucedido en este país. Porque en ninguna parte del mundo la gente se levanta y lee el periódico con páginas y más páginas de información política. Aquí la gente sabe al dedillo un montón de cosas que en otras partes del mundo no les interesa en absoluto. Y eso por un lado es bueno, pero por otro no cuadra, no es sano. Ojalá nuestros hijos lo vivan, que todo esto haya sido un mal sueño. Esto no terminará hasta entonces, hasta que una nueva generación viva sin el problema con el que hemos tenido que vivir todos, que era lamentable.

Al margen de la política, ¿creéis que San Sebastián ha marcado vuestra manera de expresaros artísticamente? A todos los grupos de esta ciudad se os asocia con cierta tendencia a la melancolía…
MA: Yo no sé su tú coincides, Mikel, pero yo creo que sí.

ME: Sí, esto marca.

MA: Mi mujer es profesora, y hace años le daba clase a una chica bien de Liechtenstein, que estaba aquí por motivos de trabajo de su marido. Había vivido en Tokio, en Nueva York y en lugares así. Mi mujer le enseñaba euskera, y un día le dijo: “A mi marido en Tokio le pagaban cinco veces más que aquí, pero la calidad de vida que tiene esta ciudad no existe en el mundo entero”. Y lógicamente es una ciudad que tiene sus cosas malas, pero yo creo que esta ciudad influye en todos los aspectos.

ME: Sí, influye todo. Hasta el clima. San Sebastián es la ciudad de España donde llueve más días al año. Yo llevo toda la vida con la lluvia dentro de mí, el cielo gris… Y esas cosas al final aparecen en las canciones de una forma inevitable. Es normal que hables de lo que te rodea, aunque sea de una manera inconsciente. A veces también lo haces de manera consciente, pero casi siempre es de manera inconsciente. Claro que marca la ciudad, y mucho.

MA: Y luego la situación de la ciudad, el hecho de estar al lado de la muga (frontera en euskera, NdR) con Francia. Habiendo lo que ha habido aquí, que ha habido cuarenta años de encerrona, la gente se escapaba a Bayona y a Burdeos a comprar discos y a ver películas.

ME: Sí, por eso San Sebastián siempre ha sido una de las ciudades más adelantadas de España, por su condición de muga. Había muchos discos que aquí no llegaban, pero que los conseguías en Francia. O tenías algún amigo que se iba a Londres y te lo traía. O la ropa. La primera cazadora de cuero rollo Stray Cats que tuve la compré en Bayona, porque aquí no había. O los Levis. Aunque la gente no se lo crea, aquí no podías comprar vaqueros.

MA: La carta verde para pasar la frontera de Francia a España…

ME: La ventaja de estar en la frontera era que podías vestirte igual que los Stray Cats, y comprarte sus discos, y por ejemplo un tío de Albacete lo tenía más complicado. Y todo eso marca.

Erentxun, tú perteneces a una generación que vivió mucho esplendor a finales de los ochenta y comienzos de los noventa. ¿Cómo vivisteis el advenimiento de la generación de los 90 a la que perteneces Aguirre?

ME: Tanto Diego como yo fuimos muy fans y muy seguidores, y estará en la hemeroteca, porque lo defendimos siempre públicamente. Nos interesaba todo el mundo este que iba desde Family hasta vosotros (La Buena Vida), nos pareció muy interesante. Teníais mucha coherencia, y a veces os mezclabais entre vosotros, teníais relación, y de hecho creo que tuvisteis mucho peso a nivel nacional, fue muy interesante.

MA: La verdad es que, a pesar de que no tuvimos una repercusión demasiado grande…

ME: Bueno, igual no tuvisteis un gran repercusión en cuanto a ventas, pero sí de reconocimiento.

MA: Sí, a pesar de que no vendíamos tanto ni funcionamos con multinacionales, sí que sentíamos que teníamos el reconocimiento de la prensa, y todavía hoy me lo siguen diciendo. Es sorprendente.

ME: Y marcasteis un estilo.

MA: Nosotros tuvimos una suerte inmensa. Nos presentamos en Madrid en el 92 y hubo una compañía pequeña que apostó por nosotros. Nos metimos en la rueda y luego fue todo a mejor, pero jamás lo hubiésemos pensado. Empezamos muy jóvenes, y al final sí creo que hicimos cosas importantes. Por supuesto que hubo cosas malas, algunas me dan vergüenza, pero forma parte del proceso de aprendizaje, es inevitable.

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