“La luminosidad de este disco es muy intencionada”
Entrevistas / Modest Mouse

“La luminosidad de este disco es muy intencionada”

JC Peña — 02-08-2021
Fotografía — Archivo

The Golden Casket (Epic, 21) es el séptimo álbum de Modest Mouse, la banda liderada por el volcánico y excéntrico Isaac Brock. Hora de conectar de nuevo con el de Issaquah, Washington, uno de los compositores más singulares de su generación.

Aunque estemos ante su disco más optimista, está claro que el caos tiene mucho que decir en mi relación con uno de los grupos más personales que ha dado la escena norteamericana en el último cuarto de siglo. No se entiende si no que seis años después de la técnicamente accidentada conversación que mantuve con Brock a propósito de su anterior disco “Stranger To Ourselves”, Zoom y el ordenador me la jueguen y tenga que volver al teléfono. Ayuda que el cantante y vocalista muestre una versión menos torrencial que la de entonces.

Modest Mouse firmaron en 2007 uno de los discos de indie pop de guitarras más pletóricos de lo que va de siglo (sin quitar méritos a Brock, Johnny Marr tuvo algo que decir al respecto), pero en su tercer disco en catorce años se atreven con percusiones exóticas, sonidos naturales, electrónica, estribillos de pop desatado y más espacio entre instrumentos. La paternidad del cantante y guitarrista ha marcado el tono positivo de un álbum que, sin llegar a los niveles de excelencia pretéritos, no se deja por el camino su talento excéntrico.

He leído que no afrontaste este álbum con una dirección clara, pero que inicialmente no querías tocar la guitarra y ese fue el punto de partida. ¿Cómo ha influido esta decisión en el resultado final?
Bueno, en realidad esa idea me duró como tres días, pero después cambié de opinión, no sé si me entiendes. Durante unos días pensé que no iba a haber guitarras y fue divertido, pero fue así durante pocos días. No es que estuviera totalmente comprometido con la idea. En un momento dado, empecé a tocar. Durante momentos específicos puedo obsesionarme con ruidos y sonidos, pero después tengo que ver cómo quiero cambiar en relación a esos ruidos. Lo que sí es verdad es que en este disco hay un montón de sonidos que molan mucho que no se habrían metido si me hubiera limitado a coger la guitarra.

“Dudaba de meter guitarras para no caer en los mismos patrones”.

¿Te refieres a las percusiones tan curiosas que hay?
Sí, tendrías que ser más específico, porque hay cosas muy variadas. Por ejemplo en “Wooden Soldiers” metimos botellas, pero hay otras cosas más allá de la percusión: gotas de agua, saquitos de arena en una canción que se llama “Leave The Light On”… Un montón de cosas.

En este sentido, tengo entendido que para ti es crucial la idea de no repetir el mismo álbum una y otra vez. ¿Qué importancia tiene esto?
Es una de las razones por las que dudaba de meter tantas guitarras: tenía miedo de que mis manos cayeran en los mismos patrones, ya sabes. El peligro es que te sientas cómodo en un sitio y te quedes ahí. De manera que en cada disco te aseguras de que no suceda esto, que por accidente suene demasiado similar.

Otra vez utilizas una paradoja en el título: “The Golden Casket” (“el ataúd dorado”). Suena contradictorio, hay dos ideas ahí que están enfrentadas. Y luego está esa portada como amablemente psicodélica. ¿Qué me puedes contar?
¿Del título? Sin tener la intención de reírme de ello, la idea es que que no debes forrar tu ataúd con demasiada muerte… Asegúrate de pasarlo bien en la vida.

En las letras exploras temas como esta especie de distopía tecnológica que vivimos; me refiero a “Transmitting Receiving”.
Sí, pero no es sólo la tecnología. La tecnología es como rara: es una cosa muy amplia. En esa letra quizá –bueno, no quizá, lo sé–, hablo más de las frecuencias de todo y cómo nos comunicamos, ya sea el agua, un mamífero, un árbol... La canción habla de esas frecuencias y cómo nos comunicamos de un modo profundo. En estos días he estado leyendo mucho sobre unos documentos desclasificados de la CIA sobre el proyecto Gateway de la visión remota. Es una versión más de cómo funcionan las frecuencias en el universo, y cosas así. No se trata de una canción punk de “a tomar por culo los móviles” o algo así [Risas].

“Por orgulloso que esté de mis discos, nunca vuelvo a ellos”.

Entiendo…
Hay muchas cosas que se han hecho en nombre del progreso y eso no quiere decir que no haya muchas que no se puedan arreglar, pero al final todo depende de la perspectiva y de dónde te encuentres. El progreso puede hacer que alguien tenga presupuesto para plantar árboles en la parte de atrás de un parking y mierdas por el estilo, eso es la visión del progreso de un tipo en concreto.
La cosa es que, aunque vuestras canciones siempre me han sonado eufóricas, este disco es especialmente luminoso. ¿Fue algo deliberado?
Sí, hay mucha intención en manifestar esa luminosidad. Lo que quería era tratar de meter toda la que pudiera, sin que llegara a ser una mierda.

Hay canciones en las que hay un contraste grande entre experimentación y enfoque pop directo: por ejemplo, en “The Sun Hasn’t Left” hay unas estrofas muy atípicas con marimbas que desembocan en estribillos muy pop. ¿Eras consciente de esta combinación, o querías explotarla?
Sinceramente, ahí tuvimos la típica situación de dos partes en la que Dave Sardy, uno de los productores, acabó llevándome a su terreno. Trabajas codo con codo con él, pero al final acabas jodiendo un poco su perspectiva. Los estribillos eran más mi visión de la canción, pero él suele grabar pop, así que le agradezco que me preparara para hacer un estribillo más pop llevándome más al huerto, y evitando que me metiera en terrenos demasiado raros.

¿Por qué trabajasteis con Jacknife Lee? Es un productor muy reputado, pero ¿de qué manera contribuyó al disco?
Trabajó en cuatro canciones. Simplemente me parecía que necesitábamos algo distinto en algunas. Me gustan mucho las versiones que habíamos hecho antes de meter a Jack, pero nos pareció que necesitaban más energía, como que las versiones que teníamos eran demasiado intrincadas. Queríamos que las oyera y tratara de hacer lo suyo. Y, al final, mejoraron.

¿De qué manera afectó la pandemia a la grabación, si es que lo hizo?
Afectó, pero no del todo, sólo parcialmente. En cuanto a los contenidos, yo diría que lo hizo en, no sé, una octava parte. Aunque hubo una parte de todo el proceso que fue muy afectada, la grabación. Cuando estábamos confinados, incluso hubo miembros del grupo que no estaban cómodos yendo a grabar. Sí que afectó en ese sentido. Teníamos que tomar muchas precauciones y todo eso. Pero grabamos sobre todo en mi estudio, y eso creo que probablemente nos benefició, aunque luego bajáramos a otro estudio. Pero sí afectó. Más allá de eso, el disco no habría sido posible sin la pandemia, eso es un hecho. Se canceló una gira y me obligó a concentrarme en algo de un modo que sin ella no habría hecho, porque habría tenido las distracciones normales. Y si no hubiera sido por la grabación, lo hubiera pasado peor para superar la situación.

“Con “Strangers To Ourselves” llegó a haber demasiada gente en la misma habitación”.

“We Are Between” me parece uno de los mejores singles que habéis sacado nunca, con esa frase de “estamos entre el polvo y las estrellas”. ¿Qué me puedes contar de él?
Al final habla de la suerte que tenemos de estar vivos en la capa de atmósfera que todavía tenemos a nuestra disposición, con el mar y todo lo demás. Te puedes sentar aquí a mirar las estrellas. ¿No es maravilloso?.

Sois una banda muy cambiante, de hecho has hablado en alguna entrevista de “las puertas giratorias”, de músicos que van y vienen. ¿Cómo ha cambiado el proceso compositivo desde que empezasteis?
Cambia con cada disco. Antes de empezar este, con “Strangers To Ourselves”, estábamos muertos… Llegó a haber demasiada gente en la misma habitación, en cuanto a la composición: estaba abarrotada. Llegó un momento en que yo quería que hubiera menos personas, llamar a los músicos cuando les necesitara o seguirles la pista donde quiera que estuvieran, no sé si me explico. Esa es la dinámica ahora mismo: en el disco tenemos la misma cantidad o incluso más músicos que antes, pero esta vez no todos estaban trabajando a la vez en el mismo sitio ni componiendo juntos. De este modo, escogemos lo que vamos a usar en cada canción.

Se cumplen nada menos que veinticinco años desde vuestro primer disco, “There Is A Long Drive For Someone With Nothing To Think About”. ¿Qué es lo que te hace sentir más orgulloso de todo este camino?
Bueno, para serte sincero, por muy orgulloso que esté de los discos, nunca vuelvo a ellos. No puedo hacerlo porque aunque hay canciones que me gustan, siempre hay alguna que me parece que se podría trabajar más, o en la que se podría meter más energía.

Empezáis ahora una gira importante por Estados Unidos. ¿Esta vez vais a venir a tocar a España en algún momento?
Espero que esta vez suceda, probablemente el próximo año. Está en nuestros planes.

 

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