Tras la reciente presentación de Turnstile en su ciudad natal, Baltimore, se viralizó un vídeo que se titulaba “Turnstile is for the kids” (Turnstile es para los chicos). En el mismo se veía a varios niños haciendo slam, saltando del escenario con una sonrisa de oreja a oreja, siendo atajados por otros niños de varios años más. Cuando uno se abre a la escucha de “Never Enough” recuerda como se lo pasaban esos chicos en el escenario. Entre otras cosas, este nuevo disco de Turnstile, continuista de algún modo, y en menor medida, innovador de otro, ofrece vitalidad a dos manos, porque la banda se muestra rebosante de una energía de la cual es difícil escapar.
Que sea un disco de transición es quizá de lo poco que reclamar (bueno, eso y el riff de “LOOK OUT” que sonroja por ese feel a la The Offspring), aunque esta exigencia no tiene razón de ser porque si hay algo que “Never Enough” hace a la perfección es redefinir el concepto de ansiedad, o mejor dicho, volver a darle un sentido positivo, emocionalmente hablando. Como cuando eres niño y esperas (con ansias) algo bueno que está por pasar.
Aquí y con toda su maquinaria sentimental a cuestas, la banda controla sus instintos derivados de su origen hardcore y los direcciona hacia un tipo de creatividad que los consagra. Los de Baltimore comienzan a pisar firme en un camino que pocos pueden ostentar: el de la creatividad sin límites y con criterios aplicados con excelencia, lo que los va acercando a la liga de grupos como Foo Fighters y Queens Of The Stone Age que, aunque suenen muy propio,s logran asiduamente transportar al oyente hacia terrenos reveladores. En 2025 con Turnstile ya no se trata tanto de festejar sus aciertos en modo de riffs o sólidos arreglos de batería, sino de observar en el disfrute de una manera de entender su propio arte, mérito magnificado por el hecho de venir de una escena usualmente férrea en sus conceptos como la del hardcore.
Todo esta palabrería se explica en la escucha total del disco y en particular en algunos momentos en concreto. Vamos a ver: hay un uso de la dualidad expresiva en estas canciones que parece heredada del famoso formato de “tension-release” tan utilizado en los noventa, pero en lugar de funcionar en plan zapping sonoro –frenéticamente, diríamos–, aquí aparece con los intervalos de tiempo necesarios para que podamos entrar de lleno en cada uno de sus profundos climas, como si aplicaran ese ejercicio retro pero viendo la foto grande. Ejemplo perfecto es lo que sucede desde el riff completamente estadounidense y alternativo que inaugura “NEVER ENOUGH” (la canción) al desarrollo psicodélico del siguiente tema, “SOLE”, que termina a centímetros de ser una hipotética versión musculosa de la música de Omar Souleyman. Y ¿qué pasa en el tercer tema “I CARE”? Vuelven a maniobrar hacia un sonido refinado y pop con aires a The Police.
En este conglomerado de climas e ideas, los guiños se suceden con envidiable naturalidad, con “DREAMING” ocupando la nostalgia del sonido que poblaba los escenarios del Warped Tour 25 años atrás, “LIGHT DESIGN” y “THIS IS HAPPENING”, abrazan el sonido indie pre-Weezer y “SUNSHOWER” finaliza como si fuera la banda sonora de la recolección del té en el Sudeste asiático.
Turnstile firma un disco de transición y continuidad sí, pero que se mueve sin pausa hacia un techo difícil de descifrar más allá de que se lo adivina altísimo.
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