"La rigidez no es buena en ningún caso"
Entrevistas / Pau Vallvé

"La rigidez no es buena en ningún caso"

Yeray S. Iborra — 27-11-2022
Fotografía — Silvia Poch

Pau Vallvé ha aparcado los discos-dietario para hacer algo mayor: una crónica para y entre todos. Un giro que empezó con su anterior trabajo, pero que ha tomado impulso definitivo con “:)” (autoeditado, 22), la versión más disfrutable, cantable, bailable y, a la vez, colectiva de la ya larga carrera del cantautor catalán.

Nunca le ha importunado hablar de sus discos. Menos ahora, que todo lo que incluye “:)” es un “compartir” hecho álbum. Así se escucha en detalles como los coros iniciales con amigos en “Això ja està”, y también en narrativas mucho más profundas: la importancia de los cuidados –resume– y la asunción de la contradicción.

Aplicándose él mismo las ideas. Se trata de un disco grande y pequeño a la vez, de momentos, emo rock en “Aquest cop sí”, caderón en “Tu deixa’t portar” o delicado, de lo más bonito que ha compuesto como en “Berenar sopar”.

No era fácil darle relevo a “La vida és ara” (20), mucho menos hacerlo con primeras tomas y entusiasmo. Al final, la respuesta –la más política– era la sencillez, la misma con la que se apoya en un banco junto a su bebida de cola, cruza piernas y… A pasar la tarde.

'“Ser sarcástico está sobrevalorado”, como digo en la canción. Al primero que me lo digo es a mí. Soy el primer culpable y víctima de todo, todo lo que digo'

Deja que te sorprenda. No paro de darle vueltas al 15M últimamente. ¿Nos hemos olvidado de él? ¿Hemos abusado del ideario político? ¿O hemos necesitado empezar a ir más a los valores y menos a los panfletos?
Después de años en que nadie pensara en nada, llegó un “hasta aquí” con el 15M. Nos culturizamos políticamente todos. Y hemos acabado siendo demasiadas veces prisioneros de eso. Cuando llega un punto que te sientes traidor por no ser un buen ecologista tal día, un buen tío de izquierdas tal otro... Esto no va de renegar del 15M, pero por encima están los cuidados. Y si un día estás mal y te pides un Glovo, mira. Este disco no es un paso atrás en lo político, es un paso adelante en cuidados.

Político, pero no de partido ni bandera.
Siguiendo con la reflexión anterior: hay veces que hay que saltarse los valores. Ser un poco permeable. La rigidez no es buena en ningún caso.

Asumir la contradicción y mirar al otro con ganas de construir.
Tenemos la sensación generacional de “al final para qué”. Si todo se irá a la mierda. “Adiós a la pandemia, hola al colapso”. Y nos sentimos culpables si comemos carne... Esa autopresión es de un individualismo capitalista brutal. Hasta ahí se cuela el sistema. Para lo bueno y para lo malo, nos hacen sentir que todo depende de nosotros. Hay un punto del disco en que los cuidados es decirnos a nosotros mismos que no pasa nada. Y también a los otros. No futbolicemos los valores.

Bien por los que están salvándonos el culo en el asociacionismo, pero no estar todo el día tirando mierda a los demás, bien también.
“Ser sarcástico está sobrevalorado”, como digo en la canción. Al primero que me lo digo es a mí. Soy el primer culpable y víctima de todo, todo lo que digo. Pero ese es el tema: estamos corriendo demasiado, simplificando demasiado, convirtiéndolo todo en un tuit. Por eso, tal vez, esta ansiedad. No perdamos los colores del medio.

Qué buena es la terapia, pero cuánto nos hace fijarnos en el ombligo propio.
Yo no me considero escritor, sino músico. No sólo el disco está escrito en colectivo, suena a colectivo. No hay una sola batería, sino polirritmo. No solo canto yo. También lo hacen los colegas. Hay samba, folk, canción, balada con violines...

Te has relajado mucho, para bien.
No todo lo que cuento lo tengo claro. La canción dos... Soy el primero que la necesito, insisto. Soy la persona que más escucha las canciones. Cada semana, durante dos años. Hay un punto que lo que repito, entra en el subconsciente.

Circuito cerrado.
Soy destinatario. Eso pienso desde “La vida és ara”… Veo que hay algo que no me cuadra e investigo.

Dices que lo suyo es no cohibirse. ¿Te costó llegar a esa idea?
En el fondo siempre he hecho lo que he querido. ¡En “La vida és ara” hay un bolero! Lo más novedoso ha sido “dejarme ir” de forma real. Mucha cosa en este disco ha sido jugar y jugar. Me fui quince días a Menorca con un cacharrito, muchas guitarras son de ese viaje. Me lo dices hace unos años… Pero lo escuché y pensé: “buen rollo. Se queda”. ¿Y si chirría en un tiempo? Lo bonito es que ya asumo que será así. El problema es si en el presente ya calculas lo que querrás en el futuro. Tenemos que ser conscientes de que los músicos no somos los protagonistas, sino aquellos que escuchan lo que hacemos. Yo me pongo los cascos y el importante soy yo. Y cada vez más estamos en una deriva de imagen, merchan… Nada, somos trovadores.

Ahora que estás cerrando setlist de gira… ¿Qué tal se dan la mano las canciones de tu discografía? Siete discos son muchos para verte bien representado siempre.
Desde que tengo tres discos, debo elegir. Si hay un mensaje determinado y estoy construyendo algo en el bolo, a veces tengo que descartar. Porque hay temas que tiran por tierra lo que edificio. Por suerte, no cambio de la noche a la mañana.

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