“En 2008 un sótano-estudio del extrarradio barcelonés, cual útero irrigado por la misteriosa causalidad de la existencia, vio nacer a Klaudia”. Son palabras de Nacho Newman, cantante y padre de esa maravillosa criatura que es Klaudia. Y si bien el retoño no tardó ni un año en pronunciar sus primeras palabras (el fantástico Ep “First Approach” en 2009), le ha costado dos años más volverse a arrancar, pero menudo arranque. Y es que el primer largo de Klaudia es sorprendente, fascinante y un tanto siniestro. “Hemos crecido en virulencia y profundidad”, explica Pedro Navarro, guitarra del cuarteto catalán. Y es ciertamente rabioso y desenfrenado este primer trabajo, que toma prestados el espíritu y la bailabilidad de la escena británica del indie-rock oscuro y épico capitaneada por Editors y White Lies. Estas, además de los neoyorquinos Interpol, son las influencias más palpables en un álbum donde las guitarras son dardos afiladísimos y las baterías caballos trotones y desbocados. Lo mejor de todo es que esa pasión que rezuma “Mother Phoenix” por sus diez cortes también la saben volcar los barceloneses en otros proyectos, como demostraron al fundar el festival indie contra el hambre No Hunger en asociación con Acción Contra el Hambre. “Hay veces que tantas horas en el estudio te hacen sentir absurdo”, confiesa Pedro. “Estar con la guitarra y el piano creando es un privilegio que sólo nos podemos permitir los que tenemos las necesidades básicas cubiertas o no estamos en medio de un conflicto armado”. “No nos sentimos aislados del mundo”, puntualiza Nacho, “formamos parte de él y no queremos partir sin hacer cosas que sean realmente importantes para nosotros… Ésta es una de ellas”.
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