Autofiction
Discos / Suede

Autofiction

9 / 10
Raúl Julián — 21-09-2022
Empresa — BMG
Género — Pop

Seguir asombrándose ante la excelencia de cada nuevo disco de Suede resulta, a estas alturas, algo banal, inapropiado, e incluso absurdo. Porque el retorno de los londinenses tras aquel parón que duró más de una década es, sin lugar a dudas, uno de los más apabullantes (si no el que más) de entre todos los perpetrados por grupos de los noventa, en una segunda etapa que ya sumaba como aciertos ‘Bloodsports’ (Warner, 13), ‘Night Thoughts’ (Warner, 16) y ‘The Blue Hour’ (Warner, 18). Una serie triunfal a la que ahora se añade ‘Autofiction’, el que en cómputo global es noveno disco de estudio de Suede, y al que cabría agregar el imprescindible recopilatorio de caras B ‘Sci-Fi Lullabies’ (Nude, 97). La referencia muestra sin reticencias a un grupo más directo y visceral, tras prescindir de los elegantes adornos orquestales de sus dos trabajos previos (esos que apuntaban a Scott Walker como referente inquebrantable) para apostar a cambio por el realismo de una banda interpretando sus canciones sin atrezo ni red de seguridad.

Una marcadísima e irreprimible alma punk late en la obra y marca del devenir de la trama, apuntillando una preferencia estilística que en realidad siempre han fascinado a Brett Anderson y que, en manos del quinteto, muta en ese indie-pop de guitarras grandioso y con ramalazo glam, el mismo que de una u otra manera vienen manejando en propiedad desde su aparición allá por 1992. ‘Autofiction’ es, en efecto, un disco sensiblemente más agresivo, oscuro e industrial que cualquier entrega previa del grupo, pero al mismo tiempo continúa albergando un anormal número de estribillos que subsisten desde las primeras escuchas, habilidad que en el caso de los de Londres ha perdurado en el tiempo. Las nuevas composiciones también respetan (y apuestan por) ese tipo de melodía del todo reconocible, con protagonismo de las no menos localizables guitarras de Richard Oakes y los teclados de Neil Codling, encomendadas asimismo a la segura base rítmica compuesta por Mat Osman y Simon Gilbert. Mención aparte para Brett Anderson, animal escénico que aquí traslada a su versión de estudio toda aquella intensidad que muestra sobre las tablas, con una descomunal interpretación vocal –tan dotada y cuidada en formas como propiamente punk en actitud­– guiando ese trazado de once piezas que incluye el álbum.

En su objetivo de sonar más puros y auténticos, Suede vuelven a confiar las labores de producción a Ed Buller, considerado como sexto miembro del grupo tras haber ejercido como artífice tras la mesa en casi todos sus trabajos. ‘Autofiction’ se abre con “She Still Leads Me On”, precioso alegato en forma de single que Anderson dedica a su madre y que pasa directamente a la sección de himnos del grupo. A continuación, “Personality Disorder” confirma el perfil del asunto con un acercamiento escandalosamente creíble al post-punk, algo que también sucederá en “Black Ice” y su gruesa línea de bajo. Por su parte, “15 Again”, “That Boy On the Stage” y la acelerada “Shadow Self” son sencillos pegadizos marca de la casa, de los que nunca amargan y se acrecientan a cada escucha adicional. En el elepé también caben piezas emocionantes en extremo, como la preciosa “The Only Way I Can Love You”, la pausada “Drive Myself” –algo así como el “The Wild Ones” de ‘Autofiction’– y, sobre todo, los seis minutos de “What Am I Without You?”, todas ellas estremecedoras en la interpretación de Anderson. Por su parte, “It's Always The Quiet Ones” podría ser el eslabón más débil de la cadena, si bien no desentona y llega a cumplir, mientras que “Turn Off Your Brain And Yell” ejerce como ese cierre manifiestamente épico que Suede se cuidan de reservar para finiquitar todos sus discos.

‘Autofiction’ es una increíble suerte de nervio y emotividad. Un nervio siempre latente que ahora parece haber despertado definitivamente, y ese tipo de emotividad dramática y tan distinguida como en realidad urbana que Suede concretan como nadie. Los ingleses no solo siguen vigentes, sino que lucen con más intensidad e indiscutible presencia que en el tramo final de su primera etapa, tres décadas después de aquel Britpop que casi nació con ellos y su single ‘The Drowners’ (Nude, 92). Y es que, a pesar de que su incidencia (junto a la de compañeros generacionales) desatase el orgullo nacionalista en torno a la música hecha en las islas, Suede han caminado con frecuencia al margen de modas y tendencias. Por eso poseen un trazo propio en el que (qué duda cabe) confluyen influencias evidentes, pero que Anderson y compañía saben cómo manejar en la consecución de un beneficio, que no es otro que el de facturar excelentes canciones atemporales e intensamente conmovedoras del tipo de las que cristalizan en ‘Autofiction’.

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