Viaje a los confines del mundo
Libros / Denis Johnson

Viaje a los confines del mundo

7 / 10
José Martínez Ros — 15-12-2020
Empresa — Contra
Fotografía — Archivo

El difunto Denis Johnson (1949-2017) no fue, en vida, demasiado conocido en
España; de hecho, buena parte de sus libros continúan sin ser traducidos. No
obstante, se trata de uno de los grandes escritores norteamericanos de las
últimas décadas. Si las últimas elecciones en Estados Unidos han vuelto a
mostrar hasta qué punto la superpotencia es un lugar que resulta muy extraño
para los europeos, la publicación de este volumen, que recoge sus reportajes
de no ficción, publicadas en diversos medios de su país, no puede resultar más
oportuna. Denis Johnson fue uno de los grandes cronistas de las pesadillas
norteamericanas.

Esto es, hasta cierto punto, inseparable de su biografía. Su padre era un
individuo con vínculos con la CIA y pasó una infancia itinerante, entre
Alemania, Filipinas y Japón, escenarios de la Guerra Fría. Más tarde, fue un
poeta precoz, pero lo dejó todo y pasó su juventud como adicto a drogas y el
alcohol, viviendo poco menos que como un indigente. Estos años de disipación
encontraría su reflejo en los libros por los que saltó a la fama, “Hijo de Jesús”,
un conjunto de relatos alucinógenos y fatalistas, uno de los mejores textos que
han reflejado el infierno de las adicciones, y la novela “Ángeles derrotados”,
una road movie literaria recorrida por un romanticismo feroz y llena de
personajes a la fuga. Posteriormente, una vez desintoxicado, se reinventó
como corresponsal trotamundos y viajó por buena parte del planeta (por la peor
parte). De ahí surgieron novelas magníficas, como su obra maestra, “Árbol de
humo”, que evoca esa herida en la psique colectiva norteamericana que fue
Vietnam, o “Los monstruos que ríen”, un thriller terrorífico ambientado en “el
corazón de las tinieblas” del África actual.

En sus reportajes, hallamos la materia prima de la que surgieron sus obras
literarias. Nos encontramos a Johnson en una Liberia en llamas, en medio de la
matanza masiva que representó su Guerra Civil, convertida en una
indescriptible mascarada. “Una atmósfera de alegre terror dominaba las horas
mientras que los hombres de Taylor, ataviados con vestidos de novia
saqueados y gorros de ducha, se enfrentaban a los soldados que defendían la
mansión. Los gorros de ducha eran para la lluvia. Lo de los vestidos de novia
no tiene explicación.” O en Kabul, cuando los talibanes acaban de entrar en la
capital de Afganistán y aún falta algún tiempo para el 11-S, siendo el único
periodista occidental que se ha atrevido a permanecer en la ciudad. “Sé decir
unas cuantas cosas en pastún, y cada vez que alguien de la nueva facción se
acerca por aquí me inclino llevándome la mano derecha al corazón y digo:
sungayai, talib? (¿Cómo estás, estudiante?). Como todos los afganos, sonríen
espontáneamente cuando alguien les sonríe”. Pero también nos conduce a una
reunión multitudinaria de moteros cristianos, o a Alaska, al encuentro de los
últimos pioneros. Un libro, en suma, estupendo de un narrador nato que será
cada vez más reivindicado.

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