“Lo que generas con la cinta es muy difícil de conseguir en un ordenador”
Entrevistas / Fon Roman

“Lo que generas con la cinta es muy difícil de conseguir en un ordenador”

Javier Ramos — 08-04-2024
Fotografía — Jesús Cornejo

Fon Román ha recorrido los caminos de la música como si de una expedición se tratase. Desde las praderas del pop masivo como miembro de Los Piratas hasta las cavernas experimentales junto a Suso Saiz. Ahora, entrega nuevo material con "Blanco" (Auto, 24), un trabajo conceptual en base a una obra del literato mexicano Octavio Paz y con el que rema a contracorriente en estilos y formas.

Antes de entrar en detalle con las particularidades de este disco vamos a sentar las bases: ¿por qué decides lanzarte a versionar en clave musical un poema experimental de Octavio Paz?
Me lo encontré más que nada. Estuve viviendo en México durante cinco años y, entre otras cosas, hice música para teatro, incluyendo alguna obra de Octavio Paz. A la escenógrafa y directora le gustó mucho la canción y me comentó que por qué no componía más a partir de su trabajo. Fue ella quien me habló de “Blanco”. Lo leí y me pareció increíble. Me puse el reto de componerlo entero. Realmente es un solo poema, no lo dividió completamente, pero sí que hay como unas tipografías distintas en el propio poema y unas separaciones, que son las que utilicé para segmentarlo en once canciones.

¿Qué fue lo que más te atrapó de la forma de escribir de Octavio? ¿Qué despertó especialmente tu atención de su obra?
Octavio Paz tiene muchas facetas, pero, concretamente, de “Blanco” me atrajo toda esa conexión que tiene con la parte hinduista más profunda, en la que él se adentró sobre todo cuando estuvo viviendo en la India. Además, está hecho en verso libre, tiene una parte erótica… es un poema muy distinto a lo que él iba haciendo, que no es tan experimental. También es llamativo el propio concepto del poema, que puedas modularlo, que haya diferentes interpretaciones según cómo se lea.

"Me gusta transitar entre los dos mundos, el accesible y el experimental"

Te decides a adaptar una obra atrevida y experimental. ¿Cuál es el proceso y el enfoque para trasladarla a unas coordenadas musicales?
Quería que el disco se grabase como se grababan los discos en el año en el que él compuso “Blanco”, que fue 1966. Curiosamente, en ese año empezaron a grabar los discos en ocho pistas en cinta. Me compré un magnetófono y, claro, ocho pistas en sí mismas no dan para mucho. El disco sónicamente es bastante sencillo y ese es uno de los motivos. Tuvimos que hacer encaje y, además, quería que sobre todo la música no invadiese mucho el mensaje de la letra, entonces también por eso es bastante contenido musicalmente. Aunque armónicamente es muy complejo: no son tres acordes, hay como mucho desarrollo.

Entonces es una decisión premeditada que la música no pise el mensaje lírico.
Sí. Y el estilo de grabación, aunque lo limitó bastante, también le da mucho carácter. Porque tiene un sonido añejo. El proceso ha sido totalmente analógico. EL disco no ha tocado el ordenador. El vinilo es AAA: grabación analógica, mezcla analógica y máster analógico, a cinta. Forma parte del concepto.

¿La forma en que se publica (una edición muy cuidada y limitada a 300 unidades) también responde a este mismo motivo? ¿Se trata de crear una especie de artefacto cultural?
Claro, totalmente. “Blanco” era una obra en sí misma como poema físico. El proyecto del disco incluye un diseñador que ha preparado el arte del disco y el vídeo de presentación en relación directa con este contenido.

Todo lo que rodea el disco es marcadamente artesanal. A día de hoy es tan poco convencional que parece un acto reivindicativo.
Es totalmente ir a contracorriente. Estamos encontrando que los que se adentran y lo ven nos dicen que por un lado estamos locos y por otro que vaya huevos haciendo esto hoy en día. Pero siempre me han nacido los proyectos de esta manera. Me lo encontré y, en mi carrera personal, siempre me he mezclado con otras disciplinas y lo que me atrae. Creo que eso enriquece los proyectos, no solo musicalmente, sino también estética y conceptualmente.

¿Cómo se trasladan al directo todas estas ideas y sinergias?
Lo estamos preparando ahora. También tiene su miga. Octavio, antes de morir, dejó unas directrices para llevar “Blanco” a escena, aplicando unos colores y unas formas. Entonces, el mismo diseñador que ha hecho el vinilo y el arte del disco ha preparado unas visuales con esta base para arropar el directo. Sería simplemente interpretar el poema entero, con más partes instrumentales para unir los fragmentos. Sobre unos cincuenta minutos de espectáculo.

A priori parece una propuesta pensada para auditorios, más que para salas.
Claro. Pensamos en espacios que no son salas al uso, donde te puedas sentar, donde haya unas proyecciones y un contexto un poco acorde a la propuesta. Museos, teatros pequeños, espacios culturales en general. Ahí encaja mejor.

Y pensando en tu trayectoria: ¿cómo enmarcas “Blanco” dentro de ella? Al final siempre has estado oscilando entre lo accesible y lo experimental.
A mí me gusta transitar entre los dos mundos. Unas veces los mezclo y otras veces no. En mis discos como Fon Román conviven las dos partes, pero siempre está la canción por delante. Siempre estoy saltando de un lado a otro. El poema en el que se basa se las trae. Está compuesto en verso libre sin una rima clara. Es un mensaje con una dialéctica muy compleja que a mí me ha llevado a tener que pensar en cómo lo desarrollo, en cómo creo una canción sin que sea un tedio. Evitando lo que se hace habitualmente al trasladar los poemas, que es casi recitarlos sin más que dos acordes acompañando de fondo.

Y todo ello manteniendo la esencia de la grabación analógica.
Es un tema importante. Era un reto hacerlo de esta manera. Es un proceso artesanal que también lleva tiempo y en el que hoy en día no nos paramos demasiado. Ahora la cinta vuelve a estar de moda. Porque tiene un componente físico: aparecen otros armónicos, cambia la calidad del sonido. Todo lo que generas con la cinta es muy difícil de conseguir en un ordenador. Traigo aquí a la gente al estudio y pongo la grabación cruda de la batería directamente en la cinta y se quedan locos. Cuando vienen los chavales a grabar lo escuchan y quieren eso, quieren ese sonido. Aunque sea para después destrozarlo y crear a partir de él.

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