"No sé si en el futuro seremos como Neil Young con Crazy Horse"
Entrevistas / Frank Black

"No sé si en el futuro seremos como Neil Young con Crazy Horse"

Redacción — 20-11-2000
Fotografía — Archivo

HA LLEGADO EL MOMENTO DE QUE HABLEMOS DE ESTE HOMBRE EN PRESENTE, NO EN PASADO, EL MOMENTO DE QUE SEA FRANK BLACK Y DEJE DE SER BLACK FRANCIS, Y DE QUE -NO ESTARÍA NADA MAL- SE LE EMPEZASEN A RECONOCER LOS MÉRITOS CONTRAÍDOS EN SU CARRERA TANTO EN SOLITARIO COMO ARROPADO POR THE CATHOLICS. PORQUE TODO SE VERÁ REFRENDADO CON "DOG IN THE SAND" (COOKING VINYL/DISCMEDI, 00), SU ÚLTIMA AVENTURA DISCOGRÁFICA.

Cual binomio perfectamente conjuntado, el abajo firmante y Roger Estrada, compañero de publicación, se reunían en un céntrico hotel barcelonés para convertir un lunes del triste y gris mes de noviembre en una jornada alegre y soleada. Las dimensiones -en todos los sentidos- del personaje a entrevistar requerían una demostración de respeto que pocos merecen. Lo primero y más urgente era saber cómo entiende este nuevo trabajo su creador en relación a "Pistolero", el anterior, pero cercano en el tiempo, disco de Frank Black And The Catholics. "El elemento diferenciador entre uno y otro es la producción. En esta ocasión suenan más guitarras y nuevos elementos como la pedal steel, el banjo o unos teclados que dotan a las canciones de una sonoridad distinta. Se trata de un nuevo enfoque en el que todo queda más repartido, todo el mundo tiene que tocar menos y con eso las composiciones ganan en riqueza. Todas estas circunstancias, además de pasar de cuatro a seis miembros, nos ayudan a dar forma a una música con más raíces, aquella que ha influenciado a una generación tras otra, como el blues o el rock más clásico". Sin lugar a dudas, Black no se ha caracterizado jamás por ser un comodón, más bien al contrario es todo inquietud. "Seguimos con el procedimiento que usamos anteriormente. No es otro que grabar en dos pistas, sin posproducción y sin editar. Descubrimos este método hace tres años, en unas sesiones para unas demos que hicimos en tres o cuatro días. Empezamos con dieciséis pistas y nos dimos cuenta de que aquello era como grabar en directo.

Tras un período de aprendizaje que nos ocupó la grabación de algún disco, nos dimos cuenta de lo que se planteaba. Si con dieciséis pistas sonábamos así de directos, ¿cómo sería con solamente dos? Efectivamente lo probamos y me dije ¡he visto la luz!, ¡he dado con mi sonido! A partir de ese momento desaparecieron mis quebraderos de cabeza a la hora de acabar los temas. Solamente me iba a preocupar por presentar una idea para, directamente y tras varias tomas, ver como aquello tomaba forma, con la solidez suficiente para que el resultado se convirtiese en una nueva criaturita.

Ya no teníamos que plantearnos cuándo debía entrar la batería o el bajo, porque todo empezó a surgir con una naturalidad aplastante, ahora la pedal-steel, ahora las combinaciones de piano y guitarra, de voz y bajo. No necesitábamos consejos de ningún productor que cambiase las cosas. Aunque a veces usarlo pueda dar buenos resultados, lo nuestro se ha convertido en una obsesión, queremos grabar en directo en nuestro propio estudio". No acaban aquí las peculiaridades. Todavía quedan sorpresas, nuevos detalles para implantar un innovador método de grabación. "Salimos dirección al norte, a North Carolina, uno de los lugares más gélidos de todo el país. Una vez allí nos levantábamos escuchando "Exile On Main Street" de Rolling Stones y nadie podrá negarme que es una forma inmejorable de empezar la jornada laboral. Era algo en plan ¡tengo un buen día, la vida es bella, así que vamos a tocar y pasar un buen rato! Durante unas noches ofrecimos unos conciertos con el material que teníamos calentito y aprovechamos ese momento para acabar de pulir los temas que posteriormente grabamos". Seis son ya los discos que nuestro protagonista ha facturado desde que se disolviese su importante e influyente ex banda, aquella de la que fue principal responsable.

"Veo mi trayectoria desde entonces de forma muy natural, como una evolución lógica. Nuestro primer disco sorprendió, era inocente y sorprendente, diferente. Pero el gran cambio llegó con "The Cult Of Ray", el último disco sin The Catholics. Aquello empezó a funcionar como yo quería. Era más rock, más sólido: el dieciséis pistas había entrado en mi vida. No sé si en el futuro seremos como Neil Young con Crazy Horse, porque todavía es muy pronto para diferenciar mis trabajos con The Catholics de los restantes, mientras que en su caso si que resultan evidentes los rasgos que diferencian unos discos de otros". Internet, la guerra de sexos, los mil y un matices de "Dog In The Sand" y la promesa de una nueva visita a nuestros escenarios fueron otros de los temas que aparecieron en nuestra conversación. Más tarde, las nubes seguían presentes, pero en nuestra cabeza y en nuestro corazón lucía todavía el más enorme de los soles.

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