Fever Dreams
Discos / Villagers

Fever Dreams

7 / 10
Raúl Julián — 20-08-2021
Empresa — Domino / Music As Usual
Género — Pop

La trayectoria de Conor J. O’Brien al frente de Villagers ha resultado, hasta la fecha, poco menos que impecable. El proyecto liderado por el músico irlandés no presenta ningún borrón serio a lo largo de una discografía que suma ya un total de seis discos de estudio (y algunos EP’s), incluyendo títulos tan destacados como aquel ‘Becoming A Jackal’ (Domino, 10) que supuso su presentación en sociedad hace ya más de una década, el brillante ‘{Awayland}’ (Domino, 13), o el más reciente The Art Of Pretending To Swim’ (Domino, 18).

Unas obras, amparadas todas ellas, por evidente buen gusto y una elegancia que siempre ha lucido como constante en todos los lanzamientos con la firma de Villagers. Sucede que la presente entrega no es una excepción, volviendo a mostrar el exquisito talante creativo de O’Brien, así como su inquietud para añadir ciertos elementos inéditos –esos ecos ochenteros en forma de vientos que aparecen aleatoriamente– a este conjunto formado por nueve composiciones (y una intro). Pero, ante todo, ‘Fever Dreams’ (Domino, 21) prueba una vez más la habilidad del vocalista a la hora de combinar lo clásico con lo actual, partiendo de mimbres tradicionales hasta, de algún modo, terminar ofertando un álbum vigente, ambicioso y de aspecto contemporáneo. Y es que, aunque el dublinés tenga su origen en el gremio de los cantautores, ha sabido evolucionar su trazo hacia este tipo de folk ornamentado a conciencia, que cae sin tapujos hacia el pop sedoso. Unas formas que cristalizan en temas engalanados e irresistibles como los singles “The First Day” y los siete minutos de “So Simpatico”, además de “Song In Seven”, la mimada (casi jazzística) “Momentarily”, “Full Faith In Providence”, o ese amable epílogo que supone “Deep In My Heart”.

En cualquier caso, no cabe afirmar que ‘Fever Dreams’ (Domino, 21) sea el mejor elepé de Villagers pero, a cambio, sí que es el enésimo buen disco de la formación, que se ratifica como seguro de fiabilidad gracias a un trabajo para colocar muy cerca de los de otros orfebres inquietos como King Creosote, Dan Bejar y sus Destroyer, Cass McCombs, Andrew Bird o M. Ward. Y es que, Conor J. O’Brien parece dispuesto a no fallar nunca, cuando se trata de compartir bonitas canciones con las que evadirse en base a la fuerte empatía que generan.

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