Estrenamos "Las sillas voladoras", lo nuevo de Incendios
Estrenos / Incendios

Estrenamos "Las sillas voladoras", lo nuevo de Incendios

Redacción — 23-10-2015
Fotografía — Clara Higuera

Los madrileños Incendios, la banda formada por Miguel Bellas, Iñaki Jiménez, Rodrigo Sancho, Aarón Palazón, David Moralejo, Álvaro Marcos y Pablo Moreno, publican el próximo miércoles 28 de octubre su segundo largo, continuación de "El cuerpo humano" (Estoescasa, 2013).

"Las sillas voladoras" ha sido grabado por Raúl Pérez en La Mina (Sevilla) en Octubre del año pasado, con mezclas a cargo de Pep Roca y máster a cargo de John Golden. Álvaro Marcos, componente de la banda, se ha encargado de destripar tema por tema este disco, como puedes ver a continuación (lo que no deja de ser un tanto irónico teniendo en cuenta que Álvaro es precisamente el único componente del grupo que no ha podido estar presente en la grabación del disco).

01.- "Desgrísteme"
El arranque del disco tiene algo de aquelarre: una nota grave y cabezona sobre un patrón rítmico que se mantiene durante toda la canción. El paisaje se expande en dos tiempos. Primero sopla un sinte-viento solar que acolcha la pegada mientras otro en graves, más sinuoso y vacilón, refuerza la neurosis. Después, en el “estribillo”, unas notas de guitarra en caída libre abren el espectro e iluminan el magma sintético, aunque la luz sea más bien melancólica. La letra habla de aprender a “cerrar puertas despiertas a las espaldas” e intentar “hacer viento” con un aire que se ha vuelto amnésico de puro quieto. Palante. “Desgrísteme” es como un túnel mental de lavado entre Zugarramurdi, Puertomarte y General Ricardos (bonito, pero pelín inquietante).

02.- "Teoría de nubes"
Si antes la huida era hacia delante, ahora es hacia arriba. Y el motivo cabezota son tres notas de sinte decadentes (entre somnolientas y ebrias) que recuerdan a Boards of Canada. A partir de ahí, la canción es un chute de levadura y helio (léase reverbs y delays): guitarras y sintes despegan hinchándose mientras batera y bajo tiran como pueden para que el bizcocho no pete y no se escapen para siempre todos los globos (para que no todo se difumine como canta la voz, que antes pedía viento y ahora pide luz y un nuevo comienzo. Y quién no). Y ahí, 4 minutets de inspiración (y espiración), tira que te afloja hasta soltar lastre.

03.- "Quiero ser como Bergman"
"QSCB" es un repesque del único disco de Healthcontrol (un grupo madrileño de los 2000 que nunca debió abandonar el rock instrumental). El riff de la canción es casi la batería tribal de Aarón, sobre la que Miguel da rienda suelta a su cinefilia y a uno de los juegos de palabras más polémicos de la historia de la familia RDM (durísima competición). Me da rabia el sonido de sintes y piano, que creo que podría haber quedado más lucido, menos raquítico, pero me gusta mucho cómo las guitarras van engarzando punteos abiertos sobre loops rítmicos de armónicos y cómo crece la canción a partir de la parada. ¡Frío yo, nunca! Chúpate esa Ingmar.

04.- "Arde #2"
Incendios le debía una canción al elemento primario responsable de su existencia. "Arde#2" es la versión ralentizada e intimista de la #1, con un sencillo arpegio de guitarra y la voz de Miguel muy cerca del oído. Me mola cómo llega un momento en que la voz desaparece y deja andar al resto, como cuando te quitan las rueditas pequeñas de la bici cuando estás aprendiendo: las guitarras que solo se habían insinuado se van adueñando de los restos de canción mientras la batería deja de economizar los golpes de caja poco a poco y el sinte gravote la engorda. Fuego camina conmigo.

05.- "Las sillas voladoras"
¡Me voy un par de años y Miguel sabe tocar el piano! Creo que “Las sillas voladoras” condensa lo mejor de él como compositor y letrista. Asumir y compartir la fragilidad y la vulnerabilidad a la que exponen un cierto tipo de sensibilidad y su expresión requieren valor y honestidad. En esos huevos para la delicadeza a tumba abierta me recuerda un poco a Joaquín Pascual. La canción es como un último viaje en el carrusel que sale en la portada. La fuerza centrífuga de piano y chelo montan una barraca-zoótropo de imágenes preciosas (“Tomar asiento/ las primeras vueltas /Girar el cuello/ para verla / Mamá, sale movida, /mamá, sanará la herida”), mientras la juventud se sutura, se quiera o no, se crea o no, a la espalda (“Acaso soy mayor, no lo creo”). Cuando está todo dicho, una guitarra lo vuelve a explicar, resumido, al final. ¿Madurez? No hay vuelta atrás.

06.- "Fuegos artificiales"
Amanece en el remoto planeta Pi-3. Un astro tibio se eleva entre las pálidas lunas de Aagag, que rotan desacompasadas. La luz enfermiza se abre paso a duras penas entre la basura espacial. El universo se estira y se despereza como hace desde el principio de los tiempos. Un rayo torpe se filtra por la escotilla de una lanzadera amerizada al abrigo de un promontorio rocoso. Aún postrado, el capitán Choco Adama comprueba los niveles de oxígeno de la cápsula mientras calibra su resaca sideral. Después, un bot doméstico atusa con algorítmico mimo la argentina onda de su flequillo y lo enfunda en su traje. Flotando, avanza hasta la gran compuerta lateral y presiona el botón de apertura. Las dos placas se desplazan hasta que su figura ingrávida, completamente bañada en luz, se proyecta contra un horizonte infinito y cruel de roca y grafeno. “Hoy”, murmura con una sonrisa demente, “hoy es un buen día para morir”.

07.- "Disecar"
Esta es una canción un poco rara, que tiene en su extrañeza sus mayores virtudes y defectos, me parece. Genera curiosidad, pero no termina de enganchar. Aislados, los arreglos molan, sobre todo el chelo de Pablo running wild, pero hay algo que no me termina de empastar del todo en el conjunto, y la veo un poco al margen del resto, tal vez porque (a excepción de “Bergman”) es un poco más vieja, de una era pre-flamígera. Transpira algo uncanny, como los humanos disecados y empantallados de los que creo que habla.

08.- "Arde #1"
Como la #2 pero rebobinando la imagen a antes de sacarle el veneno a la serpiente. La más salsona del disco: Choco y Dave se quitan el smoking de arreglistas finos para soltarse con esas guitarras mellizas que tan poco les cuesta parir a la primera. Me encanta el puntín matemático pero sin ambiciones del crescendo, antes de la rentrée.

09.- "Al final nadie se salva"
El disco acaba un poco en aquelarre también. La canción final empieza muy clásica, con un 4-3 en el piano, la voz adelante y un envoltorio elegante, pero al final se convierte en una especie de paso de Semana Santa y se monta un buen pifostio de guitars. Pero es que al final nadie se salva. Una verdad como un templo. Y ojo al final-final con loopete en fade out ¡Un fade out! Acabáramos.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.