No podemos decir que Punch Brothers sean demasiado populares en su país o al menos no lo son tanto como The Avett Brothers, pero es bastante lógico que así sea. Su música reúne tantas peculiaridades que para simplificar se les ha colgado la etiqueta del “prog-grass”. Un cajón de sastre que nos indica que a partir del sonido tradicional de la mandolina, el banjo la guitarra y el violín, desmenuzan la tradición americana para llevarla a un terreno inusual, repleto de texturas y ensoñaciones.
En su cuarto trabajo ese deseo por experimentar, por demostrar su enorme valía como instrumentistas, todavía va más allá y le dan una vuelta de tuerca a su propuesta. Se acercan incluso a los parámetros de la música clásica en lo que supone un sinfonismo de cámara, que busca y encuentra el punto de enlace con la emoción que despierta en un oyente que no adivina en ningún momento qué le deparará la próxima nota. Podría haber resultado un coñazo, pero funciona.
islas de cemento