“La gente joven ahora tiene la mente más abierta”
EntrevistasSparks

“La gente joven ahora tiene la mente más abierta”

Carlos Pérez de Ziriza — 21-05-2025
Fotografía — Munachi Osegbu

Te prometen una ración de música que guiñe el ojo a la new wave, al synthpop, al art rock y a la ópera electrónica. Eso dicen. Pero al mismo tiempo sonando solo a sí mismos. Parece un milagro que así sea tras 28 álbumes, pero Sparks no son como los demás.

Hay algo de justicia poética en que los hermanos Mael estén por fin saboreando las mieles del reconocimiento público como no lo habían hecho en sus cinco décadas de carrera previa, gracias en parte a la película "Annette" (Leos Carax, 2021) y al documental "The Sparks Brothers" (Edgar Wright, 2021). "MAD!" (Trangressive Records, 2025), su nuevo álbum, mantiene el notable nivel de sus últimas entregas, y me proporciona la ocasión de charlar durante un buen rato con Russell. Esta vez no está Ron.

La primera canción del disco se llama “Do Things My Own Way”. ¿Una declaración de principios tras más de cincuenta años de carrera?
Sí, en realidad pensamos que es una buena declaración de principios para un disco nuevo. Ha sido nuestra filosofía desde el día uno, y estamos orgullosos de haberla mantenido durante los 28 discos que hemos grabado.

No debe ser fácil.
No, surgen muchos obstáculos por el camino, y mantener tus principios musical y líricamente, esa especie de universo propio, es una tarea ardua, pero creo que hemos alumbrado nuestro propio camino, y es como para estar contentos.

¿Sentís que el esfuerzo ha merecido la pena, dado que ahora sois quizá más populares, dentro de unos límites, que en cualquier otro punto previo de vuestra carrera?
Sí, porque por la misma inversión en tiempo y esfuerzo, consigues que más gente te escuche, así que nos podemos considerar afortunados, más aún cuando no es lo habitual: normalmente las carreras tan largas suelen experimentar un declive sostenido o estancarse, pero Sparks hemos ido en la dirección contraria, hacia arriba. Es una muy buena posición, pero rara en una banda con una historia tan vasta. Hemos enganchado a fans muy jóvenes gracias al documental sobre nosotros: eso nos acercó a un público nuevo, que no nos conocía de nada.

"Cuando escribimos sobre relaciones no queremos que obedezcan a un cliché"

¿Crees que esas generaciones de oyentes más jóvenes tienen menos prejuicios que los jóvenes de hace décadas?
Diría que sí. Seguro. Al menos por lo que respecta a Sparks. Tienen la mente más abierta y presta a aceptar nuevas ideas, nuevas músicas. Incluso por lo que respecta a las letras de las canciones. Tenemos un feedback muy positivo de gente muy joven y muy diversa. Gente que encuentra algo único que les habla directamente.

¿En qué sentido crees que este disco se diferencia o se singulariza respecto a cualquiera de los anteriores?
Es muy dinámico en lo sónico y en lo lírico. Cuando tienes tantos álbumes en el currículo, resulta cada vez más difícil responder al desafío de crear algo nuevo, que sea fiel a tu orientación pero que al mismo tiempo no se repita. Hay que encontrar nuevas maneras de decir lo que quieres decir. Nos esforzamos mucho en ello, en la esperanza de que si alguien acaba de descubrir a Sparks con este disco, sin conocimiento alguno de nuestro pasado, pensará que es algo especial, de la misma forma en que podía sentir quien nos descubriera en 1974 con Kimono My House. Lleva mucho trabajo tener esa capacidad. Creemos que este disco suena fresco porque le hemos dedicado mucho tiempo y energía para asegurarnos de que así sea.

¿Es cierto que empezasteis a trabajar en él cuando aún estabais de gira, como se dice en algunas informaciones?
Déjame que lo piense… no estoy seguro, porque a veces nos cuesta separar una cosa de la otra, aunque tampoco somos el típico grupo que escribe en la carretera, no somos buenos en eso. Nos centramos en cada cosa a su tiempo, así que no estoy seguro si fue el caso.

Hace un par de años tuve ocasión de hablar contigo y con Ron, al hilo de "The Girl Is Crying In Her Latte" (2023), sobre lo contentos que estabais de volver a publicar en Virgin casi cincuenta años después de haber debutado en el mismo sello. Esta vez habéis editado en Transgressive. ¿Por qué?
Es una discográfica británica que lleva más de veinte años en activo, con oficinas en todo el mundo, y tuvieron una predisposición muy positiva desde que escucharon el primer corte, “Do Things My Own Way”. Es un mantra que ellos comparten.

Es curioso que la mayoría de proyectos de pop electrónico emblemáticos surgidos durante los setenta y los ochenta han sido dúos: Suicide, Soft Cell, Pet Shop Boys, Bronski Beat, Eurythmics… ¿os habéis sentido alguna vez parte de esa saga?
Bueno, en primer lugar, no tocamos como un dúo en directo, sino como una banda al completo, con batería, bajo, etc… Puede que en 1979, cuando grabamos “The Number One Song In Heaven”, con Giorgio Moroder, fuéramos la primera banda, entre comillas, en trabajar con él, aunque entonces nos habíamos quedado sin músicos y no trabajábamos como banda, sino como dúo. Queríamos experimentar con la electrónica y a mucha gente le sonaba muy extraño lo de una banda de solo dos personas. Se puede decir que somos un dúo porque somos ambos quienes escribimos y cantamos, pero eso no nos limita en cuanto al formato. Si pensamos que una guitarra eléctrica debe tener el protagonismo principal, o por el contrario pensamos que deben ser los arreglos orquestales, nos buscamos la vida para tener a los músicos que lo posibiliten, y eso nos da libertad para ser, en cierto modo, como camaleones.

"Ya aprendimos con "Annette" (2021) que en esta clase de trabajos estás a merced de otra gente"

Creo que las letras de las canciones plasman un logrado equilibrio entre la esperanza y la desesperanza. “Jan Sport Backpack” habla de una relación frustrada, pero con vuestra característica retranca. “My Devotion” es más luminosa, por ejemplo.
Sí, cuando escribimos sobre relaciones no queremos que obedezcan a un cliché, intentamos buscar formas nuevas de expresar una relación que se ha ido a pique: “Jan Sport Backpack” habla de una relación que no acaba bien, intentando valerse de esa metáfora que supone ver solo la espalda de la chica que se aleja conforme la relación termina. Por eso solo ve la mochila. Pero hay otras , como “My Devotion”, que mencionas, o “Lord Have Mercy”, que muestran una cara más revitalizante de las relaciones. Ambas tienen un final feliz.

Entiendo que “I-405 Rules” alude a la 405, una de las autopistas californianas de más tránsito.
Sí, y pasa por Los Ángeles, donde vivimos. Es como una oda a nuestra propia ciudad, donde nacimos. La mayoría de las grandes ciudades del mundo tienen un río, como el Sena en París, o un monumento emblemático, pero aquí no tenemos nada de eso, es como si la autopista fuera el símbolo de lo que tenemos de únicos o especiales. Por la noche, con los destellos luminosos de las luces de los coches, es como si fuera un río, nuestro río. Es como si fuera nuestro símbolo identitario, y por eso le hicimos una canción como esta, que lo glamouriza.

¿Tenéis una relación de amor y odio con vuestra ciudad, o solo de amor? Coger el coche para todo, ver la desigualdad social…
Nacimos aquí y puede que tengamos una perspectiva distinta. Necesitas un coche porque el transporte público aquí es un horror. Los Ángeles no fue concebida como una ciudad, en ese sentido, y eso condiciona el comportamiento de su gente: todo el mundo está en sus coches y no interactúan, a diferencia de lo que ocurre en París, en Tokio o en Nueva York, donde te cruzas por la calle. Aquí cada cual vive en su propia burbuja. Y lo que comentas de las desigualdades tiene relación con eso también: hay mucha gente sin casa, que duerme al raso, pero tiene la parte positiva, que también tenéis en España, de que suele brillar el sol, y eso hace que todo luzca mejor. El clima influye. Aunque ahora las cosas estén cambiando a causa de la emergencia climática: tenemos incendios, lluvias y cosas que antes no ocurrían con tanta frecuencia. Pero tener un buen clima te hace sentirte más vivo, en cierto modo.

Hace un par de años estabais trabajando en el musical “X Crucior”, con John Woo, pero no me podíais avanzar mucho, porque estaba en fase de “secreto profesional”. ¿Cómo ha ido?
Aún está en esa fase, lo que ha ocurrido es que hemos estado el último año y medio trabajando con John Woo, quien siempre dijo que quería trabajar en una película musical, y pensamos en un principio que era muy raro porque sus pelis no tienen esa pinta. Le encantó "Annette" (Leos Carax, 2021), y hemos trabajado refinando algunos de los elementos del guion que escribimos. Entrará pronto en fase de producción, y eso es lo que más tiempo requiere. Ya aprendimos con "Annette" (2021) que en esta clase de trabajos estás a merced de otra gente. De quienes lo financian. Y eso hace que todo lleve más tiempo. Creo que la próxima vez que hablemos ya podremos charlar sobre la película como algo real y tangible (risas).

No me resisto a preguntarte sobre uno de vuestros fans más célebres, Morrissey, quien en su libro autobiográfico rememoró el momento en el que te pidió fotografiarse contigo en 1976, cuando apenas rebasaba los 16 años y viajó por primera vez a Nueva York, y tú accediste.
Me alegro de haberle dicho que sí (risas). No recuerdo aquel momento. Lo que sí recuerdo perfectamente es que en nuestra primera gira británica, en 1974, él se las ingeniaba para dar con nuestro hotel, en la ciudad que fuera, y se llevaba los mendrugos de pan que habíamos empezado pero no habíamos terminado tras nuestro desayuno. Esto lo supimos años más tarde. Eso es devoción.

Estáis el 12 de julio en Bilbao, en el BBK Live. Hace un par de años disteis, en el Primavera Sound en Barcelona, vuestro show español más concurrido, sin duda.
Fue una gran experiencia, y un paso adelante respecto al anterior concierto que dimos en España. Muy emocionante. Nunca hemos estado en Bilbao, así que lo afrontamos con muchas ganas.

Muchos músicos californianos sienten que España es como la California europea, aunque igual es un topicazo.
Hay similitudes, en parte por el tiempo que hace, en parte por el carácter mediterráneo, que es parecido. Hasta las frutas y la agricultura lo son, aunque esté generalizando. Las naranjas… y el carácter abierto de la gente. Muy diferente a Inglaterra, por ejemplo, donde estuvimos viviendo tres años, y nos encanta, pero hay como una cerrazón inducida por el clima, llevar abrigos puestos, la frialdad, la lluvia… España, al menos sus lugares de costa, y California, disfrutan de la vida de un modo parecido.

 

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