“El disco es un grito muy fuerte al principio, y luego una caricia”
Entrevistas / Hickeys

“El disco es un grito muy fuerte al principio, y luego una caricia”

JC Peña — 30-10-2022
Fotografía — Archivo

La emergente banda madrileña Hickeys debuta con “Fragile Structure” (autoeditado, 22), compendio de su personal manera de entender el post-punk y el rock alternativo.

Marta, Martina, Maite y Ana formaron la banda en 2018. Con apenas un single grabado, “hicieron callo” en South By Southwest, Eurosonic y giras internacionales, a lo largo un frenético 2019. Luego, cuando esperaban un 2020 pletórico (incluyendo Primavera Sound), llegó el bajón de la pandemia.

Ahora reaparecen con un primer disco planteado como un viaje de la tormenta a la calma, con todos los matices intermedios. Grabado por Hans Krüger (Delorean, El Columpio Asesino) con el enfoque naturalista que ellas buscaban, refleja bien su química en directo. Las cuatro comparten inquietudes que van más allá de la música, lo cual queda patente en la estupenda conversación que entablamos en una terraza del centro de Madrid, donde salen asuntos que van del enfoque realista de la grabación a las exigencias y méritos de la autogestión.

¿Cómo formasteis el grupo?
(Maite) El nexo de unión ha sido la carrera. Yo conocía a Marta y Martina de la universidad. Nos conocimos porque fuimos a la misma universidad, lo que pasa es que estudiamos cosas distintas, y lo hicimos un poco “por fascículos”. Ahí formamos el grupo. Con Ana empezamos a quedar directamente para tocar.
(Ana) Después se convirtió también en una amistad más importante incluso que el propio grupo.

¿Compartíais gustos musicales?
(Martina) Al principio eran sobre todo las ganas de tocar. No teníamos gustos en común. A Ana le gustaban cosas más calmadas. Teníamos algunas cosas en común, pero no como ahora, cuando tenemos un universo de referencias constantes. Nos apoyamos y retroalimentamos todos los días prácticamente. Pero cuando nos conocimos no era tanto como ahora, para nada.
(Ana) Creo que sentíamos una admiración hacia el mundo de la música, del cine, y eso fue también lo que nos unió. Teníamos más ganas de crear algo que el estilo en concreto, o los nexos en común. Yo venía de tocar el saxofón cuando tenía ocho años. Después, tocaba la guitarra en casa, pero de un modo totalmente autodidacta, haciendo para mí cancioncillas tranquilas. Marta era compañera de clase y de piso, me preguntaba cómo iba tocando y me decía que a ella le gustaba cantar. Nos gustaba la música.
(Maite) Como Marta y yo vivíamos juntas hacíamos la tontería de hacer versiones, cantar y cosas así.
(Martina) Yo estudié guitarra y bajo durante siete años en una casa de cultura del pueblo donde vivía.

“Teníamos más ganas de crear algo que el estilo en concreto”

Lo que os ha acabado saliendo, ¿ha sido una decisión consciente o ha ido tomando forma en el local? ¿Cómo ha ido evolucionando?
(Martina) Ha sido como una forma de ir ahondando en nuestra amistad buscando sonidos en los que estuviésemos más cómodas. No hemos dicho: “Vamos a hacer exactamente esto”. Una cosa que está guay, y a la vez no tanto, es que tenemos mucha democracia interna a la hora de tomar decisiones, y esto significa que ninguna dice: “Esta canción se hace así de principio a fin”, sino que alguien propone algo y hasta que no estamos todas de acuerdo con ese compás, no continuamos hasta el siguiente. Es una retroalimentación constante, nunca vamos con una idea clara.

Se os asocia claramente al post-punk, pero yo encuentro incluso elementos del post-hardcore. ¿Es así o tenéis influencias de todo tipo?
(Marta) Realmente tenemos más influencias conjuntas del post-punk, se han ido limando según hemos ahondado en nuestra amistad. El post-hardcore no es un gusto tan compartido, aunque a mí me gustan mucho Show Me The Body. Eso se ve mucho en cómo interpretamos en el escenario y cómo cantamos cada una: ahí se ven las pequeñas diferencias. Es una cosa que nos ha resaltado mucha gente: dentro de que el disco que hemos hecho tiene sentido y unidad, luego cada una de nosotras tenemos un enfoque personal muy distinto que se aprecia en el escenario y en la forma de cantar y demás. A mí es a quien más me gusta el post-hardcore.
(Maite) Ya no es sólo que nos guste a todas lo mismo o un estilo, sino que valoramos cosas individuales de las propuestas: un sonido de guitarra o cosas que se hacen rítmicamente. Como pequeños extractos que valoramos.
(Ana) Es que para mí el disco es como un collage: de ritmos, melodías, de todas nuestras personalidades. De cosas que nos han salido.
(Martina) De referencias, emociones, sentimientos...

¿Por qué de repente este género está tan de actualidad, o es rescatado por grupos jóvenes?
(Martina) En España no tantos, ¿no?
(Marta) Hay como un boom de la música oscura desde hace unos tres años.
(Martina) Es España están Carrera, Dharmacide…Vulk ya estaban.
(Marta) Trippin´ You, Somos La Herencia, Viuda…en comparación a cuando empezamos nosotras puedo apreciar que hay más grupos españoles ahondando en este tipo de sonidos. No sé a qué se debe.

“Teníamos muy claro que queríamos entrar en la escena anglosajona”

Habladme del título del disco y el enfoque. La narrativa parte de una idea de punto de ruptura, de quiebra, cierto desencanto, pero al final aprecio un desenlace positivo.
(Martina) Es agradable que lo hayas percibido así porque planteamos el orden de las canciones como una especie de viaje. El disco arranca con “Motherlode”, que es como un grito desesperado -una de nuestras madres decía que es como un grito pidiendo auxilio-, y sí que se planteó como el tema que tiene más de grito generacional, de “hemos llegado aquí y estamos con todos los sueños quebrados en lo que creíamos que iba a ser la etapa adulta”. El disco se va poniendo cada vez más agradable, de alguna forma. Y la última canción va sobre el amor, pero desde un punto de vista frustrado, porque también habla del amor de una madre.

¿Por qué se llama “Fragile Structure”?
Como decíamos antes, el disco es un collage. Pensando mucho cómo queríamos estructurarlo se nos ocurrió la idea de hacer un objeto para armar, un artefacto. De hecho, una idea que teníamos -y que igual colgamos en redes sociales- es proponer distintas formas de transitar el disco, copiando tal cual a “Rayuela” y Cortázar. Que te evocara sentimientos diferentes. Me alegra que te haya provocado ese sentimiento, porque Hickeys se planta como un grito muy fuerte al principio, y luego ya es una caricia: acaba con nuestras voces súper desnudas, ya no queda nada más después de tanto ruido y tralla, tanto sentimiento de desgarro. Habla de cómo estamos nosotras, del sitio en el que estamos, el país en el que estamos, la situación en la que estamos…y de cómo no hacemos otra cosa que no encontrarnos. Realmente va de eso.
(Maite) Totalmente. Y los puntos de quiebra se tratan en cada canción. Todas esas cosas que nos han pasado, que hemos sentido, que hemos vivido, dándoles una vuelta y poniéndolas en un lugar y espacio, que es en el que estamos. Hemos tenido todo esto en cuenta para el título del disco, la portada, los temas de las canciones…Hemos intentado que todo tuviera un universo común. La escultura de la portada es una estructura frágil. Tan frágil que se rompió después de hacerle la foto para el disco. Todo tiene que ver.

¿Y los interludios entre las canciones?
(Maite) Cuando estábamos con la idea del disco, yo dije que quería interludios. Me gustan mucho los discos con interludios, no sé por qué (risas). Pero al final no fue tan forzado.
(Marta) Yo también los quería, pero cada uno salió por un motivo distinto. Uno lo hicimos porque en los directos Martina recita a Shakespeare antes de “Helicóptero”, y entonces lo metimos para igualarlo, aunque no recitado por ella. Otro interludio es una canción frustrada con la que Martina luchó contra viento y marea, sin conseguir que se acabase. Hubo un pacto interno porque ella quería que estuviese ahí. Y el otro está recitado por la que era nuestra manager, con la que guardamos una tremenda amistad. Es un fragmento de Mújica (expresidente de Uruguay) en un documental, “El frágil equilibrio”.

Escuchando el disco os puedo imaginar tocando. En cuanto al sonido, ¿buscabais esa sensación naturalista? ¿Es lo que queríais transmitir?
(Maite) Totalmente.

Hay bastantes discos de ahora que no suenan a eso, sino a…
(Maite) A producción. Con Hans (Krüger) teníamos esto claro. A él le gustaba muchísimo nuestra idea de enfocarlo. Venía de hacer un disco en el que la batería se había grabado durante una semana entera, cada elemento por separado. Primero sólo el bombo, luego la caja…se tocaba todo pero se microfoneaba sólo cada parte, para tener esa sensación de batería súper producida. Por lo tanto, vino con muchas ganas de darle a lo nuestro, que era algo más sucio. Su estudio está en Subiza, Navarra, al lado de Pamplona. Pone como trece micros en la batería.

“ Una cosa que está guay, y a la vez no tanto, es que tenemos mucha democracia interna”

En muchos discos actuales, la batería está tan sumamente editada que pierde completamente la personalidad del músico, el carácter.
(Maite) Claro, claro. Todo tiene que ver, la forma de grabarlo, la forma de mezclarlo…
(Martina) Bueno, es que grabamos tocando a la vez. Todas las canciones están grabadas así. Luego es cierto que la guitarra se pasa por otro ampli, pero la canción no va con claqueta, sino que vamos todas en es momento. Se pueden escuchar cosas: momentos en que nos movemos, como están los micros por todos los lados…
(Maite) Y se escuchan cambios de tiempo.

No entiendo por qué este planteamiento no gusta más.
(Maite) Yo creo que la gente tiene algo de miedo a esta vulnerabilidad de la no súper producción. Aunque cada vez se produce más desde casa, depende del tipo de música.
(Martina) Hay un momento en “AMA”, la última canción, en la que se coló un pajarito que hace “uuu, uuu” y es precioso porque el estribillo de esa canción hace “uuu” (en tono más alto), como si elevase a otra nota lo que el pajarito ha hecho. Es un cuco lo que entra.
(Ana) Nos gusta la naturalidad. Obviamente, no somos perfectas musicalmente hablando, ni mucho menos. Y queremos que lo que tocamos y transmitimos sea verdad. Somos lo que somos.
(Maite) Es una decisión: somos eso. Tampoco tiene sentido que hagamos un disco ultra producido, cuando luego en directo no va a sonar ni remotamente parecido. Además, nos gusta que suene así. Y Hans, encantado.
(Ana) Nos entiende súper bien. Desde que grabamos la primera canción, nos “enamoramos” en ese sentido, y nos hemos casado con él. A partir de ahí, todo lo hemos grabado con él.

Me gustaría hablar de algunas canciones. Empiezo por “Material Weight”. ¿Cómo surgió ese estribillo tan potente?
(Martina) Aunque puede no apreciarse, el disco está dividido en dos tandas, que son como los dos momentos de la composición. “Material Weight” es quizá la primera que salió cuando volvimos a reunirnos físicamente, después de estar en casa por la pandemia. Nos fuimos diez días a una casa en Galicia y ésa fue quizás la primera que salió. Hay una nota fantasma que Hans consiguió potenciar. No está sonando en ninguno de los instrumentos, pero está todo el rato. Él la sacó a través un ampli. Queríamos que tuviera la fuerza de un tren. El estribillo salió en el último momento, nos dieron las doce de la noche. Tenía un estribillo más pop, como de la parte fea de Dover de los 90.
(Maite) Y de repente salió esto. Fue una cosa de darle vueltas y vueltas.
(Martina) Además, en esa canción está metido el título del álbum.
(Marta) Lo cambiamos en el último momento porque cuando nos pusimos a grabarla con ese estribillo la canción cogía unos tonos más de rock and roll pop que no nos apetecía a ninguna…Yo pensé más en un estilo más de Ought, medio hablado, muy repetitivo. Un poco de liarse con las mismas palabras constantemente, hacer palabras que rimen con las mismas. Intentar darle un poco de fuerza, pero que al mismo tiempo fuese hablado.

¿Y “The Mill”?
(Martina) También salió en esa tanda de Galicia. Nos apetecía que la batería hiciera un movimiento cíclico constante y que se quedase ahí, como el bajo. Son las guitarras las que se van. Muchas veces nos preguntamos: ¿Estás en el tono? (risas). La letra se plantea como una metáfora: un molino tiene sentido porque le pasa el viento, pero al final se rompe. Una persona por existir, por sentir cosas, acaba teniendo un montón de traumas, pero gracias a que existe y siente, ha vivido. Queríamos que en los “estribillos” soplase más fuerte el viento son una distorsión, vuelve el viento tranquilo y cuando entra el vendaval final, derriba la estructura. Queríamos que pasase todo eso. Hans grabó una especie de truenos que se pueden escuchar en el momento final. Es una tormenta que es donde se tiene que romper la estructura. Al final se queda el bajo, pierde la fuerza, y el molino se para.
(Maite) Nos gusta ser redundantes para apoyar el significado que tiene. Esta canción parte de tu idea del molino, y yo me inspiré en una canción que me flipa, “Green and Blue” de The Murder Capital, que es para mí también como un molino.
(Ana) Queríamos acercarnos a ese sonido elegante y épico. Es una canción como muy solemne. Intentamos llegar a esa espiritualidad.

La idea que hay detrás de “Oneness”, según lo que leí en los comentarios de las canciones, es muy interesante: esa necesidad de unidad en un mundo tan atomizado.
(Maite) Tampoco nos salía el estribillo. Nos fuimos de Navarra sin él. No sabíamos quién iba a poner la voz, todo estaba en el aire. Ninguna de las ideas nos gustaban. Y fue ya aquí en Madrid cuando nos salió, a partir de un par de notas de voz que tenía Marta.
(Martina) La palabra “oneness” ni siquiera estaba. Nos salió meses más tarde. Si grabamos en agosto, salió en noviembre y se lo enviamos a Hans en diciembre. Durísimo.
(Maite) Para mí es una canción como de hacer footing. Yo por lo menos la vivo así. Era como la que más distaba del resto, por ser un grito más amable y menos desesperado.
(Martina) Es como un grito a la unidad dentro de un barullo constante de estímulos, donde al final las personas se pierden. Es recordar que lo importante se encuentra cuando estamos unidos luchando contra las injusticias.
(Ana) Y nació también porque queríamos hacer algo un poco más bailongo y animado. Jugar con los ritmos, inspirándonos en música que nos gusta mucho, como la de Shame o Crack Cloud sobre todo. Que hubiese muchas voces y ritmos.
(Marta) Y con guitarras muteadas. Yo creo que la idea ya salió en el confinamiento. Creo que es la única cuya letra escribimos entre todas.
(Ana) Me parece una canción muy colaborativa, para que la gente pueda cantarla con nosotras en directo.

“Yo creo que la gente tiene miedo a la vulnerabilidad de la no súper producción”

¿Qué planes tenéis con el directo para los próximos meses? Porque habéis tocado bastante fuera de España.
(Martina) Sí. Estuvimos en el South By Southwest, hemos tocado en Inglaterra, en Portugal, Eurosonic…
(Ana) Teníamos una manager buenísima, Ana Veiras, que estaba en Holy Cuervo. Apostó muchísimo por nosotras, hizo todo lo posible por meternos en este tipo de festivales. Creo que todas teníamos muy claro desde el principio lo que queríamos: escena anglosajona. Un poco entrar en ese mercado, que es donde nos sentimos más representadas. Ella lo dejó, pero trabajó muchísimo en la internacionalización de la banda. Gracias a todo el equipo de Holy Cuervo y a nuestro esfuerzo, hicimos todo eso.
(Maite) Muchísimo fue Ana. El 99 por ciento. Nos escribía y nos decía que teníamos que ir a este sitio, aunque podía ser una palmada, porque nos iba a venir bien como banda. Son sacrificios.
(Martina) Cuando vas al South By Southwest no te dan ninguna subvención. Y viajar cinco personas con instrumentos a Estados Unidos es una pasta. Además del tiempo. No sé si podríamos decir que sacamos mucha tajada…Desde luego, sacamos mucha experiencia, porque aprendimos a tocar sin prueba de sonido. Tocamos ocho veces.
(Ana) Y en sitios muy distintos, de acústicas muy diferentes. Al final se hace callo.
(Martina) En 2019 hicimos casi cuarenta conciertos. Estábamos loquísimas. Y eso que no teníamos disco. La gente confió en nosotras, Ana confió en nosotras y 2020 se planteaba muy bien. Empezamos tocando en el Euro Sonic y gracias a eso nos salieron festivales en Noruega, giras en Italia, Inglaterra, Portugal…había un montón de cosas. Ahora la semana que viene nos vamos a Londres al International Festival Forum.
(Maite) The Spanish Wave y Mad Cool han lanzado tres propuestas, entre ellas nosotras, para tocar un showcase para gente de festivales e industria.
(Ana) Y tocamos en el Gruta 77 (Madrid) el 27 de octubre, y luego vamos a Italia cuatro días. Después vienen Guadalajara, Barcelona, y vamos a Vigo este fin de semana.

Supongo que es un poco pronto, pero ¿por dónde creéis que va a ir el futuro, más apertura de miras en lo musical?
(Martina) Hemos tenido tanto tiempo este disco dentro de nosotras que necesitamos que se mueva un poco fuera, escucharlo de nuevo y volver a tener tiempo para reunirnos. Hemos estado demasiado tiempo hablando sobre qué íbamos a hacer con este disco. Todavía no sé lo que va a pasar, pero nos sigue apeteciendo mucho tocar. Fluirá. Nunca hemos tenido presión por sacar un disco. Hemos hecho éste porque nos apetecía, ya saldrá el siguiente.
(Maite) Lo bueno es que nunca hemos tenido prisa ni presiones. Y es una cosa que tenemos que mantener, porque nos ha salido algo que creo que es genuino. Lo que venga, vendrá cuando tengamos tiempo para volver a reconectarnos a nivel creativo, a meternos dentro de la rueda de la composición. Estaremos en puntos distintos con respecto a hace un par de años.
(Martina) Siendo un grupo autogestionado, es lo que tiene. Todas tenemos un trabajo que atender por las mañanas, y por las tardes estamos mandando mails, pensando en el diseño de la portada, todas esas cosas. Todo lo hemos hecho nosotras. Las giras y todo. Es mucho trabajo interno. Ahora, a tocar. Esperemos que muchos festivales nos ayuden en el 23 (risas). Me encantaría tocar en el Canela, por ejemplo.

 

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.