Antes de que tiréis mis cosas
Libros / Violeta Gil

Antes de que tiréis mis cosas

9 / 10
José de Monfort — 04-05-2019
Empresa — Arrebato

No estaría tan seguro de llamar a esto poesía confesional, como asegura Rodrigo García en el prólogo de “Antes de que tiréis mis cosas”, el primer poemario de Violeta Gil. Al menos no en los términos de Macha Rosenthal, porque la escritura aquí tiene menos que ver con el decir que con la necesidad de nombrar un contexto y (re)situar la acción para el espectador (o sea, enmarcándola en el proscenio virtual). De, por decirlo así, poner en antecedentes al lector/espectador (pues la última parte del texto está pensada para representarse en un teatro; algo que Gil lleva unos meses haciendo en compañía de Abraham Boba). La paradoja, sin embargo, es que es un texto para ser dicho. Por aclararnos, que la performatividad del texto está más relacionada con el arte que con que la intimidad de la escritura. Así, hablaríamos de una corporalidad enunciativa, que es más bien otra cosa. Es un yo que hace explícito el estar hablándole de forma unívoca a un tú irreconocible.

En “Antes de que tiréis mis cosas”, la crisis que se refleja no tiene tanto que ver con la alucinación o el delirio (i.e. Anne Sexton, por ejemplo, a quien -sin embargo- se evoca) sino con la duda. En este sentido, son más bien poemas existenciales (no existencialistas). Atravesados por una necesidad menos preocupada por el sentido que por la comprensión cabal de los hechos y, en última instancia, una manera febril de celebrar la aventura. Porque lo que nos cuenta Violeta Gil es un viaje en tres tiempos. De ida y vuelta. De Madrid a Iowa y de Iowa a Madrid. Es una, en verdad, desaparición en los meandros del viaje. Una aventura mitológica (en el sentido de que propende al origen), con dioses barruntados.

“Antes de que tiréis mis cosas” es un libro que también sirve para sobreseer la aventura vital de los padres (aunque sea este un asunto que aparezca en sordina, como decorado). Y es un libro igualmente de (auto)afirmación del yo femenino. Violeta Gil construye un tríptico de la soledad del amor, de seres enamorados (y no tanto de enamoramientos; si acaso del desfase de los enamoramientos -y sus consecuencias).

“Antes de que tiréis mis cosas” es, en última instancia, un poemario sobre los cuerpos, los cuerpos que se han ido, los que se irán y los que nunca fueron nuestros (sobre el deseo de que sí lo hubiesen sido, al menos por el instante eterno de un verano). Un poemario sobre cuerpos que son posibilidades, ideas y canciones. Sobre la identidad de los cuerpos, su sexualidad y sus sueños, sus anhelos, sus olvidos; siempre vistos desde la mirada de Violeta, quien se nos presenta, al principio, como un cuerpo que ya se fue (o que fantasea con que ya se ha ido, pero hace trampa y se queda a contemplar el fin de fiesta). Un poemario lleno de vaivenes, con versos preñados de música. Poemas en prosa ensartados por la celebración del canto; no uno excelso y perfecto, armonioso y cierto, sino más bien canciones salvajes, llamaradas que huyen hacia la oscuridad del dormitorio, bailes que se convierten en besos (en los labios del lector).

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