"Solo escribo una o dos canciones al año"
Entrevistas / Robert Forster

"Solo escribo una o dos canciones al año"

Jorge Obón — 01-10-2015
Fotografía — Stephen Booth

La mitad más rarita del tándem compositivo de The Go-Betweens ha vuelto. Puso tierra de por medio tras el fallecimiento de su compañero Grant McLennan en 2006, y la publicación del elegíaco “The Evangelist” (2008), se recluyó en casa con su familia para dejarse de sombra y componer poco a poco las canciones de “Songs To Play”, que tenían que publicarse después de que viera la luz la primera de las cajas recopilatorias de The Go-Betweens.

Ha ejercido de crítico musical, y sobre todo ha visto la vida pasar entre fogones hasta que ha encontrado el momento de volver a plantarse frente al mundo con lo único que tiene, sus canciones. Con ellas y su sencillez, se muestra más afable que nunca, no para de hablar y de mirar de reojo todo lo que pasa en la calle. Se disfruta con pausa.

Aparte de las canas elegantes que ahora sustituyen al sindiós de peinados con los que nos ha deleitado desde los 80, no hay mucho más que atestigüe que ya no es el jovencito-mohíno-del-pop que era. Cuando tiene ocasión desempolva “Surfing Magazines” o “Dive For Your Memory” y se queda tan ancho. Probablemente porque a pesar de parecer que aspirara a un nicho emocional cerca del de la serenidad madura de Lloyd Cole, lo suyo sea más de imaginarse un eterno adolescente como hacen Belle & Sebastian o Jonathan Richman. Y si se tiene que pasar una hora hablando de las desventuras de The Go-Betweens, lo hace encantado. Por algo, si hacemos la ecuación para saber cuántas de estas nuevas canciones estarían en un disco del grupo madre, podría entrar la mayoría sin problemas. Esta historia no ha hecho más que comenzar otra vez. Ahora en el salón de casa, con la camisa de flores tendida sobre el sofá.

Desde la reunión de The Go-Betweens a principio de los dosmiles, me consta que siempre haces largas giras de entrevistas, e incluso encuentros con el público como ocurrió anoche en Talking Pop, ¿cómo es que sigues disfrutando de las entrevistas después de tantos años?
¡Sí, me gustan! No he hecho un disco en siete años, por lo que ahora mismo, todo parece nuevo. Además estoy en Madrid, así que, ¿a quién no le gustaría esto? Siempre he disfrutado de las entrevistas. Me gusta hablar sobre música, y me gusta conocer gente, por lo que siempre ha sido una experiencia satisfactoria.

Encuentras en las entrevistas una gracia que hay muchos otros que no encuentran, incluso anoche dijiste en el bar Picnic que no te importaba aunque te hicieran preguntas absurdas, y recordé esa vez que The Go-Betweens se presentaron en Moby Dick para la promoción de “The Friends Of Rachel Worth” (2000), y un amigo (Juan Alonso, La Monja Enana) terminó preguntándote si era verdad que en Australia, el agua del váter circula en sentido opuesto; y vuestra reacción fue de lo más simpática.

Es que puede haber momento para todo en una entrevista.

Escuchando las largas sesiones de entrevistas que has hecho, como la del festival Esplendour In The Grass, veo que no te dejan de preguntar sobre The Go-Betweens.
No me importa, hablo sobre lo que me pregunten. Por favor, habla sobre lo que quieras.

Pues mira, de lo que me gustaría hablar después de escuchar lo que decías sobre vuestra aventura inglesa en los 80 a la busca del éxito, es de que en España a veces nos quejamos de que tenemos las cosas, musicalmente, más difíciles que en otros lugares. Vosotros fuisteis un ejemplo de perseverancia en los 80 marchándoos al Reino Unido. ¿Podrías explicarme cómo es posible que viniendo del país de AC/DC, Nick Cave, Kylie Minogue, o INXS, se pueda uno sentir en Australia incomunicado y en un lugar un poco abandonado?
Todo eso es verdad, pero tienes que tener en cuenta que los australianos somos viajeros. Australia está muy lejos de todo, especialmente para la gente joven de entre 20 y 25 años, que lo ve todo desde muy lejos, y tienen que vivir lo que llamamos “el pasaje”, que es algo que realmente necesitas hacer en tu vida. Tienes que salir y ver el mundo, y si quieres comunicar lo que haces con tus ideas, tu música, o tus negocios, tienes que salir a ver el mundo. Es algo que sienten todos los australianos. Por lo tanto, es bueno tener que salir fuera para aprender, pero también es bueno sentir ese aislamiento porque significa que dentro del mismo puedes decir algo o construir algo diferente. Es como lo que hizo Nick Cave en Melbourne con The Birthday Party, como lo que hicieron The Triffids, o como Kylie Minogue. Construyes algo en Australia con identidad propia, aprendes, y después sales del país para mostrárselo al mundo. Es algo muy australiano. Aparte, en Australia recibimos muchas influencias, especialmente desde América y Europa, pero sobre todo, del Reino Unido; las hacemos nuestras, las transformamos, y conseguimos darle algo distinto al mundo.

"Es algo que solo me ha pasado unas pocas veces, pero no muy a menudo, y desde luego que con “Songs To Play” estoy contento con todo lo que he hecho".

Tengo una penúltima curiosidad sobre The Go-Bewteens, porque ahora parece que solo hicisteis un single con “Lee Remick”, y un álbum, “16 Lovers Lane” (1988), el último de vuestra primera época, que fue un intento por pulir vuestro sonido lo suficiente como para llamar la atención del resto del mundo. Y no estoy de acuerdo, tenéis mucho más, y en algunos casos, mejor, como “Liberty Belle And The Black Diamond Espress” (1986). La cuestión es que cuando se publicó “16 Lovers Lane”, los que ya os seguíamos, nos decepcionamos un poco con esa producción tan cristalina, y muchos tardamos unos años en apreciar ese álbum en lo que vale. Últimamente he sabido que a ti te pasó más o menos lo mismo, y para dejar claro que no fue un amor a primera vista para casi nadie entonces, ¿cómo fue reconciliarte con el disco por el que ahora te recuerda la mayor parte de la gente?
Mi experiencia con este disco es muy similar a esto que has dicho. Fue extraño porque sentía que las canciones eran de las más sentidas y reales que habíamos escrito Grant (McLennan) y yo hasta el momento. Hay canciones como “Quiet Heart”, “I’m Allright”, “Dive For Your Memory”, o “Love Goes On”. Estas fueron las canciones más emocionales que habíamos hecho, y me empecé a preocupar de que se perdieran en la producción. Aunque la producción daba un resultado muy suave, las canciones eran muy reales. Y no fue hasta mediados de los 90, que empecé a hacer las paces con el disco. Es un disco muy comercial que refleja solo un lado de la banda. Ahora me gusta el disco, las canciones han conseguido salir a flote, pero en el momento representaba un problema para mí.

Con todos los años que han pasado, me parece muy gracioso ahora que en aquel momento tuvieras miedo de que The Go-Betweens empezaran a sonar como Prefab Sprout.
Sencillo, porque era un grupo que no me gustaba demasiado, y hacían música muy blanda. Quería que me compararan con Buddy Holly, con Talking Heads, Television o Scott Walker. Para mí, Prefab Sprout hacían esta música tan clínicamente limpia, con producciones tan ochenteras. Sí que me daba miedo porque no quería que me compararan precisamente con ellos, y de pronto se publicaron en Alemania una serie de críticas del disco en las que empezaron a compararnos con Prefab Sprout, y me volví loco.

Es que aquello fue el final de una era, el final del sueño del pop de los 80, con Lloyd Cole & The Commotions y su “Mainstream”, o los discos sobreproducidos de Everything But The Girl.
Era el final de un sueño, cierto. Era muy duro para los grupos de rock, y cito a Prefab Sprout o a los Commotions como grupos de rock. Grababan rock en los 80, y no era nada fácil. Era más fácil en los 60. Los discos de The Doors suenan fantásticos. Jim Morrison estaba loco, pero era una estrella pop, y cuando entraban en el estudio tocaban en directo. The Beatles grababan en directo en el estudio aunque estuvieran haciendo música comercial, y conseguían hits. Eso no se podía hacer en los 80, había que conseguir una caja de ritmos, sintetizadores, y un montón de distracciones que hacían que fuera muy difícil tratar de hacer un buen disco de rock comercial que además llegara a las listas.

Pero es que en los 60 no había reglas.

Exactamente, y en los 80 había demasiadas.

Y tú has escrito sobre eso en el libro “The Ten Rules Of Rock’n’Roll, ¿me podrías decir alguna regla de rock’n’roll con la que me pudiera sentir identificado?
Que la penúltima canción de cada disco es la más débil.

Vale, a ver que recuerde, “Dive For Your Memory” no es la penúltima de “16 Lovers Lane”, ¿no?

Es la última.

Correcto, la penúltima es “I’m Allright”, pero me da la sensación de que en 2015 andas enamorado de nuevo de “Dive For Your Memory”.
Sí, esa canción me gusta más que nunca.

Vale, vamos a tratar de entender un poco estos últimos años. Para empezar, cuando no te dedicas a la música, ¿qué haces, tienes otro trabajo?
Escribo como crítico de música y produzco. Fuera de la música, nada. Ya me hubiera gustado dedicarme a otra cosa además, pero es que soy un tipo muy familiar. No me gusta irme de casa para hacer una gira de tres meses en los que no los vea. Si echas la vista atrás, verás que nunca lo he hecho. Me gusta estar en casa y cocinar, o preparar cosas a los chicos cuando van al colegio, y cosas así. La verdad es que como trabajo, no hay nada que esté fuera de la música.

Pensé que como siete años son mucho tiempo entre discos, tal vez te habrías dedicado también a otra cosa. Lo que sí sé es que estabas escribiendo otras cosas que no son crítica musical.
Sí, bueno, estoy escribiendo un libro ahora mismo, pero no es una novela, sino unas memorias que puede que se titulen “Grant And I”.

¿Cuándo supiste, y por qué, que este era el momento para un nuevo comienzo?

Muy poco después de que terminé mi anterior disco, “The Evangelist”. Hice ese disco en 2007, justo después de que muriera Grant, y empecé la gira correspondiente, y a promocionar ese disco, y aunque tocaba canciones del álbum, muchas de ellas me costaban sobre un escenario. Había un sentimiento muy oscuro en las canciones que se hacía patente en el escenario, por lo que pensé que la próxima vez me presentaría con canciones más pop, más ligeras, más juguetonas. Por eso empecé a escribir muy rápido. “The Evangelist” había salido hacía muy poco pero ya sabía lo que quería hacer a continuación. Sin embargo, tardé siete años porque quería dejar pasar un poco el tiempo. Siempre tardo tres o cuatro años en escribir las canciones de un disco. Grant había muerto y lo tenía claro, porque incluso había escrito la música de tres o cuatro de las canciones de mi anterior álbum, y eso no iba a ocurrir nunca más, así que lo que hiciera tenía que ser completamente nuevo. Pero sí, me ha llevado algo de tiempo grabar el disco.

El hecho es que cuando murió Grant McLennan, sobre todo, perdiste a uno de tus mejores amigos, y de pronto, el resto de la humanidad empezó a darte palmadas en la espalda para decirte lo mucho que lo sentían ellos. ¿Ha habido algún momento en el que te hayas cansado de tantas muestras de simpatía de desconicidos?
No estaba tan mal que me lo dijeran. Se pasaban un poco pero no me molestó. Hice la gira de “The Evangelist”, y algunas entrevistas fueron un poco duras porque Grant había muerto solo 18 meses antes. Todo estaba reciente, pero me quedé solo de nuevo en seguida. Muy pronto estaba de vuelta en mi casa escribiendo canciones y cosas para los periódicos y las revistas, produciendo discos, trabajando en la caja de The Go-Betweens, y en mis memorias, así que conseguí que el mundo volviera a estar lejos.

"A ver, las canciones son sobre mí, pero tiene que haber un misterio y una máscara, no quiero que lo muestren todo de mí directamente".

Pero para preparar este álbum, los músicos que tocan contigo cuentan que apareciste en 2011 con unas maquetas para luego desaparecer hasta ahora.
Estaba con “G Stands For Go-Betweens”, la caja en la que estuve trabajando un par de años hasta que los de Domino me dijeron que era el momento. Ellos pensaban que tardaría solo dos años, pero tardamos cuatro en reunir todo el material y prepararlo; y tuve que esperar para publicar mi disco hasta después de que hubiera salido la caja de The Go-Betweens. No se podía hacer al revés.

Si me tuvieras que presentar este disco como tu primer disco, que en algún sentido lo es, ¿cómo lo harías?
Trabajé mucho con The Go-Betweens, y en los 90 con un batería que se llama Glenn Thompson, y con una bajista que se llama Adele Pickvance, y los dos viven en Sidney, así que me costaba una pasta traerlos, por lo que empecé a trabajar con músicos nuevos, como Scott Bromley y Luke McDonald, de The John Steel Singers, que son un grupo de Brisbane a los que he producido. Eso por un lado. He estado haciendo música en casa con mi mujer, Karin Baumler, tocando el violín y cantando. Con ella hice un par de conciertos en Alemania en los 90, y alguna cosa más, aunque muy pequeña, pero entonces tuvimos hijos casi al mismo tiempo que empezaron de nuevo The Go-Betweens en 2000, y me quedé con ganas de hacer más música con ella, sobre todo de grabar con ella, y de pronto he podido hacerlo. Tenía un presupuesto reducido para hacer el álbum, pero era algo que veía venir, por lo que estaba preparado para algo así, y decidí grabarlo en Brisbane, en casa. La cuestión es que ensayaba con músicos nuevos y con mi mujer en casa, de una manera muy cómoda, por lo que decidí grabar el disco de una manera completamente analógica, esta es otra de las cuestiones fundamentales. “The Eveangelist” y “Oceans Apart” (The Go-Betweens, 2005), se grabaron en Londres en Pro-Tools, pero no quería hacer lo mismo con mi siguiente disco. Con esto en la cabeza, simplemente me puse a hacerlo.

Anoche tocaste “Surfing Magazines” en Talking Pop, que ahonda mucho en un momento determinado de la juventud. Hemos nombrado a Lloyd Cole, que precisamente hace muy interesantes sus nuevos discos porque dedica en todos ellos varias canciones a la nueva etapa de la vida que le toca. A través de sus discos se percibe muy bien el paso del tiempo y la edad. ¿Qué hay en tu nuevo disco que nos sirva como testigo de tu edad?
Jo, tío, esta es una pregunta muy gorda. Probablemente lo puedes oír en mi voz, porque estas canciones no tratan sobre eso. Las hay que se podrían haber escrito cuando tenía 20 o 30 años. Tal vez se pueda decir que algunas de las canciones de “The Evangelist” son de un hombre más mayor, mientras que las nuevas vienen de un yo más joven, es solo que la voz es más madura… ¿has entrevistado alguna vez a Lloyd Cole? ¡Es un tío muy divertido! Lo considero mi amigo, y lo que hace me encanta.

Sí, lo he entrevistado unas cuantas veces, y aquí, cerca de Ópera me dijo un día que le gustaría ser un buen escritor de canciones como Nick Cave, e incluso como los chicos de The Go-Betweens.
Wow, eso es estupendo.

Lo cierto es que en siete años han cambiado muchas cosas, ¿cómo podrías comparar el estado de la música, del showbussiness, o de las nuevas generaciones que consumen o no consumen música?
¡Oh, Dios mío, sí que han cambiado las cosas! Han cambiado pero la verdad es que no me molesta. Me interesa mucho estar pendiente de cómo van las cosas, sobre todo porque ahora la mayor parte de los artistas están muy pendientes de toda su parte empresarial a través de internet. Lloyd Cole es un poco así, vende álbumes en la red, los firma… Pero yo no soy así, yo soy completamente distinto, yo trabajo en mi propio mundo, pero veo los cambios. Me gustan algunos de ellos, no todos, pero no me molesta en absoluto. Me molestaría si fuera un artista más joven, porque entonces tendría que lidiar con ello. Si tuviera 20 años, me tendría que plantear muchas más cosas.

Pero tu hijo tiene su propio grupo y toca contigo, ¿cuántos años tiene?
Tiene 17 años y sí, ha empezado con un grupo, por lo que veo mucho de lo que ocurre a través de sus ojos, pero tiene solo 17 años, por lo que todo es maravilloso todavía.

Seguro de que tiene una manera diferente de acercarse a la música.
Sí, es completamente diferente. Mira, cuando yo tenía entre 20 y 25 años, si conseguía un contrato con un buen sello discográfico, ese iba a ser mi trabajo a jornada completa; mientras que ahora, todos los músicos que conozco que están ente los 20 y los 30, no son músicos a tiempo completo. Todo el mundo tiene otro trabajo, como The John Steel Singers, que pueden marcharse para hacer una gira de cuatro semanas por Europa, y luego vuelven para trabajar en lo que estuvieran haciendo antes. Durante los 80, podías hacer una gira de cuatro semanas y luego volvías, y no tenías mucho dinero, pero no había necesidad de otro trabajo. Hacías canciones, dabas un par de conciertos en Nueva Zelanda, y luego conseguías una gira por Estados Unidos. Mi hijo lo sabe, sabe que no se puede vivir de la música. Algunos lo hacen, pero en los 80 lo hacía mucha más gente, hacían música y no tenían otro trabajo.

¿Y qué sientes cuando vas a festivales indies en los que tocan diez mil grupos que hacen lo que hacían The Go-Betweens? Es estupendo, me hace muy feliz. Cuando The Go-Betweens hacían música en los 80, todo esto estaba empezando. Probablemente no hubiera un Primavera Sound o algo por el estilo, pero estaba empezando. Para mí, el gran momento del cambio fue Nirvana. Cuando salieron Nirvana, se cogió todo lo que ocurría en el mundo alternativo para sacarlo a la superficie, especialmente en el tinglado del negocio de la música americana. Se montó el grunge, que tenía mucho que ver con el punk. Curt Kobain era un punk-rocker. En ese momento es cuando todo cambió, y cuando comenzaron los festivales. Es cuando se plantearon ideas como el festival Splendour In The Grass, con Nirvana y “Nevermind”, entre 1991 y 1992.

Recuerdo perfectamente el día en el que compré en 1987 el vinilo de “Liberty Belle” de The Go-Betweens. Era un triunfo poder escuchar un disco como aquel en Madrid, pero ahora hay esta gran democracia de la música, y mientras que en los 80, si escuchábamos un grupo australiano, era porque eran realmente buenos, ahora todo es mucho más fácil, y se publican cientos de discos pequeños todas las semanas, que sin embargo no nos proporcionan más calidad ni nos hacen disfrutar más de la vida.
Tienes toda la razón. Lo que era bueno del vinilo es que tenías que querer realmente hacerlo, tenías que hacer un proyecto muy serio y trabajar para llevarlo a cabo. Había que ir al estudio, grabar, conseguir una portada decente, y trabajar mucho en el concepto de la edición, de limitarse y concentrarse en el proyecto. No era una democracia, sino que tenías que desear realmente hacerlo, y probablemente parar tu vida por ello. Ahora se puede grabar en casa y ponerlo después en Youtube o Soundcloud. Es muy fácil, por lo que hay millones de personas que lo intentan, pero lo que no podemos olvidar es que en 2015 hay la misma cantidad de buenos grupos que había en los 80, aunque ahora están escondidos en un montón de basura. Eso es lo que sigue haciendo buenos aquellos vinilos, porque se hacía una criba desde el principio. Tenías que desearlo, tenías que ser lo suficientemente bueno como para hacer un disco, y eso era algo bueno. De todos modos, no lo llamaría democracia ahora, sino más bien anarquía.

Incluso en el encarte del CD de tu álbum has dividido las canciones en cara a y cara b, pero la cuestión es que en 2015, lo que triunfa es el formato digital y los soportes para almacenarlo o escucharlo de forma remota, ¿cómo crees que está la salud del álbum entonces?

Vale, espera, mira, mira, la gente lleva un tiempo diciendo que el álbum va a desaparecer. Yo lo llevo oyendo desde 2000, y podría ocurrir, pero los músicos, e incluso los músicos jóvenes todavía piensan en el álbum como en algo que les ilusiona. El álbum es todavía un objetivo para los músicos de 20 años. Hay una serie de discográficas que le piden a los grupos que no paren de ofrecer singles a través de la red, y tienes que hacer públicos cinco singles antes de publicar un álbum. Lo encuentran muy frustrante porque quieren hacer el álbum ya, pero tienen que esperar seis meses y cinco singles para plantearse cómo publicar o grabar ese disco. Lo veo y lo entiendo, pero no creo que de ninguna de estas maneras vaya a morir el álbum. Es como si me dijeras que los largometrajes van a morir.

Seguramente no, pero este es el momento de las series de televisión.
Bueno, probablemente el cine esté muriendo un poco por culpa de las series, de que la gente quiera ver series, que quieran ver en casa “Juego de tronos”, pero no creo que ni las películas ni los álbumes vayan a desaparecer tan fácilmente, aún les queda un tiempo de popularidad.

Perdona, que nos podemos pasar horas hablando de otras cosas, y hemos venido aquí para hablar de tu nuevo disco.
Podemos hablar de lo que quieras. Me gusta tu manera de hacer preguntas, es algo que recuerdo de la vez que me entrevistaste con The Go-Betweens.

¿Seguro que te acuerdas? Fueron 40 minutos hace casi diez años… En fin, en “Learn To Burn”, de una manera un poco confesional, dices que no puedes aguantar siendo el cuarto en la fila, pero has esperado siete años hasta que has tenido las ideas claras, ¿puedes explicarme esta contradicción?
No, no es una contradicción. Es precisamente de lo que trata esa canción. Es la última canción que escribí para el disco, y realmente habla sobre mí teniendo que esperar siete años para grabar un álbum. La canción trata básicamente sobre el disco y sobre tener que esperar.

"Te voy a recomendar el disco de un tipo que se llama Robert Forster, que ha hecho un álbum que se llama “Songs To Play”, que es magnífico, interesante, con canciones preciosas, y definitivamente, uno de los discos del año".

¿En qué momento, o por qué te das cuenta de si has escrito una buena canción o una mala?
Cuando la he grabado, cuando quiero escucharla una y otra vez, cuando no me canso de escucharla. Es lo mismo que pasa cuando escribo una canción y me da ganas de tocarla para mí mismo una y otra vez, o cuando quiero tocársela a mi mujer, y oírla una y otra vez.

¿Sueles esperar mucho para grabar una canción que hayas escrito?
Sí, paso un tiempo para ver si tengo ganas de tocarla…

Pero, ¿te ha ocurrido que hayas publicado un disco tuyo o de The Go-Betweens, y de pronto te hayas dado cuenta de que no era buena?

Es algo que solo me ha pasado unas pocas veces, pero no muy a menudo, y desde luego que con “Songs To Play” estoy contento con todo lo que he hecho. Este es uno de los misterios de hacer un disco. Puedes hacer un álbum y pensar que es bueno durante un tiempo, y después desengañarte. Es como si te sentaras con Paul McCartney para escuchar “The White Album”. Seguramente él empezaría a decir, esta es buena, esta es buena, esta es una mierda, esta es mediocre… Aunque en el momento en el que se publicó pensara que todo era estupendo. Seguro que lo pensaba en el 66 o el 68 lo hizo, pero ahora salvaría solo cinco o diez de las canciones. Cuando estás haciendo un disco, te gusta todo lo que hay ahí.

¿Quién es Peter Fischmann?
Es un amigo de Brisbane… es como un filósofo que le da mucho al surf, es un filósofo del surf. Hay unos cuantos así en Australia. También es fotógrafo, y es un tío que pasa mucho tiempo en los coffee shops.

¿Y por qué lo presentas en el tráiler del álbum como un gurú?
Porque tiene pinta de gurú, así como muy chispeante, y puede ser un pedazo de hielo o un tío adorable. Es el tipo de persona que dice una cosa y la hace, es el tipo de persona que hace “cosas”.

Este es un disco de familia, que incluso pensaste en titular “Family Album”, ¿cómo eran las discusiones en casa cuando la familia y tu banda son las mismas personas? Porque seguro que tienen razón cuando son tu familia, pero no la tienen porque cuando son tus músicos.

No es que haya habido discusiones, pero tienes que tener mucho cuidado distinguiendo lo que pasa en casa y lo que pasa fuera en el mundo. En la familia hay bastante armonía. La cuestión más peliaguda ha sido mi hija en la portada del disco. A ella no le apetecía mucho al principio, decía, bueno, vale, si quieres que lo haga… Es diferente para cada uno de ellos, para los tres, porque mi mujer y yo hacemos música en casa desde hace 25 años, mi hijo, que toca en el álbum tiene un grupo que está empezando y al que ahora le va muy bien; y mi hija, que ahora tiene 14 años, no presta demasiada atención, y no le importa si está o no en la portada del disco.

¿Y qué piensa tu hija sobre la “música pop de papá”?

Le gusta, pero escucha pop mucho más moderno, yo no siquiera conozco a los grupos que le gustan, pero cuando está con ello, se pasa el día con iTunes escuchando pop de ahora y música que le haga bailar. Es muy diferente de mi hijo, que escucha a Velvet Underground mientras que ella prefiere el pop comercial.

Hace poco he visto en Madrid a Michelle Shocked, empeñada en que no se utilizaran en absoluto los teléfonos móviles en sus conciertos, en que se vuelva a imaginar. Lo enlazo con tu canción “Let Me Imagine You” cuando dices, please, don’t twitter, ¿crees que esta es una batalla perdida con el futuro, o que aún se puede hacer algo?
Tienes razón, es una batalla perdida porque es un mundo que no dejará de cambiar. No he hecho ninguna gira en siete años, así que no sé si la gente estará ahora más pendiente de mirarme a través del móvil, probablemente sea algo para lo que me tenga que preparar, pero tengo que decir que fui a un concierto en París el miércoles por la noche para ver a un grupo australiano que se llaman The Apartments, que solo son importantes en Francia. Habría unas 500 personas viéndolo, y me maravilló que era como los 80 o los 90, nadie estaba usando el móvil. A mí no me importa si la gente lo hace. Es el mismo mundo, pero distinto en términos de comunicación, y no hay más. No tengo nada en contra de Michelle Shocked, pero no creo que te puedas poner tan seria con esta cuestión. Uno no se puede parar en mitad de un concierto porque alguien esté haciendo una foto desde la cuarta fila. No pasa nada, es solo que las cosas ahora son así. Es cierto que si ves que hay diez personas en primera fila haciendo fotos a la vez, y están tapando a los de detrás, con decirles educadamente que paren, que hay gente que quiere ver el concierto, y que soy músico y esto me distrae mucho, es suficiente. Normalmente la gente guardará sus teléfonos. Creo que ir más allá es prestar más atención a lo que te ocurre a ti que a lo que le ocurre al mundo.

Desde que recuerdo, en todos o casi todos tus discos hay una canción, o varias, en las que la lluvia es un personaje de tus canciones, ¿sientes que aún no has escrito la canción perfecta sobre la lluvia, por qué, qué significa la lluvia realmente para ti?

Sí que he escrito la canción perfecta sobre la lluvia, ahí tienes “Spring Rain”. La lluvia es un personaje de mi vida que viene un poco de Credence Clearwater Revival. Me gustaban “Have You Ever Seen The Rain?” y “Who’ll Stop The Rain”. Me gustaba cuando John Fogerty hacía eso, y yo tenía once años. Se me quedó marcado. Mira, la lluvia en Madrid sospecho que tiene algo que ver con la lluvia en Brisbane, porque no llueve nunca, y de pronto caen fuertes aguaceros, pero cuando llueve allí, a menudo la gente está muy contenta porque ha hecho calor durante mucho tiempo, y de pronto se pone a llover a media tarde y refresca el ambiente. Tal vez pase lo mismo aquí en Madrid. De donde yo vengo la lluvia es algo muy positivo. La verdad es que llegó un momento en el que noté que estaba escribiendo estas canciones sobre lluvia, así que empecé a hacerlas más a menudo. Sé que lo hago, así que me preocupo porque haya una de vez en cuando.

Tus compañeros en el disco cuentan que al principio te planteaste venir a grabar el disco a España, o incluso ir a Estocolmo, ¿por qué pensabas en lugares lejanos para grabar el disco?
Porque me gusta que los discos salgan de lugares así, me permite imaginar nuevas cosas. Puedo imaginar, por ejemplo cómo fue el tiempo que me pasé haciendo un disco en Los Ángeles, o este estudio que hay en Cádiz que lleva un tipo que creo que se llama Paco Loco, y después de ver las cosas que hace, sé que me encantaría grabar en España. Ese sería mi disco español. Todas las canciones serían en inglés, pero pondría sentir cómo se hizo el disco. La localización de mi trabajo es importante para mí. Aunque yo grabe un disco en un estudio, es casi lo mismo que para un cineasta que se plantee que va a hacer un western, o una película que se desarrolle en Nueva York por la noche. Me gustan esas ideas. Puede que no se note demasiado en el disco, solo un poquito, y eso es suficiente para mí.

Supongo que sabrás entonces que existe un festival en el Puerto de Santa María que se llama Monkey Week, y que es nuestro South By Southwest particular, en el que Paco Loco es el rey, además de tener uno de los ambientes más agradables de festival que puedas imaginar.
No lo conocía, pero es algo que me encantaría ver.

¿Por qué el título “Songs To Play”? Aunque tengas una explicación, se me ocurre lo siguiente, que querría proponerte. Por una parte, que más que grabar, es el momento para ti para ir por ahí y comunicar tus sentimientos delante de la gente; y por otra parte, que hay que dejar de jugar con los títulos para concentrarnos en las letras.
Bueno, es que lo que quería esta vez es un título sencillo. No he hecho ningún disco en siete años, y todos los títulos sobre los que estábamos pensando resultaban demasiado grandes, y este vino porque es un verso de “Band On The Run” (Paul McCartney & Wings, 1973) que dice “we have our songs packed away, and we have our songs to play”. Tiene que ver un poco con esta canción que hay en el disco de “Songwriters On The Run”, porque es lo único que tienen los escritores de canciones, solo tienen canciones y las tocan, es simple, y es lo que quería, un título simple y fácil.

O sea, que no te gustó cuando Peter Fischmann te sugirió “Fiji Swells”
Es un título muy bueno también. Puede que ese sea el título del disco que haga en Cádiz.

¿Qué va más rápido, tú escribiendo canciones o la vida?

La vida es mucho más rápida porque yo solo escribo una o dos canciones cada año.

Dices que para este disco has escrito canciones sobre historias reales de otras personas, ¿cómo sabes que te interesan lo suficiente como para hacerlas tuyas?
Lo primero que tengo que sentir es que soy capaz de contarlo, lo cual es muy sencillo casi siempre, pero las historias tienen que intrigarme, y tienen que excitar mi imaginación de modo que al final se transforman en los sentimientos que me provocan esas historias. Tengo que sentir que domino la información, por lo que no siempre es lo mejor crear historias sobre gente imaginaria, eso no me va. Las canciones son algo muy cercano, por lo que tengo que conocer los detalles, de modo que no lleguen a ser autobiográficas, pero sí muy cercanas a mis sentimientos.

Hemos hablado sobre “Let Me Imagine You” y “Learn To Burn”, y me he quedado con que lo que exponen estas canciones son tus opiniones, no historias ajenas.
A ver, las canciones son sobre mí, pero tiene que haber un misterio y una máscara, no quiero que lo muestren todo de mí directamente. Tiene que haber algo de magia, como lo que hace un novelista, que mezcla un poco los colores para crear algo diferente. Algunas cosas son yo mismo, otras solo un poco, y otras nada aunque las ponga ahí igualmente. Es una mezcla, y así es como se hace.

Últimamente has escrito críticas de discos en una revista de música, ¿alguna última crítica que te haya hecho sentir feliz al evaluar el disco y escribir sobre él?
Vaya, hace un tiempo que no lo hago, ¿y ahora qué digo? Dentro de poco hará dos años que no escribo para “The Monthly”, así que no estoy muy al día. Lo último que escribí trataba sobre David Bowie, pero no era sobre “The Next Day”, que también lo hice en su momento, sino sobre la gran exposición David Bowie Is, que ahora está en Melbourne. Lo hice para un periódico. Escribí acerca de mi percepción de David Bowie, concentrándome en su faceta de escritor de canciones. Pero Bowie es alguien a quien conoce todo el mundo, así que no es un gran descubrimiento para ti, por lo que el disco que te voy a recomendar es el de un tipo que se llama Robert Forster, que ha hecho un álbum que se llama “Songs To Play”, que es magnífico, interesante, con canciones preciosas, y definitivamente, uno de los discos del año

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