Excavate! The Wonderful & Frightening World of The Fall
Libros / Tessa Norton & Bob Stanley

Excavate! The Wonderful & Frightening World of The Fall

8 / 10
JC Peña — 07-08-2022
Empresa — Faber and Faber

Cualquiera que pretenda aproximarse de nuevas al inimitable vehículo expresivo de Mark E Smith se sentirá intimidado. No sólo por la amplitud demencial de la gigantesca obra que The Fall dejó para la eternidad (¡más de cuarenta álbumes!), sino por la imposibilidad de meterles en alguna categoría definida que delimite unas coordenadas en las que uno se pueda orientar.

The Fall son un apasionante salto al vacío. Una anomalía. Surgidos de las catacumbas del post-punk en el Manchester decadente de finales de los setenta y por obra y gracia de un macarrilla duro, inquieto y ex estibador, la banda fue mutando incansablemente de formación y género hasta tocar casi cualquier palo: del post-punk guarro al rockabilly desastrado; del indie pop ácido a la electrónica; del post-kraut maníaco al proto metal oscuro. Crearon, a su modo, el molde de la independencia más feroz y sincera. The Fall son…The Fall. O como explicó Mark: “Yo y mi abuelita a los bongos seríamos The Fall”.

Por encima de la (espléndida) música, The Fall son una actitud frente al mundo. Son peligro, incertidumbre, caos. Belleza en lo grotesco. Valentía sin límites en lo expresivo. Exceso y sobriedad. Disciplina en la repetición. Vanguardia pegadísima a la tierra. Realismo sucio y futurista. Locura y lucidez. Una ventana entornada a cientos de referencias de un mundo dislocado pero irresistible. “Podríamos haber sido otro grupo de Rough Trade”, afirmó en otra ocasión el indomable mancuniano, cuya capacidad para la observación de su país y la sátira despiadada, además de su personalidad imposible, le convirtieron en un tesoro local que trascendió la caricatura que se hizo de él, y a la que Smith contribuyó.

Su actitud norteña de no admitir ni un gramo de gilipollez, tan rara en estos tiempos, no mermó su capacidad para escribir canciones con un punto de vista único y, a su manera, sí, poético. Su muerte a los sesenta años en enero de 2018 fue noticia en los telediarios de máxima audiencia.

Cuatro años después de su final, The Fall siguen siendo inaprensibles. Pero en “Excavate!” el periodista y músico Bob Stanley y la crítica cultural Tessa Norton abordan la oceánica obra de Smith y compañía, su misterio visceral, a través de profundos ensayos escritos por ellos mismos y otros periodistas, artistas fans y técnicos como Grant Showbiz, todos ellos fans. Se trata de contextualizar a The Fall cultural, geográfica, musical y sociológicamente. Inevitable que se vayan por las ramas hablando del fútbol amateur local (en una de las dos entrevistas incluidas Smith habla de su afición al City y su desprecio al United), l brutalismo arquitectónico de Prestwich, Lovecraft y muchas otras cosas más o menos interesantes. Se trata, en definitiva, de desentrañar el misterio. O, al menos, intentarlo.

Más que en los ensayos, que tienen un tono académico marcado -esnob, habría dicho Smith arrugando la nariz con una pinta en la mano- es en la detallada reproducción de flyers, portadas -que exploraron todas las estéticas imaginables-, manuscritos, dibujillos, posters, entradas de conciertos, tipografías, fanzines y demás parafernalia acumulada en cuarenta años de febril actividad donde el curioso podrá encontrar sus propias pistas y referencias sobre la explosión creativa de Smith y sus acólitos. Estajanovismo aplicado a una banda sin límites, que en los ochenta colaboró con un coreógrafo, descolocando a todo el mundo…

La entrevista a Smith de 1999, justo después de que fuera arrestado y su banda le abandonara en plena gira, también tiene miga. “El visionario es necesariamente un outsider”, cita el autor de la entrevista, Tony Herrington, en relación al carácter único de nuestro hombre.

En realidad, confeccionar un volumen tan sesudo sobre un chalado outsider genial que ni siquiera dejaba escritas sus letras (salvo en una ocasión), y que velaba porque sus músicos nunca pusieran el piloto automático de la “profesionalidad”, es una misión condenada al relativo fracaso: podemos imaginar lo que habría pensado el cáustico gruñón, desde asiento habitual en el pub, de este ilustre proyecto dirigido al urbanita finolis. Lo cual no quita méritos a un libro lujoso de formato medio editado con tanto gusto como cariño reverencial hacia el “tesoro británico”, pero sólo verdaderamente recomendable para los ya iniciados. En ese sentido, “Renegade”, la hilarante y caótica autobiografía del personaje que impulsó con voluntad (y mano) de hierro a The Fall (y que tampoco, que yo sepa, se ha traducido), sigue siendo esencial.

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