Adentrarse en el inquietante mundo de Nick Cave tiende a resultar una experiencia intensa y fascinante, cuando no directamente escalofriante. La entrada a tan valioso y multifacético universo suele llegar en forma de canciones, esas agrupadas en discos y con las que, desde hace más de cuatro décadas, el australiano parece intentar cicatrizar (con mayor o menor éxito) heridas propias abiertas en canal. Un carácter, el latente en el vocalista de Warracknabeal, siempre en ebullición punk y de consecuencias probadas e irremediablemente magnéticas para cualquier fan.
“Más extraño que la bondad” supone una invitación adicional –nada velada y extremadamente directa– hacia el germen creativo del autor, tras recopilar a lo largo de 272 páginas prensadas en formato de gran calidad, un generoso número de motivadores, fotografías, memorabilia, textos, curiosidades, inspiradores y, en definitiva, objetos relacionados con el artista de sesenta y cinco años. Un tomo imperial que abarca desde los comienzos del músico en The Boys Next Door hasta obras más recientes, pasando por The Birthday Party y Grinderman. Todo con un hilo conductor algo anárquico, que saltea elementos –incluyendo, así mismo, cartas, bocetos y apuntes, poesías, multitud de letras manuscritas o dibujos– y propone un viaje tan intuitivo como intenso a través de la jugosísima trayectoria del indomable.
La presente referencia es una suerte de atípico diario que oferta detalles inéditos e íntimos acerca de la personalidad artística de un mito en vida, en una selección puesta a disposición del lector con la enriquecedora intención de que éste pueda hacer su propia composición de lugar acerca de cómo lo que contempla llegó a materializarse en obra de arte. Es uno de los atractivos de “Más extraño que la bondad”, tras dejar el producto no pocas puertas abiertas a la interpretación del que mira de frente hacia las preferencias y obsesiones de un autor de por sí tan extremo como Cave.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.