Bestial Burden
Discos / Pharmakon

Bestial Burden

5 / 10
Jorge Obón — 19-11-2014
Empresa — Sacred Bones
Género — Experimental

“Somos bonitos por dentro, no me importa que me abran en canal en el hospital, anímate tú también a sentir algo así”, me decía una buena amiga mientras me apuntaba con un tenedor que trataba de clavarme en el brazo durante una cena que ya no volvió a ser tranquila. Mi amiga ha soportado extensas estancias en el hospital desde los 18, maleándola de una manera que los demás no alcanzamos a comprender. Por eso, al escuchar el nuevo de Pharmakon con sus gritos y sus gargajos más o menos acompasados, a uno le entra la desazón de pensar si no estará trivializando el dolor humano, y ahí aparece la imagen de mi amiga blandiendo el tenedor con una sonrisa y deseando saber cómo soy por dentro, de verdad, bajo la piel, sin metáforas, porque ella está acostumbrada, y aunque duela, encuentra belleza donde otros encontramos poca dignidad entre cuñas y esputos. Un pasito atrás para contemplar mejor la erótica del dolor extremo, la asfixia y por qué no decirlo, del moco.

Después de la gira que trajo a Margaret Chardiet a nuestros escenarios, le diagnosticaron un quiste cuya extracción y posterior recuperación, le proporcionaron una experiencia traumática de dos semanas de miserias hospitalarias sobre las que se asienta “Bestial Burden”… aunque ya hubiera glosado el mismo tema en varios pasajes de “Abandon” como “Ache” o “Crawling On Bruised Knees”, pero aquí se le añaden los fallos orgánicos como leitmotiv en un disco escueto y de efectos menos aterrorizadores que el primero, y aunque se agreguen colores a su paleta, finalmente, los matices no son tantos. Tras una experiencia así, Ben Watt se marcó “Paciente”, un libro escalofriante, Matmos en “A Chace To Cut Is A Chance To Cure”, aprovecharon su investigación de campo para excitar a todos los doctores en la sala, e incluso el Bad Seed, Barry Adamson, publicó algunas de sus canciones más profundas con estos mimbres. Chardiet parece abrirse literalmente en canal para disfrute de los curiosos, pero después de la sorpresa y la rabia, no hay mucho más que una personalidad negativista que ha oteado fugazmente las puertas del infierno, y nos ha traído una instantánea que aunque se haya interpretado como un paso adelante, no está tan elaborada como su primer disco. Los temas parecen grabados antes de terminarse, perpetuando la sensación de que todo en su carrera artística depende del momento, y esto es un álbum, no un concierto.

La impresión se hincha para tener un disco largo, que salvo el ambiente enfangado de “Intent Or Instinct” o el manifiesto enrabietado de “Bestial Burden”, muestra a una Pharmakon que nos quiere desvelar una afección profunda, pero para ver cómo somos bajo la piel no basta con levantarla, sobre todo cuando no hay límites artísticos, y ella no los parece tener.

Después de que el nombre de Pharmakon fuera encumbrado por los aficionados tangenciales al ruido de medio mundo, tenía una ocasión inmejorable para sacudirse las sospechas de hype, pero las escuchas sucesivas no revelan secretos, sino que ponen de manifiesto la improvisación con la que nos asustamos la primera vez que la escuchamos, y lo circunstancial de estas grabaciones, y así pasamos de plantearnos eróticas imposibles a invitar a todas las personas a las que haya impresionado Chardiet, a que se sobrepongan y le den otra escucha al disco, porque el hecho de pintar con dos colores no te transforma en Mondrian, y a la indignidad humana de la enfermedad y la muerte, se les debe un respeto mayor.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.