Varias formas de inestabilidad

"Varias formas de inestabilidad" no es apto para estómagos sensibleros: se entierran madres, hay un fusilamiento e incluso ballenas cadáver, sin embargo, superado el bache digestivo es una joya. Fruto de horas de improvisación conducidas únicamente por el impulso creador y alejados de toda referencia, la escisión de Nudozurdo formada por dos de sus integrantes, César (teclados, guitarra y voz), Meta (bajo y voz), junto con Ce (batería y voz) y ajeno al grupo anterior, dan lugar a este nicho creativo envuelto por un halo de oscuridad y violencia generado por su nuevo sonido y letras: testimonios sonoros del sinsentido de la actualidad.

Aproximarnos al nombre del grupo es suficiente para que se levanten ciertas sospechas acerca de su significancia subliminal que se confirman con su cuarto tema “Menkalinan”. Éste hace referencia al nombre de una estrella, de la misma manera que el nombre del grupo se refiere a una constelación; lo que nos recuerda que basta un vistazo rápido sobre el firmamento para sentir cierta fascinación e insignificancia simultaneas, emociones que se imponen como óptica a la hora de escuchar el disco e interpretar las canciones. Si "Cosmópolis" de Don DeLillo fuese una de esas tarjetas postales que al abrirse encienden un hilo musical, lo que sonaría sería Monocero. Sería el subtexto perfecto, pues no nos abandona a ese vacío tan trendy y posmoderno, sino que nos grita “espabila chico”.

Este proceder lleva a la unidad significativa del disco a su continua disolución y reconstrucción, pasando desde un parricidio narrado por la lóbrega y sinuosa voz de Ce que estalla al entrar en contacto con la de César y Meta, a la resignación de “Tormenta eléctrica”, o a la crítica política entonada a grito limpio de “Abran fuego” basada en la inversión de un poema de Bertolt Brecht. Combinaciones que logran una extraña coherencia ácida que nos mantiene en vilo incluso tras parar el disco.