A Sean McConnell le sigo la pista desde que en 2010 publicara el excelente “Saints, Thieves, & Liars”, pero debo ser de los pocos que lo hacen porque lo cierto es que su nombre no es muy conocido en nuestro país y son pocos los que siguen sus andanzas. Algo de eso debería cambiar con este nuevo trabajo del trovador de Massachusetts, este profundo, amable y delicado “Secondhand Smoke” que, de venir firmado por Ryan Adams, ya estaría en boca de todo el mundo. Un trabajo de asimilación fácil, gracias a una melodías bonitas sustentadas, en lo más alto, por una interpretación vocal impecable y por una sonoridad que carece de excesos, muy simple, elegante y desnuda.
Se nota que Sean McConnel ha querido realzar la belleza de las historias que cuenta. Solo hay que dejarse llevar por la ternura de una balada tan conmovedora como “The Devil’s Ball” para darse cuenta de la enorme valía de este autor a la hora de contar historias. Canciones como “Shaky Bridges”, con esa armónica y esos coros gospel a cargo de las The McCrary Sisters que recuerda a Bruce Springsteen, u otras más vaqueras como “Rest My Head” que podría haber firmado Jason Isbell sin problemas.
Estamos, por tanto, ante un álbum de tono confesional en el que el individuo se enfrenta a las vicisitudes que marca ese azar que dota de sinsentido nuestras vidas y frente al que solo cabe elegir. Un tono existencialista que se expande a lo largo de casi todos los surcos de un disco, al que solo cabe reprocharle algún exceso formal a la hora de buscar el estremecimiento del oyente. Eso se podría haber arreglado con algún tema trotón como “Alien”, que le hubiera sentado muy bien a la hora de romper el tono. Aunque no deje de ser un recurso fácil y ciertamente manido.
Por último tan solo una advertencia: Absténgase los más roqueros y aguerridos porque el tono almibarado del disco sube, y de que manera, los niveles de azúcar.
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