“Un ejército de santurrones piensa que debes solucionar todos los problemas del mundo”
Entrevistas / Tropical Fuck Storm

“Un ejército de santurrones piensa que debes solucionar todos los problemas del mundo”

JC Peña — 13-10-2021
Fotografía — Archivo

El cuarteto australiano Tropical Fuck Storm sigue mostrando argumentos con un tercer discoDeep States(Joyful Noise/Popstock!, 21), en el que ahondan en sus hallazgos marcianos, pero también exploran un lado más directo e incluso pop.

No hay nada ahí fuera que se parezca a Tropical Fuck Stormy su trituradora de géneros. Tampoco conozco a ningún escritor, compositor o letrista que diseccione el mundo que nos ha tocado vivir con la lucidez de Gareth Liddiard. Con él conectamos para que nos cuente detalles del que, pese a las dificultades, podría ser su disco más ambicioso. Normal: Tropical Fuck Storm viven como peces en el agua dentro de las distopías y las conspiraciones, y desde un año y medio parece que vivimos dentro de una de ellas.

El ex Drone recuerda con mucho cariño su último paso por España, aunque después del concierto en Madrid acabó ingresado por una dolencia estomacal que arrastra. Sobre el escenario y con su Fender Jaguar, Liddiard se ve poseído por una fuerza primaria maníaca. Fuera de él, es un melómano afable amante de la ciencia ficción y las historias de la guerra fría, que da pistas de sus enciclopédicos conocimientos musicales y siempre deja perlas interesantes.

Acabo de leer que este álbum os ha llevado nueve meses de trabajo. ¿Ha sido por la maldita pandemia?
Sí, fue la pandemia. Hemos sufrido muchos confinamientos y hemos tenido que arreglárnoslas, porque no vivimos en la misma ciudad. Vivimos en el mismo estado, pero no todos estamos dentro de la ciudad. Tuvimos que aprender a ver cómo nos dejaban estar juntos. Sí, un bajón.

“Si vas a cantar, más vale que pienses en algo que merezca la pena”.

Con el título “Deep States” jugáis, como es habitual, con los dobles o los triples significados, ¿no?
Sí, está el tema de las conspiraciones de Estado. Estamos tan metidos en todo el rollo conspirativo que teníamos que ponerle algún nombre así. Y luego, el disco es complicado y teníamos que buscarle un nombre sencillo. Pero no estoy seguro de que los diferentes sentidos se traduzcan más allá del inglés. También tiene una connotación de melodrama. Muchas de las bandas femeninas de los sesenta, como The Shangri-La’s o The Ronettes, hacían canciones con los temas melodramáticos más pasados de rosca. Tenían alguna sobre las cosas más ridículas, como parejas suicidas en el instituto. El título era melodramático en un sentido cursi, porque en Australia la palabra “Deep” (profundo) es muy popular entre la gente del instituto. Ya sabes: “Tío, eso ha sido profundo. Eres tan profundo…” [risas]. Es un nombre tonto, divertido pero con su cosa.

Lleváis más lejos vuestro sonido en varias canciones, pero también hay algunas en las que retomáis el sonido de grupo de rock todos tocando juntos… Me da la impresión de que es vuestro álbum más ambicioso y consumado en cuanto a los matices.
Bueno, hicimos más o menos lo que pudimos hacer en ese momento, porque no podíamos estar juntos. Nos llevó nueve meses, pero no porque estuviéramos nueve meses grabándolo todos juntos. Al final creo que estuvimos juntos unas tres semanas. Se convirtió en este proceso raro en el que estábamos todo el rato parando y empezando otra vez. No sé, cuesta explicarlo. Hicimos lo que pudimos. Me da la impresión de que lo que nos costó más fue juntarnos. Fue más eso que pensar en cualquier idea musical o concepto. Sí, intentamos seguir haciendo lo que nos gusta, pero me cuesta explicarlo. Hemos hecho lo que hemos podido.

Es evidente que vuestro sonido es muy especial, sobre todo esas guitarras desquiciadas. Pero creo que se le da poca importancia al trabajo de las voces. En este disco hay muy buenas melodías. ¿Cómo las trabajáis?
No lo sé. Supongo que en cuanto a cómo trabajamos las voces, lo principal es que yo tengo una vez masculina que tiende naturalmente a ser de tenor, mientras que las chicas cantan en un tono un poco más arriba, de contralto. No nos sentamos en el estudio pensando mucho en ello, porque ya hemos decidido lo que vamos a hacer. Es como tocar un piano o un bajo: una vez lo haces, no tienes que pensar gran cosa en ello. Lo haces y ya está, porque ya has decidido usar esos dos instrumentos. Y luego, cuando las chicas se ponen a cantar, ya depende de ellas, no trato de decirles qué hacer, porque ya lo saben perfectamente. No sé, es una cosa natural. Al final se trata de haber bebido mucho [risas].

“Nos encanta España y será el primer sitio al que vayamos cuando se pueda”.

Desde luego se nota en los vídeos, sobre el escenario y en todo, que os lleváis muy bien. ¿Qué importancia tiene esto en una banda?
Al cien por cien. Es importantísimo. En cualquier música que te guste, ya estés pensando en Jimi Hendrix, Carlos Montoya [guitarrista de flamenco] o la puñetera Maria Callas [la soprano griega], cualquiera, los mejores momentos musicales vienen cuando se lo están pasando bien, ya estén interpretando una canción triste, feliz o lo que sea: te tienes que divertir. Tienes que pasártelo bien. Si hago una entrevista con una revista de guitarras y les digo que toco borracho, se quedan extrañados, pero no deberían, por el modo tan raro en que toco [risas]. Pero es que el puto Stravinsky estaba bebido cuando componía. Los verdaderos grandes guitarristas son de tu país: todos tocan con unas copas de vino tinto encima, y se lo pasan bien.

En este sentido, esta crisis del coronavirus está siendo terrible, porque parece que, en estas circunstancias, está mal visto divertirse. En vuestro primer single, “G.A.F.F.”, habláis de una manera lúcida de las contradicciones insufribles que vemos en este mundo tan raro. ¿Qué me puedes contar?
Bueno, lo que pasa es que hoy tienes a tu disposición todo lo que pasa en el mundo. Lo puedes ver. Y luego no están sólo las noticias, sino que tienes a este ejército de santurrones en Internet que piensan que tienes la obligación de tener una opinión sobre absolutamente todo, y que, de algún modo, debes participar en la solución de todos los problemas del mundo. Esto lo hace tanto la izquierda como la derecha. Todos quieren que te metas en su “equipo”. Y es un bajón, es agotador. Da la impresión de que todo el mundo tiene miedo de decir algo, no vaya a ser que abusen de ti online o te digan algo negativo. Da igual que seas Taylor Swift, un tío normal en Twitter, o alguien que trabaja en un colegio o en un hospital: se supone que todo el mundo tiene que estar enchufado a algo. Es demasiado. No se te permite decir: “¿Sabes qué? Me da igual, estoy liado con mis críos, estoy ocupado pagando mi alquiler”. No te dejan estar a tu bola, todo es así, y es agotador.

El single más reciente es “New Romeo Agent”, que es fantástica, con la voz principal de Erica [Dunn]. Una canción de amor pero con un toque retorcido.
Empezó con un teclado barato de mierda, un Casio. Y tenía un sonido casi de canción de James Bond. Tenía también un aire de ciencia ficción. Al principio no se llamaba así, era “Alien Love Spy”. A veces sacamos cosas que nos suenan a algo. Estamos en el estudio ahí sentados, y pensamos a qué suena. No es algo revolucionario, pero como solemos escribir algo y luego hacer la música, es divertido hacerlo al revés. Es una novedad. La cosa es que lo hicimos, y yo no quería cantar, porque no me sonaba a algo en lo que pudiera hacerlo bien. Así que lo hizo Erica. Y luego nos pusimos a hablar de los “agentes Romeo” de Alemania del Este. ¿Has oído hablar de ellos? Es una locura.

Con ese nombre, no…
Pues es asombroso. Eran agentes de la policía, de la Stasi. Escogían a los más jóvenes, los llevaban a burdeles y una vieja madame les enseñaba cómo hacer el amor y seducir a mujeres. Luego los mandaban al Oeste, y se supone que tenían que seducir a secretarias que trabajaban en embajadas o en edificios oficiales, para sacar secretos de Estado. Los agentes podían llegar a casarse con estas mujeres. En las bodas, ellas llevaban a sus familias, y las de ellos eran todos actores y actrices, claro.

“Hoy todo el mundo quiere que estés en su equipo, es agotador”.

La realidad siempre supera a la ficción. ¿Esto se hacía en los sesenta y setenta?
Sí, entre los cincuenta y los setenta. Es alucinante porque cuando cayó el muro, algunos de los matrimonios se rompieron por razones obvias, pero ¡otros siguieron! Así que Erica pensó en meter esto en esta canción, dándole una vuelta de ciencia ficción a lo “Blade Runner”. Y lo hizo de manera encantadora y triste.

La última parte del disco, que incluye este tema, es sorprendentemente tranquila y bonita, muy alejada de vuestro lado abrasivo. ¿Lo premeditasteis o salió natural?
Fue natural. Es que al final, los discos se forman a su manera. No hay nada que puedas hacer al respecto. Y trabajamos siempre con la idea del vinilo en mente. Si oyes mucho hip-hop no sueles pensar en vinilo, pero por alguna razón contar una historia musical funciona muy bien dentro de los confines del vinilo. Cara A, Cara B, una determinada duración… Nos gusta hacerlo así. Creo que con la música hay muchísimas opciones, puedes hacer cualquier cosa a día de hoy. Y está bien que tengas un marco para tenerlo todo bajo control. De otro modo, acabaríamos fatal, arrastrándonos por el suelo…

Claro. En cuanto a tus letras, no hay nada así, o por lo menos yo no veo letras con ese contenido y ambición. Vi una entrevista reciente en la que mencionabas a Lou Reed como referencia, en el sentido de que contaba cosas muy bien con lenguaje de la calle.
Sí, me gustan las letras. Uno de los mejores grupos que he visto en mi vida es un grupo australiano, The Dirty Three. ¿Les controlas?

No demasiado…
Estuvieron activos sobre todo en los noventa y no sé si han seguido. Eran un violín pasado por un puto ampli Marshall, una guitarra, una batería y mucho drama. Pues era como estar viendo el puto Jimi Hendrix Experience o al grupo de John Coltrane. Nunca tuvieron cantante. Viéndoles siempre pensé que si vas a cantar, tienes que pensar algo. Y más vale que merezca la pena, porque ellos demostraban que no es necesario. Son alucinantes, y seguro que has oído hablar de ellos de alguna manera. Warren [Ellis] lleva mucho tiempo tocando con Nick Cave en casi todo lo que hace. Jim White, el batería, ha tocado mucho con Bonnie Prince Billy, Nick Cave y en casi todo lo que hace Cat Power… Así que en definitiva se trata de eso: si vas a cantar, que sea algo bueno. No hay mucho más [risas]. Pero también me gusta Bob Dylan.

“Llevarse bien en un grupo es importante al cien por cien”.

Con este disco os superáis en cuanto a los vídeos, que son una locura…He visto que los rueda un tipo que se llama Oscar O’Shea, pero ¿cómo llegáis a esas ocurrencias?
Oscar, sí, un tipo muy majo. Oh, mierda, básicamente no tenemos ni idea de lo que vamos a hacer hasta que nos ponemos a ello. Y luego con las chicas es terrible, porque acabamos en cualquier tienda de disfraces y somos pobres. No somos lo que se dice ricos precisamente, pero acabamos gastándonos cien dólares en disfraces. Y claro, como yo crecí en una casa de mujeres, no crecí con ningún hombre, pasa lo que pasa: “¿Puedo coger cosas del baúl y disfrazarme?”. Esto es Australia, un país muy macho. España también, pero de un modo más extravagante y romántico, en Australia es aburrido. Total, que nos disfrazamos y no tenemos ni idea de qué coño va a pasar. Y después, una vez hecho, tenemos que apechugar con ello [risas].

Voy terminando: Habéis hecho bastantes cosas en poco tiempo. ¿Os veis como esos grupos que sacan material constantemente, al estilo The Fall?
No, no. Somos colegas de King Gizzard, salimos y trabajamos un poco con ellos, y siempre me siento frustrado, porque si nosotros sacamos un disco, ellos hacen seis. Son terribles, les odio [risas]. No, intentamos sacar más cosas, no hay otra cosa que hacer en este momento. Ya estamos trabajando en otro nuevo.

Tiene que ser muy duro para bandas como la vuestra estar colgados así, sin poder girar. Económicamente debe ser desastroso.
Sí, pero es duro para todo el mundo [risas amargas]. Tenemos muchos amigos en España con los que hablamos y las cifras del Covid han sido una puta locura. Para nosotros, España y Grecia son los mejores sitios del universo. Nunca hemos hecho un bolo en Grecia [risas]. Queremos volver.

Hablando de España: estuve presente en vuestro último bolo en Madrid y fue increíble. ¿Qué recuerdos tienes?
Fue bueno. El bolo fue genial. Y al día siguiente estaba en un hospital de Madrid. Cuando giramos demasiado, algo le pasa a mi estómago. Creo que pillé algún virus estomacal en Berlín como veinte años atrás. Cuando me estreso mucho, acabo en el hospital [risas]. Pero estuvo bien porque pasé cuatro noches allí. No recuerdo el nombre del hospital, era pequeño, pero muy agradable. Me puse fatal, casi me muero, pero vi un montón de televisión y estuvo bien. Pero vamos, que no lo digo a la ligera: nos encanta España. Será el primer sitio al que viajemos cuando se pueda.

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