Crisis del sector musical: Cuando ‘live’ y directo no significan lo mismo
Especiales / Mondo Sonoro

Crisis del sector musical: Cuando ‘live’ y directo no significan lo mismo

Yeray S. Iborra — 15-04-2020
Fotografía — Cesc Maymó

La música vive una paradoja: en los momentos difíciles, las canciones siempre están ahí, pero no se piensa en quién las hace, las toca, las graba o las difunde. No hay una respuesta del Gobierno para que la industria cultural pueda seguir adelante, como sí ha pasado en otros países. El sector está en jaque, pero contraatacando.

Le pedimos más que nunca a la música, a los nuevos discos, a los de toda la vida o a las retransmisiones vía redes sociales. Necesitamos que las canciones nos acompañen en estos días difíciles. Y es que en momentos duros, las canciones siempre han estado ahí. No ha sido una excepción en la crisis del Coronavirus: colaboraciones entre músicos, temas para la ocasión e incluso nuevos festivales en streaming. Unas horas después del confinamiento se organizó el Cuarentena Fest y hace nada se ha presentado el Amazon en Casa Fest, en beneficio de Cruz Roja.

El de la música, uno de los sectores donde el golpe ha sido más evidente con la paralización sin excepción de todos los conciertos y festivales, tiene uno de los futuros más inciertos. ¿Cuándo podremos volver a ver a un centenar de personas juntas? Aún así, es el que menos respuestas gubernamentales está obteniendo.

Esa es la paradoja del sector musical (y del cultural en general): todo el mundo los necesita, pero no se piensa en cómo se seguirán haciendo las obras, en quién las hará, en quién las grabará, dónde se interpretarán o –hasta ahí llega el agravio– quién las difundirá. Están en una coyuntura peligrosa incluso las revistas musicales. La misma que lees, MondoSonoro, este mes ha sacado su edición sólo en digital, después de más de veinticinco años estando en cada rincón de la geografía española.

En definitiva, no hay una respuesta coral para el sector por parte del Gobierno, como sí ha pasado en otros países. Es más, el ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, dijo días atrás que por el momento se había descartado crear fondos específicos u otro tipo de medidas para la cultura. Sólo algunos gobiernos autonómicos promoverían nuevos fondos, el caso del catalán o el valenciano. “Primero la vida y luego el cine”, espetó Rodríguez, que priorizó la crisis sanitaria a la cultural. Algo que en otros países ha funcionado en paralelo.

En Francia se han programado planes de choque de 22 millones de euros en apoyo a la cultura. En Alemania, han sido 50 millones. Entre otros, en el país germano se aportarán 1.600 euros mensuales a profesionales de la cultura que lo soliciten, así como ayudas para el alquiler para empresas y autónomos del sector. En España, de momento ha habido una promesa de “apoyo transversal e inclusivo”.

Dicha promesa se antoja muy corta para la Mesa del sector de las Artes Escénicas y la Música Covid-19, que ya alertó tras la comparecencia del ministro español que las pérdidas serían superiores a los 130 millones de euros. Hay datos todavía menos halagüeños: la Asociación de Promotores Musicales (APM) ha calculado un socavón de 764 millones. Por ello, desde la Mesa piden –entre otros– la ejecución íntegra del presupuesto de gasto en artes previsto por las administraciones para este 2020.

Pese a los datos fatalistas, de momento las respuestas han sido sólo privadas. La SGAE movilizó 15 millones de euros para apoyar a sus socios, y desde la Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España hicieron lo propio con sus activos.

Llueve sobre mojado en un sector ya precarizado antes del confinamiento, como denuncia la confederación Sindicato de Música. El temor, como apunta en su campaña #Mequedosintrabajo, es que las artes escénicas no vuelvan hasta otoño de 2021 y pasen año y medio sin trabajar y “regalando música en Internet”.

Por su parte, campañas como #SomosMúsica buscan la sensibilización del público: llaman a que se ayude a los músicos comprando música y merchandising y escuchándolos por streaming, algo todavía controvertido, pues las plataformas de streaming aún no ofrecen un reparto justo, pero son una de las pocas vías activas para la recaudación en el confinamiento. También han surgido estos días proyectos de apoyo directo a artistas, como el disco colectivo auspiciado por Tori Sparks.

En paralelo, los creadores –molestos por el trato del Gobierno– se unieron el pasado 10 y 11 de abril para realizar un apagón cultural en redes. Pese al seguimiento desigual de la acción, ese mismo viernes el ministro de Cultura se abrió a convocar de nuevo a una reunión a la industria cultural.

El encuentro se producirá a finales de esta semana. La industria cultural le pedirá a Rodríguez que tenga la misma cintura que han tenido los artistas. En el caso de los músicos, por ejemplo, la adaptación de su rol social en redes ha sido rapidísima. Pero no olvidan que la industria del live, que sí funciona a la perfección en Instagram, no es la misma que la del directo. De una, viven las ilusiones. De la otra, la de la música en vivo, comen casi todos los oficios alrededor de la música.

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