LOS RITMOS DEL ADIÓS
Entrevistas / Mark Eitzel

LOS RITMOS DEL ADIÓS

David Broc — 30-04-2001
Fotografía — Archivo

MÁS LISTO QUE EL HAMBRE, MARK EITZEL SE HA COMPRADO UN ORDENADOR, UN SAMPLER Y, SIN SALIR CASI DE CASA, COMO AQUEL QUE DICE, SE HA VENTILADO UN DISCO MAGNÍFICO: "THE INVISIBLE MAN" (MATADOR/EVERLASTING, 01). ECONOMIZANDO MEDIOS, REFRESCANDO SU DISCURSO, COMIENDO, OTRA VEZ, APARTE.

Le imaginamos en su casa, peleándose con un sampler, batallando contra los resortes de la modernidad, y nos asalta una carcajada bañada de ternura. Mark Eitzel, uno de los songwriters de oro de la música norteamericana de los últimos veinticinco años, ex miembro de los inolvidables American Music Club, remite la imagen del tipo entrado en años que consigue acoplarse a los artilugios de la nueva era más por el empeño mostrado que por la pericia desarrollada. Pero el resultado final de "The Invisible Man", su quinto disco en solitario, despeja favorablemente la incógnita de esa ecuación. "Bueno, no hay tiempo, no hay dinero. Creo que debería haber comprado este maldito ordenador hace mucho más tiempo (risas). Con él puedes trabajar solo, por tu cuenta, sin depender de nadie. Me siento mucho más cómodo grabando de esta forma". Tampoco esconden los minutos de su nuevo disco un cambio formal en profundidad, sino más bien una alteración del orden y el hábito compositivo. Llamarlo renovación estética sería faltar a la verdad. Y es que la gracia de este disco cabe buscarla, en parte, en la atractiva mezcla de bases programadas y canción de autor que hila la madeja discursiva de las canciones. "Es un proceso completamente distinto. En este disco yo soy el ingeniero, el productor, toco los instrumentos... bueno, me encargo de todo. Por eso me siento más a gusto trabajando de esta forma. Cuando grabas con un productor, tú acostumbras a tener el cincuenta por ciento de la visión del álbum, ya que el otro cincuenta por ciento le pertenece al productor. Con este disco todo sale y pasa por mí, sin intermediarios".

"Con el ordenador trabajar solo, por tu cuenta, sin depender de nadie. Me siento mucho más cómodo grabando de esta forma"

Pero como ya apuntaba, no resulta fácil dibujar mentalmente a Mark Eitzel al frente de un sampler y un ordenador. Sin conocer, aún, los detalles del proceso de grabación del álbum, podemos intuir las dificultades con las que, a buen seguro, debe haber tenido que lidiar el ex cantante de American Music Club. "Fue muy difícil. Me compré los equipos en enero del 2000 y todavía ahora me resulta muy complicado hacerlo funcionar. Aunque, bueno, creo que después de tanto tiempo voy mejorando (risas)". Y no podemos pasar por alto que, para esta ocasión, la nómina de colaboradores ha desaparecido. Si antes fueron Peter Buck (REM) o Mike McCready (Pearl Jam), entre muchos otros, los invitados de lujo en sus discos, en "The Invisible Man" no hay secundarios a destacar. "No hay invitados porque no puedo pagarles (risas). No, es verdad. Nadie trabaja gratis. Nadie grabará contigo si eso no le ayuda de alguna forma". También es cierto que esta ´adaptación´ a un nuevo medio le sirve para, aparte de ahorrarse gastos y quebraderos de cabeza en el estudio, refrescar su propuesta. Un método que, a su vez, apoya el tono atmosférico, casi de contención, que habita en las paredes de la gran mayoría de pentagramas del ejercicio. "Es que es muy fácil... es demasiado fácil (risas). Aunque cuesta sacarle todo el partido al sampler y al ordenador, el proceso de grabación acaba siendo muy fácil. Creo que la atmósfera del disco es una consecuencia directa del proceso de grabación, sin duda. Sobre todo porque no tengo a nadie diciéndome qué tengo o qué puedo hacer. Me gustan las atmósferas, los ruidos extraños, y en este disco me he permitido más licencias al respecto. Ya sé que no soy un genio en esto, ya sé que no soy Richard D. James (risas), pero seguiré trabajando de esta forma porque todo me resulta mucho más fácil y me gusta. Y sé que la gente me dirá ´oh, venga, Mark, si tú haces música americana, ¿dónde está el batería?´ Bueno, pues que se vaya a la mierda el batería (risas)". Queda claro (y así evitamos alarmas innecesarias e injustificadas) que Eitzel ha tomado la electrónica como una herramienta, no como un fin. Queda claro que la influencia de la música electrónica es, cuando menos, circunstancial. "La uso como una herramienta y nada más. Yo ante todo soy un songwriter, y esa es la mayor diferencia con respecto a Aphex Twin o otros. Me gustan las letras en una canción... Dios, no sé por qué, pero me gustan las letras, las palabras, la voz. Entiendo a la gente que no le gusta, pero yo necesito estructuras tradicionales de composición. Lo que hago con el ordenador es cambiar mi forma de escribir canciones, nada más". Y el mismo año en el que nuestro protagonista se enfrentaba a la modernidad, veía la luz un libro, "Wish The World Away", escrito por Sean Body, que versa sobre la biografía, personal y musical de American Music Club y de Mark Eiztel. "Está bien. Creo que es un poco exagerada, que tiende a magnificar los aspectos negativos de la banda, pero bueno, no me preocupa. Ahora que lo mencionas, tengo una anécdota relacionada con el libro. Estaba en un festival en Irlanda, en el backstage, comiendo solo en una mesa muy larga. No conocía a nadie. Vi que Will Oldham estaba sentado al final de la mesa, pero era una mesa muy larga. Y Oldham estaba hablando con el tipo de Silver Jews. Yo estaba sentado y podía oír la conversación de ambos. Y Oldham le decía: ´¿sabes?, la gente escribe libros sobre cualquiera actualmente. Escriben libros sobre Mark Eitzel, tío. ¿Puedes creerlo?¿Quién coño es Mark Eitzel?´ (risas). Bueno, bajé la cabeza, cogí mi comida y me fui a otra mesa (risas)".

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