Inhalación profunda. Historia del popper y futuros queer
Libros / Adam Zmith

Inhalación profunda. Historia del popper y futuros queer

8 / 10
Tomeu Canyelles — 26-09-2022
Empresa — Dos Bigotes

“Soy un caradura; no me ruborizo con facilidad”, confesaba Antoine Jérôme Balard cuando, después de descubrir el bromo, hizo pasar vapor de nitrógeno a través de alcohol de amilo. 1844 marca el comienzo de una aventura trepidante que el periodista Adam Zmith ha sabido sintetizar en “Inhalación profunda. Historia del popper y futuros queer”. Su nuevo ensayo no debería percibirse como una obra más sobre la historia de una droga, sino como una sudorosa amalgama de diferentes conceptos (sexo, arte, identidad, capitalismo, derechos, porno, placer…) en la que esas misteriosas botellitas de color marrón tejen un perfecto hilo conductor.

Lo que inicialmente debía ser una charla en el marco del Fringe! Queer Film & Arts Festival del 2019 ha terminado por mutar en una obra ambiciosa, que busca “pensar en el objetivo de nuestros cuerpos y cómo los usamos”. Durante meses, Zmith escarbó en los orígenes del popper con el objetivo de documentar el lugar que ocupa en nuestra cultura porque, al fin y al cabo, las drogas no sólo se han relacionado con ciertas experiencias, sino con otras formas de entender el mundo. Así pues, Adam Zmith describe de forma apasionada el singular impacto del popper en el universo QUILTBAG (Queer/Questioning, Undecided, Intersex, Lesbian, Trans, Bisexual, Asexual, Gay/Genderqueer); más concretamente, en el ámbito del Reino Unido y, sobre todo, Estados Unidos. Rehuyendo de la oda, el autor relativiza su uso: no es ni bueno ni malo, “o quizá ni una cosa ni la otra”, aunque, tal y como refleja su testimonio, el consumo de nitrito de amilo le permite liberarse “de ideas como ser gay o ser hombre”.

Las temáticas que ofrece “Inhalación profunda” llevan al lector a una amplia diversidad de escenarios: de laboratorios a pistas de baile; de farmacias a comisarías; de cuartos oscuros a galerías de arte; de Ken Lansdowne al mismísimo Ray Bradbury. Resulta especialmente interesante su primera parte, en la que Zmith disecciona el papel que jugó el popper en las revistas y otros medios informativos –y cuyas detalladas descripciones contribuyeron a crear un imaginario en torno al consumo y al mismo consumidor– o el capítulo en el que sobrevuela sobre los bators / popperbators, auténticos atletas del onanismo, a partir de su relación con el popper. El hedonismo contagioso de Zmith realza las virtudes de un texto que, aún rozando la dispersión en alguno de sus tramos, termina convenciendo por su discurso fresco e inteligente.

 

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