El chicle de Nina Simone
Libros / Warren Ellis

El chicle de Nina Simone

7 / 10
Octavio Botana — 30-03-2022
Empresa — Alpha Decay

Qué asunto tan raro es el tiempo. Entenderlo, vivirlo, recordarlo. Y si eso es ardua tarea, no hablemos ya de los objetos del tiempo, los que nos conectan con el pasado. Es este un libro extraño, sí lo es. Una especie de memoir imposible acerca del recuerdo que un objeto genera en la persona que lo atesora, una manera de congelar un instante gracias a algo tan vulgar y a la vez sagrado como el chicle que una vez masticó alguien. Ese alguien es la inconmensurable y legendaria Nina Simone, y la persona que guarda la preciada reliquia es Warren Ellis (Bad Seeds, Grinderman, Dirty Three).

¿Y de qué va este memoir? Pues de algo tan inexplicable como la inmortalidad, o eso creemos. Del absolutamente inconcebible deseo de asir el tiempo vivido que una vez Ellis tuvo el privilegio de atender estando a escasos metros de la ya mítica artista. ¿Fetichismo, pues? No bien bien. ¿Ellis se hace mayor? Sí, qué duda cabe, como todos nosotros. Pero Ellis no se limita a recrear lo vivido a través de los objetos –aquí tanto da el chicle como su primer violín o unas maletas llenas de recuerdos.

La chicha del tema se concentra en la trascendencia de la reliquia, la vida que mantiene el chicle gracias al hecho mismo de haber sido salvaguardado y –de algún modo– revitalizado por el mismo hecho de haber sido preservado. Menudo lío, perdón. Entonces, ¿es un chicle de museo que se puede y debe exponer tras una vitrina? Suena a mofa, pero no. Ellis lo explica mucho mejor: el chicle es el depositario de la memoria y la magdalena de Proust del testimonio mágico que tuvo la suerte de presenciar. Es un libro de fan, un sincero confort para el devoto de la música. O sea, del tiempo recuperado.

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