Con tan sólo veintitrés años Tom Vek ha llamado la atención de buena parte de la prensa internacional y del mismísimo Colin Newman (Wire) gracias a “We Have Sound”, su disco de debut, un trabajo que sorprende por el atrevimiento, descaro y la frescura de sus canciones.
El londinense, otro Juan Palomo de la música actual, graba todas sus composiciones en un estudio casero, consiguiendo un sonido garagero y mutante (ojo a la voz atonal y robótica que gasta a lo Gary Numan) que hace ganar enteros a una destacada colección de temas donde mezcla rock y electrónica chatarrera sin remilgos (como si de un primerizo Beck se tratara). Eso sí, Vek no inventa nada, y bebe de múltiples fuentes sin caer en el pastiche, que ya es mucho para los tiempos que corren. Wire, Magazine, el Bowie de finales de los setenta, y en mayor medida Talking Heads (“Nothing But Green Lights” es un trasunto nada disimulado de “Once In A Lifetime” de Byrne y los suyos), de los que toma prestado las guitarras funk infecciosas y un uso imaginativo de los teclados. También se atreve con el glam rock en la muy Marc Bolan “If I Had Changed My Mind” y con el pop electrónico en “That Can Be Arranged”, pero donde de verdad lo borda es en “I Ain’t Saying Goodbye”, un hitazo que le puede poner en la órbita de los fans del nuevo rock bailable. Habemus hype.
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