Dios no es cool
Entrevistas / Zwan

Dios no es cool

David Saavedra — 04-04-2003
Fotografía — Archivo

Es una hora intempestiva de domingo por la mañana, pero un domingo diferente. A escasos metros del Hotel Wellington se están concentrando miles de personas para exigir responsabilidades políticas por el desastre del Prestige. Esa misma noche, Zwan debutaría en directo en España. Desde la perspectiva de una banda estadounidense con miembros que tocaron la gloria y con un flamante Top 3 en el Billboard, cualquier viaje de trabajo a un país como éste es tan anecdótico como su visita para los manifestantes. Ajenos a casi todo lo que sucede en el exterior, Paz Lenchantin y Billy Corgan comentan curiosidades de los garitos en los que estuvieron la noche anterior. En uno de ellos llegaron a poner el video de "Honestly" pero, al parecer, ellos pasaron desapercibidos. "Nadie nos reconoce en España", comenta un Corgan camuflado en un gorro que le cubre la calva y las orejas.

"He robado mucho del libro de canciones de Robert Smith"

El ambiente es de resaca y la sala se hace demasiado grande, demasiado fría. A mi derecha, Billy Corgan, figura central de Smashing Pumpkins. A mi izquierda y a lo lejos, Jimmy Chamberlin, virtuosísimo batería en el grupo de Chicago. Enfrente, Matt Sweeney (guitarrista de la banda de culto Chavez) y la turbadora Paz Lenchantin (bajista en A Perfect Circle). El quinto miembro y quizás el musicalmente más interesante, David Pajo (Slint, Tortoise, Stereolab, Papa M), no compareció. La gestación de Zwan ha sido lenta y paciente, como ya se ha documentado con profusión en las numerosas webs dedicadas a la banda. Dos años de conciertos en los que ha ido surgiendo un amplio repertorio del que su álbum de debut, "Mary Star Of The Sea", es sólo una muestra. Sweeney, verdadero impulsor de un proyecto con el que soñó desde los primeros noventa, toma la palabra: "Ha sido algo fantástico, el modo en que nos hemos juntado y cómo disfrutamos haciendo música juntos. Billy y Jim podían haber intentado perpetuar el sonido Smashing Pumpkins, pero se sintieron mucho más excitados ante el hecho de tocar con nosotros". "Nunca tuvimos la intención de escribir canciones pensando en un álbum", añade el líder. "Lo hicimos porque nos gusta componer y las fuimos probando en los conciertos, hasta que surgió lo de grabar". Sostiene Corgan que Zwan: "es un proyecto de puertas abiertas. Ahora tocamos juntos porque queremos, pero dependiendo de lo que busquemos en el futuro podríamos hacer participar a una gente u otra" y nos da lo que parece una primicia: "Vamos a hacer un álbum acústico bajo el nombre de Djalizwan y es muy posible que Ana, la hermana de Paz, toque el cello. Esperamos que salga en octubre. Nuestra idea es experimentar situaciones diferentes, hacer quizás alguna banda sonora... no encasillarnos". De forma algo lacónica, los cuatro componentes presentes afirman que eran fans de sus respectivas ex-bandas a pesar de proceder de ámbitos un tanto diferentes. Curiosa situación, pues para Corgan y Chamberlin, Zwan podría suponer una bajada a sus orígenes underground mientras que para el resto del grupo ésta es su gran oportunidad para defenderse en un territorio más mainstream. "Creo que, en efecto, es algo intermedio", afirma el batería. "Nosotros hemos vuelto a tocar en sitios más pequeños y en cierto modo es un regreso a los inicios". Sweeney reincide en lo mucho que le gusta la atmósfera que se ha creado "en esta unión entre dos tíos que pertenecieron a una gran banda y nosotros tres, que procedemos de formaciones más pequeñas, pero yo no me siento como si hubiésemos alcanzado a una audiencia más grande. Tampoco queremos forzarnos a nada, ni ser deliberadamente oscuros ni volvernos accesibles para llegar a más gente".

"Todas mis creencias están en mi música. Eso sí, tampoco soy un predicador"

Lo que sí es cierto es que el público potencial de Zwan está entre la parroquia Pumpkin. Y, por mucho que lo intenten disimular, es muy difícil que alguien no vea esto como una secuela del grupo de Chicago, con las responsabilidades y expectativas que ello conlleva. "Sí, es natural y éramos conscientes de eso", afirma Corgan. "Simplemente queríamos hacer nuestra música sabiendo que a alguna gente le gustará y a otra le defraudará, aunque a la mayoría de los fans les ha gustado mucho Zwan. Quizás sea un poco de transigencia por parte de algunos, ya que se siguen fijando en gente a quien respetan y que les importa. Desde luego, es mucho más fácil que si fuésemos una banda completamente nueva". Cierto y, para mayor ejemplo, el entusiasta recibimiento de la audiencia madrileña en el show de ese día, más celebrado -por cierto- que el desafortunado concierto de despedida de los Pumpkins hace dos años y pico. Lo que está claro es que aquí nadie está dispuesto a disfrazar demasiado el hecho de que Zwan gira fundamentalmente alrededor de la figura y la personalidad de Corgan. Según el siempre diplomático Sweeney, "Billy es el que más contribuye porque es el más prolífico. Él tiene una gran visión, es un magnífico compositor, pero si alguien de la banda tiene algo que decir es bienvenido también". El vocalista, cómo no, completa la respuesta. "Somos individuos y cada uno toca sus partes. Incluso en mis canciones cada miembro da sus ideas, casi como si fuéramos una banda de jazz. Todos tocan lo que quieren tocar, funcionamos como un colectivo". ¿No hay problemas de ego entonces? "No, es todo muy relajante", responde sin inmutarse. Una curiosidad. Tres de los temas ("Jesús, I", "El Sol" y "Ride A Black Swan") figuran en el álbum como tradicionales, cosa que choca mucho cuando se escuchan. Corgan confirma que eso fue un error de impresión y que sólo el primero de los temas citados es una relectura de material ajeno, un himno religioso en sentido casi estricto y asumido con bastante egolatría por parte del músico (su punto culminante es ése en el que canta "renacido, renacido"). Sin duda, el mayor ejemplo de una espiritualidad que está omnipresente en todo el álbum. "Simplemente estoy intentando ser honesto", justifica Corgan. "Todas mis creencias están en mi música. Hay un sentimiento general en el rock´n´roll de que la religión es aburrida, pero yo tampoco soy una persona a la que le preocupe lo que es aburrido o no. Eso sí, tampoco soy un predicador". Lo que también se aprecia es una mayor positividad en las canciones, quizás lo más luminoso que Corgan ha escrito nunca. Al parecer, a él también le llegó el influjo del 11-S como acicate para encontrar un nuevo estado vital: "Estaba en Nueva York aquel día y todo aquello sacó toda la mierda que había en mí. De todos modos, creo que esos cambios que experimenté ya llevaban tiempo incubándose en mí. Ha habido partes bastante dramáticas en mi vida en los últimos años -continúa-. Me divorcié, se disolvió mi antigua banda... pasaron muchas cosas y quizás quería canalizarlas de una manera diferente". Un hecho fundamental sin duda fue su incorporación temporal a New Order, poco después de la separación de los Pumpkins. "Realmente disfruté con ellos. Se están haciendo mayores pero mantienen un espíritu punk-rock, son muy agresivos y tienen un gran sentido de la energía. Para mí fue muy interesante, porque yo tocaba con ellos y al mismo tiempo los observaba". E influencia patente en "Mary Star Of The Sea", reconoce Corgan. "Para mi música han sido muy importantes, junto con Joy Division, Siouxsie & The Banshees, The Sisters Of Mercy o The Cure. He robado mucho del libro de canciones de Robert Smith", dice no sé si en un arrebato de honestidad o con la intención de putearme. ¿Y Slint? "Obviamente, también nos gustaban, pero las influen

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